viernes, 30 de noviembre de 2018

1918, la pandemia de gripe que afectó a un tercio de la población mundial

https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/gripe-1918-victimas-gran-guerra_1327122.html
La gripe de 1918,  o las víctimas olvidadas de la Gran Guerra

 Luis Negro Marco 

"La epidemia de gripe española pasa por delante del
 ángel de la paz que puso fin a la Gran Guerra
".
 Dibujo de Wilhelm Schulz, en
  
"Simplicissimus on Spanish disease"
(23 de julio de 1918)
En la mañana del 4 de marzo de 1918, uno de los cocineros de la base militar de Camp Fuston (en Fort Riley, localidad del estado norteamericano de Kansas) era trasladado de urgencia a la enfermería del campamento, aquejado de agudos síntomas de gripe. Al final de aquel mismo día, eran ya decenas de soldados los que presentaban un cuadro médico similar. A pesar de ello, los oficiales sanitarios del campo decidieron que todos los soldados que habían completado su entrenamiento, habían de partir para combatir, tal y como estaba previsto, a Francia, en cuyo frente occidental se libraban las últimas batallas antes de la firma del  armisticio –11 de noviembre de 1918– que habría de poner fin a la Primera Guerra Mundial. 

 A primeros de abril, una vez desembarcados los «Sammies» (así apodaban los alemanes a los soldados estadounidenses, al igual que «Tommies» a los ingleses) en el puerto de Brest, la epidemia de gripe se propagó rápidamente entre las tropas aliadas, y pronto también entre las de la coalición germano-austrohúngara, de manera que a finales de mayo ya se contabilizaban más de 100.000 muertes a causa de la epidemia en las trincheras; más que las causadas por las balas y la metralla de las bombas.

 No obstante, la  más virulenta y mortal oleada de contagio estaba todavía por llegar. Apareció en el otoño de 1918 y en puntos muy distintos del planeta, siendo la responsable del sesenta y cuatro por ciento de las muertes totales que causó la pandemia. Y a esta oleada aún siguió una tercera, a partir de enero de 1919, con gran incidencia en Norteamérica y Europa. Los cinco continentes fueron afectados por aquella crisis sanitaria, si bien fue Asia el que soportó casi la mitad de la mortandad. Las opiniones más optimistas cifran el número de óbitos habidos, en todo el mundo, en 21 millones, si bien las versiones más verosímiles elevan este número, al menos, hasta los 50 millones de muertos, así como en 500 millones el número de personas afectadas, es decir, casi un tercio de la población entonces existente en el planeta.

 Y aunque nuestra nación también sufrió gravemente la pandemia (hasta 300.000 personas podrían haber muerto en España por el contagio), la enfermedad fue injustamente denominada a nivel internacional como «Gripe española». Y paradójicamente ello se debió a que, a diferencia de los países beligerantes en la Gran Guerra (que practicaban la censura informativa) en España –que fue país neutral– había libertad de expresión, por lo que todos los periódicos españoles informaron con veracidad sobre la virulencia de la gripe. Sin embargo, lejos de reconocer a España su labor humanitaria por informar con rigor sobre la pandemia, los países responsables de su propagación colgaron a nuestro país el “sambenito” de su nombre: «Gripe española».

  Claro que también los países enfrentados en la Gran Guerra se lo atribuyeron entre sí. Así, en  Alemania se llamó «Gripe de Flandes» y en Polonia «Gripe bolchevique». Mientras, en España recibió el apelativo de «Soldado de Nápoles», al parecer porque esta melodía de la zarzuela «La canción del olvido» (reestrenada en Madrid en marzo de 1918, coincidiendo con los inicios de la epidemia) se hizo tan popular y pegadiza como la gripe. Más recientemente, Laura Spinney la ha descrito como «El jinete pálido», título de un magnífico libro en el que la escritora británica se adentra en las tenebrosas profundidades de la que, posiblemente, fue la más devastadora crisis sanitaria a la que ha debido enfrentarse hasta ahora la humanidad.

