martes, 31 de diciembre de 2019

Horizonte 2020. Nuevo año que abre una veinteañera década de ilusiones y esperanzas


Vida nueva

Luis Negro Marco / Historiador y periodista

Año nuevo, vida nueva. Y sin embargo este aforismo para nada sugiere una ruptura con el pasado, sino su asimilación crítica y desapegada, de manera que los hechos vividos no actúen como lastre sino como fuente de sabiduría para llevar a buen término,  en el año recién estrenado, nuestros mejores proyectos personales, así como los de los gobiernos de las naciones, con las miras puestas en una sociedad en avance progresivo hacia la paz, la sostenibilidad del planeta, la justicia y la reducción de las desigualdades económicas a nivel regional y mundial.

De acuerdo a estos objetivos, la Unión Europea puso en macha en 2014 el plan “Horizonte 2020”, cuya finalidad última era la de conseguir que en este año que ahora comienza, las naciones integrantes de la UE hubieran estado en condiciones de poder destinar el tres por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) a la financiación de iniciativas,  proyectos de investigación y desarrollo tecnológico; algo que de haberse conseguido (España, por ejemplo aún se halla lejos de esa cifra) habría posibilitado, según las estimaciones efectuadas en el plan, nada menos que la creación de 3,7 millones nuevos puestos de trabajo.

Y quizás una de las razones de este desfase se deba a que en España, el pasado –que debería ser Historia– sigue sin estar críticamente asimilado, de manera que, obstinadamente presente en todos los ámbitos de la esfera pública, sigue actuando como una pesada losa que nos impide avanzar con ilusionada unidad hacia el futuro. 

Una vida nueva que, por otro lado, en ningún modo puede significar olvido de lo que fue y ocurrió,
Que nuestros mejores deseos se cumplan
 en 2020
pues de no existir el pasado, tampoco el mundo nuevo –la puerta que nuevamente se nos abre hacia la esperanza– tendría sentido. Vida nueva que solo lo puede ser si nace del amor (por muy canción de kumbayá que pueda resultar la expresión), la solidaridad y la reconciliación, exiliando de nuestros corazones cualquier sentimiento de rencor,  de ira o  de resentimiento.

Vida nueva que nos enseña que cualquier tiempo pasado no fue mejor, y que                         –afortunadamente– las nuevas generaciones disfrutan de un bienestar, servicios sanitarios e infraestructuras públicas infinitamente mejores de las que tuvieron nuestros padres y abuelos. Y sin embargo, en no pocas ocasiones optamos por la comodidad de poner el acento en manifestar nuestro disgusto por lo superficial y huimos de la responsabilidad que cada cual tenemos en la resolución de problemas que son de interés general y por lo tanto, a todos nos afectan.

El día 31 de diciembre, último día del año, la Iglesia celebra la festividad de San Silvestre, papa que murió en el año 335, y cuyo nombre, de origen latino, significa “hombre del bosque”; bella metáfora de lo que entraña toda vida nueva: avanzar desde el terreno agreste y todavía no cultivado (como el año recién estrenado cuyas hojas en blanco del calendario están aún por escribir) para finalizar con los deseados frutos de una buena cosecha. De ahí que las populares y multitudinarias carreras pedestres (las San Silvestres) que tienen lugar en la noche del último día del año, sean también un símbolo de la nueva carrera de la vida que, felizmente, para todos comienza. La meta y el asegurado premio será no necesariamente la de ver todos nuestros deseos cumplidos al finalizar el nuevo año que la vida nos regala, sino nuestro esfuerzo, trabajo y determinación, inspirados en el amor y en la verdad, para hacerlos realidad.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Navidad: celebración cristiana de universal encuentro con toda la Humanidad


Laica Navidad

Luis Negro Marco / Historiador y periodista

El título de este artículo podría parecer un oxímoron, pero en estas fechas cada vez es más frecuente desear unas felices fiestas, en vez de una feliz Navidad. Y ello a pesar de que  este período de tiempo (anterior y posterior al 25 de diciembre, y que se prolonga hasta el 6 de enero,  día Reyes) es el de la celebración del nacimiento (natividad) de Jesús, el Hijo de Dios. Y sin embargo, la Navidad parece estar inexorablemente avanzando hacia la línea de salida para convertirse, de aquí a no mucho tiempo, en una palabra tabú.  

De momento ya estamos asistiendo a la deconstrucción de los belenes, de manera que, al contrario de lo que hizo el pintor surrealista francés René Magritte (quien en 1928 pintó una pipa acompañada de la frase “Esto no es una pipa”) ahora, a una arbitraria disposición de  cajas que en nada se asemeja a un nacimiento, se  afirma que “eso” es un belén  ¿Por qué?

En cualquier caso, los significados que expresan las palabras jamás pueden perder su esencia, y el belén es la representación, mediante figuras, del nacimiento de Cristo en el portal de Belén. De manera que cualquier manifestación distinta, y bajo la invocación de este significante, resultaría apócrifa por cuanto nada tendría que ver con la realidad.

Pero ante la disyuntiva de obviar lo evidente y contentar así a unos pero disgustar a otros, muchos ayuntamientos de España también han encontrado la solución en la magia de lo abstracto: amasijos de cables poblados por miles de lucecitas de neón que vagamente sugieren, si se presta la suficiente atención, a un niño en una cuna, y –si además uno sabe de qué va– a la Virgen y a San José. De manera que mediante la degradación de los signos que identifican la Navidad, se logra el tan deseado como inconfeso objetivo de colocar un sutil velo sobre su significación cristiana. Y así, con neutros y fosforescentes copos artificiales, nieva a gusto de todos.

Fotografía: El Periódico de Aragón. Imagen que ilustra este artículo en la edición de El Periódico de Aragón del día 26 de diciembre de 2019
Y otro tanto ocurre con los villancicos (composición musical y literaria en lengua vernácula, que surgió en España a finales del siglo XVI) que si han llegado hasta nuestros días ha sido porque, introducidos en la liturgia cristiana, empezaron a cantarse durante los oficios religiosos de Navidad. Y un ejemplo bien cercano lo tenemos en Aragón, concretamente en la iglesia colegial de Daroca, a cuya celebración de la misa de Nochebuena del año 1687, corresponden las letras de este villancico: “Porque nace nuestro Dios / Belén le tributa incienso / y por lo mismo Daroca / aunque con muchos más Misterios”.

Mas ahora, villancicos que buena parte de la población española de niños alegremente cantamos, y cuyas estrofas seguimos todavía sabiendo de memoria, apenas se escuchan ya en los medios de comunicación, debido al mensaje religioso de sus letras. Y solamente sus fácilmente identificables melodías, tan acordes a estas fechas de  familiar celebración,  se deslizan suavemente, de vez en vez, a través de la megafonía de las calles hermosamente iluminadas bajo el faro director de la laica religión.

Y esto está ocurriendo en unos momentos convulsos de la Historia marcados por la progresiva secularización de la cultura europea, a costa de la extracción del cristianismo de la cultura misma que creó. Así, se estarían cumpliendo las teorías del historiador británico Christopher Dawson (1889-1970) según las cuales, la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial iría avanzando hacia la refundación de la sociedad según un ideal de perfección que, a la larga, como sucedió tras la Revolución Francesa de 1789, podría derivar tanto en el reforzamiento de los Estados totalitarios, como en el auge de los nacionalismos. Es decir, la cara y la cruz de una tan falsa como tóxica moneda para las libertades y la pacífica convivencia del conjunto de la ciudadanía.

Mas para el triunfo del Estado totalitario es preciso que previamente no solo se oculte, sino también que se distorsione la realidad ante la opinión pública, puesto que su conocimiento haría posible la crítica. Una negación de la verdad que el escritor checo Milan Kundera, en su libro “La insoportable levedad del ser” (1984) definió como el kitsch: la mítica gran marcha social que todos los totalitarismos han prometido y prometen hacia una sonriente fraternidad universal, bajo el yugo de una estela de consignas que pasan a ser la única y verdadera voz del pueblo. Un inquietante escenario retrotópico, ya referido por el filósofo polaco Zygmunt Bauman, que se caracterizaría por la sistemática negación ontológica de la disensión. Feliz Navidad.



sábado, 28 de diciembre de 2019

Día de los Santos Inocentes, humor milenario para celebrar el comienzo del año nuevo


🌝Inocentes sonrisas 🌝   

Luis Negro Marco

Que el cambio climático no es para tomarlo a broma y que también podría conllevar efectos biológicos en los seres vivos, lo demostraría la reciente noticia de que en la coruñesa ría de Muros, un bateeiro  ha pescado en sus redes una sardina de cinco kilos de peso. Cuidemos por tanto nuestro planeta, porque además de la nuestra, es la casa de toda la Humanidad. Sin embargo, tampoco se trata de que la responsabilidad ante tan grave reto nos abrume, y nada mejor que afrontar las adversidades con humor, palabra que deriva del latín humoris (líquidos básicos del cuerpo humano que los antiguos pensaban que eran la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema) y de la también latina humus –tierra–. De ahí que seamos “humanos”, y que a nuestro muerte seamos inhumados o incinerados, volviendo a la tierra de la que nacimos.