martes, 27 de noviembre de 2018

El aragonés San José de Calasanz, patrón internacional de los maestros

San José de Calasanz, el primer maestro

Luis Negro Marco / Historiador y periodista

 A pesar de su asombrosa invisibilidad en la mayoría de publicaciones especializadas en educación –más todavía en España– el aragonés San José de Calasanz (Peralta de la Sal, 1557 – Roma, 1648) fue el gran artífice de la pedagogía moderna, a nivel mundial. Porque fue él quien sustentó  los principios de la escuela popular, gratuita y universal, hoy imperantes en prácticamente todos los rincones del planeta.

Con la creación de sus escuelas cristianas gratuitas en Roma, a partir de 1597, el educador aragonés demostró además que no hay contradicción alguna entre ciencia y fe, tal y como sostuvo el físico italiano Galileo Galilei (1564-1642) contemporáneo suyo. Además, el patrón de los maestros españoles, San José de Calasanz (a su vez fundador, en 1617, de las Escuelas Pías, la  primera orden católica dedicada por completo a la enseñanza de los niños pobres) llegó a ser un gran amigo del eminente astrónomo, hasta el punto de que uno de los sacerdotes de la Orden calasancia, Clemente Settimi, llegó a ser secretario personal de Galileo, a la vez que el último y más aventajados de sus discípulos.

Jan Steen: "El maestro de escuela", 1662 (Edimburgo; Museo Nacional de Escocia).  Collage: Luis Negro
Por otra parte, llama poderosamente la atención el hecho de que fuera durante las Cortes que redactaron la Constitución española de 1837 (en el marco de la primera Guerra Carlista, y cuando el Gobierno de Isabel II promulgó los decretos de desamortización y supresión de las Órdenes religiosas), cuando se pronunciaron en el Parlamento español algunos de los discursos más elogiosos hacia la pedagogía y métodos de enseñanza preconizados por San José de Calasanz. Fue este el caso del diputado Pascual Madoz (1806-1870), exalumno de los escolapios de Barbastro, quien en su decidida defensa por la no abolición de las Escuelas Pías en España, se pronunció así el Congreso: “Me interesa la libertad de España, y la libertad necesita instrucción, como la que proporcionan los colegios de los escolapios”.

 Dibujo de POSTIGO, ilustrando el presente artículo, publicado en  EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, en su edición del 27  de noviembre de  2018, Día internacional de los maestros, en honor a San José de  Calasanz

                 
No menor fue el apoyo que en las mismas Cortes de 1837 recibieron las escuelas calasancias por parte del diputado liberal Cabrera de Nevares (1786-1843): “Estas casas, señores, fueron fundadas por José de Calasanz, noble aragonés, y su bienhechora institución le granjeó la canonización que no tan legítimamente han merecido otros de los que se veneran en los altares”. Asimismo, el método de educación preconizado por Calasanz, ya a comienzos del siglo XVII, fue el modelo que se siguió en España cuando, en 1825 durante el reinado de Fernando VII, se instauró el “Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras” que convirtió a nuestro país en pionero y el más avanzado en este nivel de enseñanza, de Europa.

Por lo demás, el pensamiento y obra pedagógica de San José de Calasanz hicieron posible que las escuelas por él fundadas fueran las primeras de España en que se empezó a enseñar la gramática latina en castellano; las que se adelantaron incluso a la Real Academia Española en la reforma de la caligrafía y de las normas ortográficas de la lengua castellana; y las primeras en Europa en que se pusieron en práctica los métodos de enseñanza mutua y simultanea, realzando la figura de los docentes como piedra angular de la educación primaria. Méritos que, a pesar de no haber sido siquiera mínimamente reivindicados por ninguno de los gobiernos hasta ahora habidos en España, desde la Transición, al menos sí que han llevado a que (como ya ocurría desde hacía años en multitud de países del mundo) España también celebre a San José de Calasanz como patrón de los maestros.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Democracia, Estado de Derecho, Libertad, e Igualdad de Oportunidades: valores incompatibles y contrarios al nacionalismo