En la Antigüedad clásica se creía que una persona de buen humor era aquella que tenía sus humores corporales equilibrados, mientras que las malhumoradas los tendrían descompensados. De manera que tener sentido del humor –sí– es síntoma de salud. Quizás por ello, en la Antigua Roma a la risa se la invocaba mediante fiestas auspiciadas por el Estado. Una de ellas fue la “Hilaria” (alegría) que se celebraba cada 25 de marzo para festejar el equinoccio de primavera, y se caracterizaba por los juegos y bromas, que provocaban sonoras carcajadas entre los participantes. De ahí que la palabra hilaridad sea,
Dibujo: Ana B.S.
en castellano, sinónimo de risa y algazara.

Lo más curioso es que esta manifestación no queda circunscrita a nuestro entorno grecorromano, sino que también tiene ramificaciones en la India. Se trata  del “Holi” hinduista o “festival de colores”, para celebrar el final del invierno y la llegada de la primavera, y en la que los participantes se lanzan alegremente polvos de colores y agua tintada a la cara, para que los divertidos rostros emulen el colorido de las flores, como símbolo de alegría.

Y porque el fin de los rigores del invierno era un motivo de felicidad, hasta hace poco más de cuatro siglos el año no comenzaba el 1 de enero (fecha que se adoptó mayoritariamente en Europa tras la reforma del calendario, promovida por el papa Gregorio XIII, en 1584) sino en torno a las fechas del equinoccio de primavera, como todavía ocurre, por ejemplo, en Irán y entre la etnia Uigur de la región china de Xinjiang, cuyo inicio se festeja con la celebración del “Norouz”, la fiesta del nuevo día.

De este modo,  el nacimiento, además de constituir un motivo de alegría, se asociaba también a los sentimientos de ternura e inocencia propios de la bisoñez de toda vida recién llegada. Motivo por el que las fiestas en que se celebraba la llegada del año nuevo estuvieran asociadas a la chanza y a las bromas, como si la comunidad entera volviera al estado inicial de la inocencia, propia de la niñez.

Y curiosamente, este rito (el de hacer bromas coincidiendo con las fechas de año nuevo) pervive aún en muchos países y en formidable estado de forma. Sin embargo, en Francia, Italia e Inglaterra el día de los inocentes es el 1 de abril, fecha en que antiguamente se inauguraba el calendario anual. Franceses e italianos celebran su día de inocentes bajo el nombre de “el pez de abril”, quizás porque Piscis es el último signo del zodiaco del invierno y bajo el que principia la primavera; mientras que para los ingleses es el “April Fools’ day”  (día de los inocentes de abril), costumbre que también dejaron los ingleses en Menorca tras 71 años de dominio británico sobre la isla balear a lo largo del siglo XVIII y hasta 1808. Así los menorquines no hacen inocentadas el 28 de diciembre, sino el 1 de abril, en que tiene lugar el “dia d´enganar”.

En el resto de España lo celebramos hoy, día de los Santos Inocentes, a tan solo unas horas de estrenarse el año nuevo, en recuerdo de la matanza de todos los niños menores de dos años, que habría sido ordenada por Herodes, rey de Judea, con el fin de acabar con la vida de Jesús recién nacido. Así que atención, porque hoy, además de los tradicionales muñecos en recorte de papel colgados a traición en espaldas ajenas, es también día propicio para la proliferación de fake news (noticias falsas). ¡Sardina de cinco kilos de peso, pero quién se va a creer eso!


viernes, 20 de diciembre de 2019

Luces de Navidad. Alumbrado navideño de las calles



 Iluminados   


Luis Negro Marco / Historiador y periodista

Hace ya algunos días que en la mayoría de grandes ciudades de España, los alcaldes de las mismas han declarado oficialmente inaugurado el alumbrado navideño de las calles. Luminarias resplandecientes que de tan hermosas, numerosas y deslumbrantes, en algún caso (para que no se pueda decir que sus adornos de Navidad tienen pocas luces) han llevado a algún edil a proclamar que la suya “is the most beautiful city in the world”, así, en inglés, que para eso es el idioma de la globalización; quizás por si a los astronautas de la Estación Espacial Internacional les pudiera caber alguna duda de qué ciudad española sería aquella en la que acababan de ver aparecer la estrella de Belén.

Sin embargo, las luces de Navidad, que tan felices ahora nos hacen, habrían sido impensables en la España del XIX, en cuyos primeros años de siglo las escasas farolas que proyectaban su luz sobre algunos de los escasos y privilegiados adoquinados públicos (no en todas las calles se podía mandar a alguien “a tomar viento a la farola”) lo hacían alimentando su llama a través de lámparas de aceite o petróleo. Ya en el año 1832, se instalaron en Madrid las farolas de estilo fernandino (referido –en este caso– al arte aplicado al mobiliario urbano que se desarrolló en España durante el reinado de Fernando VII: 1814-1833), y su  moda se extendería poco después a otras ciudades de España. De hecho, las farolas que actualmente engalanan y dan luz a algunas de las hermosas calles de Zaragoza –como es el caso de la calle Alfonso– son reproducciones de las farolas fernandinas del XIX, que devuelven en parte el luminoso arte modernista que durante las primeras décadas del siglo XX embelleció de art decó el paisaje urbano de la capital aragonesa.

Pero volviendo al alumbrado público, no sería hasta el mes de septiembre de 1834 (siendo la
Dibujo de GREGOR, ilustrando este artículo en
El Periódico de Aragón; edición del
día 20 de diciembre de 2019
reina Isabel II todavía una niña de tan solo 4 años de edad) cuando, mediante un real decreto, se ordenó que en todas las capitales de provincia de España donde todavía no los hubiera, habrían de establecerse el servicio de serenos y el de alumbrado nocturno, ya que así correspondía a las miras ilustradas (pues por algo el anterior siglo de la Ilustración había sido el de las luces) de su Majestad. Para entonces las farolas de las calles de Madrid ya eran muchas (de manera que a partir de entonces el despectivo término “abrazafarolas” tuvo ya vía libre para su invención) y eran de gas; pero de iluminación tan lánguida y deficiente, que proyectaban más sombras que luces sobre el suelo, haciendo dudar a los transeúntes –como a Don Quijote­–  de si el bulto que veían aproximarse en la oscuridad correspondía a un ser real o a un fantasma; de donde se generó la expresión “hacer luz de gas”, en referencia a la actitud consciente de una persona para generar una percepción engañosa de la realidad en otra.

Por otra parte, la asociación de los serenos con el servicio de alumbrado público en el real decreto, no se debía a algo casual, y de hecho, en 1840 quedaron unificadas en España las funciones de sereno y farolero (que no cualquiera para ello servía, de ahí la expresión “no te metas farolero”), siendo los serenos responsables de la conservación, limpieza y uso de las farolas públicas.

Posteriormente, en 1847, un nuevo decreto dejaba oficialmente regulados todos los demás cometidos de los serenos. En él se establecía que habrían de llevar de noche el uniforme reglamentario, portando con ellos “un chuzo o lanzón, un pito y un farol encendido”. Fueron además los serenos adelantados hombres y mujeres del tiempo de nuestros días, ya que entre otras tareas, debían anunciar en voz alta la hora, por lo menos cada cuarto, y el estado de la atmosfera. De ahí que –al menos hasta no hace muchos años– fuera corriente la expresión coloquial de (por ejemplo) “las 12 en punto y [tiempo] sereno” como respuesta a la pregunta de ¿qué hora es?

El oficio de sereno (quienes llegada la Navidad solían distribuir por las casas tarjetas de felicitación para pedir aguinaldo) desapareció en España a finales de de setenta. Pero afortunadamente nos han quedado las bombillas, el chocolate caliente y los churros. Qué bonita tríada para nuestros atribulados días, felizmente serenados a través del benéfico espíritu invernal de la Navidad.