Collage, a partir del dibujo de POSTIGO, en "El Periódico de 
Aragón"ilustrando el presente artículo. (22 -11-2018)



Nacionalismo, racismo
 y autodeterminación 

Luis Negro Marco
 
El mismo derecho a la autodeterminación de las naciones que el presidente estadounidense Woodrow Wilson (1856-1924) defendió para Europa tras el final de la Primera Guerra Mundial, en 1918, fue el que se negó a aplicar en su propio país, los Estados Unidos. De hecho, mientras el mandatario norteamericano se erigía en paladín de la defensa del derecho internacional a la autodeterminación, negaba ese mismo derecho a los pueblos indígenas de Norteamérica, donde los indios habían sido perseguidos casi hasta su total exterminio. Y no sólo eso: Wilson hubo de hacer verdaderos encajes de bolillos para eludir la casi secular demanda de autodeterminación  invocada por los estados segregacionistas y esclavistas del sur: Mississippi, Alabama, Carolina del Sur y Luisiana. 
 
Porque la de «Los derechos de los Estados»  había sido una doctrina ya expuesta en 1832 por el que llegó a ser vicepresidente de los Estados Unidos, John Caldwell Calhoun (1782-1850), un férreo nacionalista y defensor de la esclavitud de los negros –nacido en Carolina del Sur– según la cual, el poder soberano de cada estado de la Unión, lo capacitaba a su vez para declarar inconstitucional una determinada ley del Congreso.


Aquella doctrina continuó y se expandió –incluso – en el partido Demócrata, cuando en las elecciones presidenciales de 1948 (que otorgaron un segundo mandato al demócrata Harry Truman) surgió la corriente de los denominados «Dixiecrat», un importante lobby de demócratas sureños –«Dixie» es el nombre que designa a la bandera de los Estados confederados de América– opuestos a los Derechos Civiles que defendía a nivel nacional su propio partido.

22 de noviembre de 1968. El Presidente John Fizgerald Kennedy da la que sería su última rueda de prensa, en Fort Worth, momentos antes de tomar el avión con destino a Dallas, ciudad en la que, apenas unas horas después fue asesinado por Lee Harvey Oswald.                                                                              Foto coloreada / collage: L.N.M.
Y cuando el 8 de noviembre de 1960 las urnas designaron a John Fitzgerald Kennedy como trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, aquel logro se debió en buena medida al voto en su favor de los afro-americanos, quienes confiaban en la defensa que JFK habría de hacer de los Derechos Civiles, y la consiguiente abolición de las leyes segregacionistas.

En este sentido, una de las principales pruebas  de fuego a las que Kennedy  hubo de hacer frente durante su mandato tuvo lugar el 30 de septiembre de 1962, cuando ante la negativa del gobernador demócrata Ross Barnett a que el estudiante negro James Meredith se matriculara en la Universidad de Mississippi, el presidente hubo de enviar a más de 300 soldados de la Guardia Nacional para sofocar el levantamiento segregacionista opuesto a la entrada de Meredith en el campus. En respuesta a la presencia del ejército, el enojado gobernador Barnett llamó a la movilización masiva de la población, ya que según él, el presidente había violado «el derecho a la autodeterminación del estado soberano de Mississippi». La confrontación resultante fue el choque más grave entre un estado y el gobierno federal desde la Guerra de Secesión americana (1861-1865).

Poco más de un año después de aquellos sucesos, el 22 de noviembre de 1963, Kennedy era asesinado en la ciudad de Dallas, y muy posiblemente su muerte no fue ajena a poderosos sectores de poder segregacionistas, de claro perfil nacionalista, contrarios a la firmeza demostrada por JFK en la defensa de la Constitución, la igualdad de oportunidades, y el Estado de Derecho, elementos clave e imprescindibles para la libertad, solo posible en democracia.

martes, 20 de noviembre de 2018

La primera Guerra Mundial y su influencia en el actual panorama mundial


Luis Negro Marco 

 Europa y buena parte de la comunidad internacional, encabezada por los Estados Unidos, ha celebrado recientemente el centenario del armisticio (firmado el 11 de noviembre de 1918) que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la firma de la paz de aquella guerra, tuvo lugar varios meses después, en virtud del Tratado de Versalles (concluido el 28 de junio de 1919), como colofón a la Conferencia de París que se prolongó desde el 18 de enero de 1919 hasta la fecha anteriormente indicada. Y aún hubo de esperarse hasta el 10 de enero de 1920, para que el Tratado fuera promulgado.

 Un acuerdo de paz que, por otra parte, se cocinó entre las representantes de las tres principales potencias aliadas vencedoras: David Lloyd George, primer ministro británico, el octogenario George Clemenceau, primer ministro de Francia y Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, la también vencedora Rusia no fue invitada a la Conferencia, debido a las negociaciones que los bolcheviques habían llevado a cabo con Alemania, seguidamente a la Revolución de octubre de 1917, que acabó con el imperio zarista. Y tampoco pudieron contemplar los bellos jardines de Versalles los representantes de los países vencidos: Alemania (entonces bajo la presidencia de Friedrich Ebert) y los Imperios otomano y austro-húngaro.


Tanque inglés en las trincheras. Primera Guerra Mundial. Fotografía coloreada / collage. L.N.M.
De este modo, el Tratado de Versalles no logró cimentar un sólido edificio para la paz futura, pese a que supuso la creación de la Sociedad de Naciones, precedente de la ONU. E incluso, ya se pronunciaron entonces, algunos agoreros vaticinios, como los pronunciados por el mariscal francés Jean Marie Foch, que había sido comandante en jefe de los ejércitos aliados durante la Gran Guerra: “Esta [la de Versalles] no es una paz; es un armisticio de 20 años”. Y desgraciadamente, acertó, pues en octubre de 1939, el xenófobo, racista y anexionista nacionalismo político llevado a cabo por Hitler como presidente de Alemania, condujo a la, aún más trágica que la primera,  Segunda Guerra Mundial.

 La debilidad de la Paz de Versalles se acrecentó además cuando el Senado de los Estados Unidos, rechazó (por mayoría de seis votos) en noviembre de 1919, su ratificación.  Prevalecía de este modo en el país la doctrina aislacionista (“América para los americanos”) que ya había sido defendida por el presidente James Monroe en 1823.

 De manera que, si además se tiene en cuenta que fue a partir de la Paz de Versalles cuando se crearon los naciones de Irak, Palestina (bajo una doble administración: francesa y británica), la ex república de Yugoslavia, o la también ya inexistente Checoslovaquia, se podría colegir que fue la endeble consistencia de los acuerdos alcanzados  en la Conferencia de París de 1919, la que condujo (después de la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989) a las guerras de la extinta Yugoslavia, las de Irak, y las que todavía se están viviendo en Siria y en las regiones independentistas de Ucrania.

 El Tratado de Versalles puede así contemplarse como una de esas raras ocasiones en las que tan pocos, decidieron tanto por tantos, y durante tantas generaciones.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Día de San Martín de 1918, fecha de la firma del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial

          https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/mas-voces/san-martin-misericordioso_1323021.html
San Martín, el misericordioso

Luis Negro Marco 

 San Martín fue un soldado de la Roma imperial que nació en el 316 (en tiempos de Constantino I, durante cuyo mandato el cristianismo dejó de ser perseguido en el imperio romano) en la ciudad de Savaria –situada en región de Panonia de la actual Hungría– y murió en el 400. El hecho más conocido del santo aconteció cuando, a la edad de 18 años, siendo pretoriano de las legiones de Roma, en un duro día de invierno, un mendigo delirante de frío se arrodilló ante los pies de su caballo, implorándole auxilio. De manera que San Martín, sin dudarlo, se despojó de su capa y con un tajo de su espada la partió en dos, dándole la mitad al paisano mendicante. Por este acto de bondad y amor al prójimo, San Martín recibió el  sobrenombre de “el misericordioso”. De hecho, esta imagen es la más representativa del santo en el arte cristiano, siendo una de las más destacadas la escultura que remata la fachada de la iglesia de San Martín Pinario, en Santiago de Compostela, el cual está considerado como el segundo monumento religioso más importante de Galicia, después de la catedral.

 En el calendario agrícola tradicional, la festividad de San Martín (11 de noviembre)  coincidía con la época en la que ya se había realizado en los campos la siembra de otoño, y en las cortes y granjas se procedía a la matacía de las reses, bueyes y tocinos adultos, una vez habían alimentado a sus crías, garantizando su supervivencia de cara al duro invierno que por estas fechas comenzaba a manifestarse en toda su crudeza. De manera que, coincidiendo con la celebración de San Martín, también tenían lugar en muchos de los países de Europa, numerosas ferias de ganado, en la que los ricos propietarios de rebaños y fincas, procedían a la contratación de campesinos y granjeros para el nuevo ciclo agrícola y ganadero que se vislumbraba en el horizonte.

 Por otro lado, para estas fechas ya había transcurrido más de un
San Martín en el momento de partir su capa con su espada,
 para compartirla con un mendigo.
Escultura del siglo XVI
mes de la vendimia, y era en tiempo ideal para catar el vino que cuidadosamente se había guardado en las cubas y barricas. Y a falta de pan (sobre todo en los países y regiones del norte de Europa) su sustituto eran las castañas, de ahí que un refrán de Galicia apostille que “polo San Martiño, castañas e viño”. Y como además era el tiempo de la matacía del tocino (para el caso de España), en que el mondongo y la conserva habrían de constituir buena parte de la dieta alimentaria de la población hasta la primavera, aún hoy en día sigue siendo muy popular el dicho de que “a cada cochinillo le llega su San Martín”. Y en el caso de Inglaterra, para estas fechas se manifiesta la fiesta gastronómica del “Martinmas beef” (bistec de San Martín).

 Asimismo, en ciertos países del norte y centro de Europa,  es a las ocas, a las que les llega su San Martín, pues constituyen el alimento tradicional  que se degusta en este día. Así en Suecia es tradicional saborear  la Svartsoppa (sopa negra), y en Austria , el Martinigansl (ganso de San Martín) platos en los que la carne de esta ave es la protagonista.

 Por último, y como curiosidad (dado que en este año se está conmemorando el centenario de la finalización de la I Guerra Mundial), cabe señalar que el armisticio alcanzado en el frente occidental entre las  tropas aliadas y la derrotada Alemania, el cual puso fin a tan trágico acontecimiento (quizás más de 30 millones de muertos y un número similar de heridos y damnificados) fue firmado el 11 de noviembre (día de San Martín) de 1918, en el interior de un vagón estacionado en las cercanías de la ciudad francesa de Compiègne, al norte de París. La anécdota histórica fue que el acuerdo de paz entró en vigor a las 11 horas del día once, del undécimo mes de 1918, festividad de San Martín.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Libro: "Breve tratado sobre la estupidez humana", del doctor en filosofía Ricardo Moreno Castillo

El triunfo de la vanidad
En su nuevo libro, Ricardo Moreno sostiene que la estupidez humana es mucho más dañina que la maldad

Portada del libro: "Extracción de la piedra
de la estupidez
". El Bosco, hacia 1475.
Museo Nacional del Prado (Madrid)
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Ricardo Moreno Castillo
Breve tratado sobre la estupidez humana
Editorial Fórcola, 110 págs. Madrid, 2018
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 De triumpho stultitiae (El triunfo de la estupidez) es la obra que, escrita por el italiano Faustino Perisauli a comienzos del siglo XVI, habría servido de modelo a Erasmo de Rotterdam para su libro: Moriae encomium (Elogio de la necedad), publicado en París en  1511. Bien que ambos autores aportan una concepción totalmente distinta del tema que abordan: satírico y moralizante se muestra Perisauli, respecto a la estupidez del hombre, prisionero del vicio y la vanidad, ante lo que opone la búsqueda de la verdad y la sabiduría. Y frente a esta postura, Erasmo de Rotterdam articula una propuesta totalmente contraria, haciendo de la locura la fuerza motriz del mundo, más allá del conocimiento.
Luis Negro Marco 

  Mas la benignidad del filósofo holandés parece más bien estar sustentada en las ideas de la Utopía de su amigo, el inglés Santo Tomás Moro (1478-1535), a quien quizás, Erasmo de Rotterdam homenajeó en el título de su obra; de manera que una de las posibles acepciones de Moriae encomium,  podría ser la de Elogio de [Thomas] More, que es como se escribe el nombre del gran humanista londinense en inglés.

 También el escritor y semiólogo italiano Umberto Eco (1935-2016) abordó el inabarcable tema de la sinrazón humana en su obra póstuma: De la estupidez a la locura,  en la que –eso sí, con mucho sentido del humor–, el autor hace un retrato apocalíptico del mundo que nos espera, en la estela  del orador romano Cicerón (106 – 43 a. C.), autor de la célebre frase: “O tempora o mores” (Oh, aquellos tiempos. Oh, aquellas costumbres).
Ricardo Moreno Castillo (Madrid,
1950), autor del libro; es licenciado
en matemáticas y doctor en filosofía,
especializado en Historia de la Ciencia.
Ha sido catedrático de instituto hasta
su jubilación y profesor asociado en la
Facultad de Matemáticas de la
Universidad Complutense de Madrid.

 Y ahora, es el profesor y escritor Ricardo Moreno Castillo quien acaba de publicar un Breve tratado sobre la estupidez humana, con prólogo de Francesc de Carreras, catedrático emérito de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona.

 Estamos ante un ensayo vibrante, rebosante de lucidez, repleto de humor y de ágil lectura, que hace bueno el principio del franciscano Guillermo de Ockam (1280-1349): Probablemente, la explicación más sencilla será también la correcta. Y para muestra, un ejemplo de los muchos postulados que se encuentran en este fantástico libro: cuando la estupidez se apodera de un colectivo y reivindica la libertad incumpliendo conscientemente la ley, dicha comunidad no es consciente (por vanidad e ignorancia) de que es precisamente la existencia de la ley, la que –en una sociedad democrática– garantiza la igualdad de oportunidades y la libertad.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Guinea Ecuatorial: 50 años de Independencia. Conmemoración de la efemérides en el Museo Nacional de Antropología de Madrid.


Desde el 12 de octubre hasta el 13 de enero de 2019, el centro dedicará una serie de exposiciones, seminarios y conferencias a Guinea Ecuatorial
Portada de la revista "LA GACETA DE GUINEA
ECUATORIAL", correspondiente al mes de octubre
de 2018, en el que ha sido publicado este artículo
Destacada presencia de Guinea Ecuatorial  en el «Museo Nacional de Antropología de Madrid»

Luis Negro Marco

El «Museo Nacional de Antropología» de Madrid  fue inaugurado en 1875 por  el rey de España Alfonso XII.  Desde el año 1975 depende de la «Dirección General de Bellas Artes, Bienes Culturales, Archivos y Bibliotecas” del Gobierno de España».

  Estructurado en tres pisos, están dedicados a la cultura, el folklore y la etnografía de los cinco continentes. La primera de las plantas está dedicada África, y la mayoría de las colecciones y piezas escultóricas que ella se exhiben, son originarias de Guinea Ecuatorial.

 Fachada principal y de acceso al «Museo Nacional de Antropología 
de Madrid», ubicado en la calle de Alfonso XII de la capital de España.
 En el frontispicio, sobre las columnas está inscrita la frase en
 latín: «Nosce te ipsum» (Conócete a ti mismoque hace referencia 
a la importancia que para el ser humano entraña el conocer y saber
 apreciar su propiacultura, para estar en disposición de valorar
 la cultura de los demás pueblos del mundo, y alcanzar la 
sabiduría de la verdad y el amor.    Foto: Luis Negro Marco
Conmemoración del 50 aniversario de la independencia de Guinea Ecuatorial

  La celebración del cincuentenario de la independencia de Guinea Ecuatorial (12 de octubre de 1968) ha sido determinante para que la dirección del «Museo Nacional de Antropología de Madrid» haya querido sumarse a los actos en torno a dicha efemérides, dedicando tres meses a la promoción de la cultura de Guinea Ecuatorial entre la ciudadanía española, especialmente entre los niños y jóvenes. Porque a pesar de que Guinea Ecuatorial y España han compartido más de dos siglos de historia en común,

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Máscara Fang  (Talla en madera policromada, realizada en el siglo XX). Estas obras de arte se utilizaban en distintas ceremonias de tipo familiar y comunal. El color blanco de las caras haría referencia al mundo funerario de las mismas. («Museo Nacional de Antropología de Madrid»). Foto: Luis Negro Marco
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a día de hoy la juventud española apenas conoce que Guinea Ecuatorial está formada por un territorio continental y varias islas (Bioko, Annobón, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico) dispersas por el golfo africano que lleva su nombre.

«Byeri», escultura en madera del artista guineoecuatoriano Fernando Nguema Madja (Engong/Esamengong, 1963–Malabo, 2008). Nguema Madja fue un muy destacado escultor que supo aunar de manera  magistral, la creación contemporánea con la tradición estética del pueblo Fang. La talla que aquí se muestra fue realizada por el artista en 2001, y  se inspira en los Byeri, las tallas guardianas de los restos de los antepasados distinguidos en la cultura Fang tradicional. Esta pieza se puede contemplar actualmente en el «Museo Nacional de Antropología de Madrid» (fue donada a la Institución por el coleccionista de arte Enrique León Chacón) y forma parte de una privilegiada selección de obras donadas al Museo a lo largo de sus 144 años de existencia.Foto: Luis Negro Marco

Así mismo, en la actualidad cada vez son menos los españoles que saben que Guinea Ecuatorial es el único país de África cuyo idioma oficial es el español; o que en Guinea conviven culturas diferentes, pero muy unidas entre sí, como son los pueblos Fang, Bubi, Ndowe, Annobonés y Bisió.

  Menos aún son conscientes los españoles de que en Guinea Ecuatorial, en torno a las plantaciones de cacao, se fundaron algunas de las
empresas chocolateras más importantes  
Mapa esquemático de África que representa la localización geográfica de algunas de las sociedades africanas representadas en el «Museo Nacional de Antropología» de Madrid: Bereber, Nubia, Peul, Borobo, Yoruba, Fang, Bubi, Ndowe, Annobonés, Pende, Masai, Ngwato, y Zulú, entre otras. La sala del museo dedicada al continente africano dispone de diversas áreas temáticas que muestran a los visitantes diferentes aspectos de vida de algunas de sus sociedades, en el pasado y en la actualidad, como la vivienda, las actividades lúdicas y festivas, el vestido y la religión. África está poblada por más de 1.000 millones de personas, y en el continente existen más de 1.000 lenguas diferentes.    Foto: Luis Negro Marco
de España, como «Elgorriaga», cuya campana, que figura en el logotipo de la
marca, es en realidad una campana bubi.

La multiculturalidad de Guinea Ecuatorial viene determinada por la pluralidad de los pueblos que integran la
Campana Bubi.  (Talla en madera, procedente de
 la isla de Bioko). 
 Esta campana sirvió de
modelo para el logotipo de la prestigiosa
empresavchocolatera española 
«Elgorriaga».
nación, y que como piezas de un mosaico articulan una 

obra robusta, hermosa, cohesionada y bien estructurada.  Guinea Ecuatorial se vertebra en torno al bosque continental y la mar atlántica, geográficamente como el ombligo de África, y culturalmente, pivote sobre el que gira la Hispanidad, mirando hacia América, al oeste,  a España y Europa hacia el Norte, y siempre, esencialmente incardinada en su eterno corazón africano.