Y así seguimos, iluminados por la breve pero reconfortante luz del solsticio de  invierno que se avecina, en que se vuelve a proclamar el triunfo del sol sobre las tinieblas y el  nacimiento de la Humanidad hacia un renovado encuentro con la vida. Mientras tanto, en muchos lugares del mundo, multitud de niñas y niños se siguen conformando con la luz tenue de una farola, a orillas de un paseo marítimo, o en una céntrica plaza de su pueblo o ciudad, bajo cuya iluminación poder estudiar  en un ajado libro, o hacer los deberes de mates, a lápiz y sobre un gastado cuaderno, para la clase del día siguiente en el cole.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Trinidad Morgades Besari (1931-2019), escritoria e intelectual ecuatoguineana, Académica correspondiente de la RAE y Académica de número de la AEGLE

Trinidad Morgades Besari
 in memoriam

Luis Negro Marco

Trinidad Morgades Besari (Malabo, 1931-2019)
El 10 de octubre de 2019 fallecía, a los 88 años de edad, en su casa de Malabo, la profesora de universidad y escritora Trinidad Morgades Besari, gran referente del  mundo universitario y  de la cultura en Guinea Ecuatorial. La escritora había nacido en Santa Isabel (Malabo), el 21 de abril de 1931, coincidiendo –prácticamente– su nacimiento con el del advenimiento en España (acaeció el 14 de abril) de la Segunda República.

En 1958 se convirtió en la primera mujer ecuatoguineana en obtener un título universitario al lograr su licenciatura en Filología en la Universidad de Barcelona. En 1965 contrajo matrimonio con el embajador Samuel Ebuka Besebo (fallecido el 13 de julio de 2014) fruto de cuya unión nació su hijo Samuel.

En 1966, Trinidad Morgades consolidaba sus honores académicos y conseguía el título de catedrática de inglés. Mérito muy loable para aquellos tiempos, máxime si tenemos en cuenta que en España no fue hasta el año 1953 cuando una mujer accedió por vez primera a una cátedra universitaria por oposición.

Revista «África 2000», nº 14; año 1991. 
Publicación editada por el «Centro Cultural 
Hispano Guineano» en la que Trinidad Morgades 
publicó su original adaptación teatral 
africana «Antífona», de Sófocles.
Después de la independencia de Guinea Ecuatorial (12 de octubre de 1968), Trinidad Morgades fue designada primera secretaria de la Embajada de Guinea Ecuatorial en Nigeria y posteriormente agregada cultural en Etiopía. Dos años después de su regreso a Malabo, en 1986, fue nombrada secretaria general del CICTE («Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Guinea Ecuatorial») y en 1992 gestionó, en calidad de directora, la Escuela Nacional de Agricultura, Pesca y Forestal.

En trayectoria siempre ascendente, de acuerdo a su valía, brillante formación y capacidad intelectual, en el año 2000 se convirtió en la directora del periódico «El Correo Guineoecuatoriano» y tres años después pasó a ser presidenta de ASOPGE, la «Asociación de Periodistas de Guinea Ecuatorial».

Portada de la Revista "La Gaceta de Guinea
Ecuatorial"
, correspondiente al mes de
noviembre de 2019, donde ha sido publicado
este artículo.
http://www.lagacetadeguinea.com/single-post/2019/12/16 /
Trinidad-Morgades-Besari-in-memoriam
Así mismo, en concordancia a su gran trayectoria académica, centrada en el estudio de los idiomas, en 2004 Trinidad Morgades participó en el «III Congreso Internacional de la Lengua Española» (CILE) –que desde 1997 organizan conjuntamente la «Real Academia Española» y el «Instituto Cervantes»– el cual se celebró en la ciudad argentina de Rosario. Marco de encuentro en el que presentó  un profundo e interesante estudio: «El español en Guinea Ecuatorial», con el que Trinidad Morgades afirmaba la presencia de la lengua española en Guinea Ecuatorial; lengua que ha resistido los embates de los cambios que han tenido lugar en Guinea Ecuatorial y sigue siendo nuestra primera Lengua oficial”. Y en reconocimiento a la calidad de este gran estudio, en el año 2009 fue elegida Académica Correspondiente de la «Real Academia Española» (RAE).

Siempre preocupada por el fomento de la educación y de la cultura, sobre todo entre la
juventud, trabajó incansablemente en la creación de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE), cuyo magistral proyectó se materializó en 2005, pasando a ocupar Trinidad Morgades el cargo de vicerrectora. 
Portada del libro «Introducción al pidgin de 
Guinea Ecuatorial», escrito por Trinidad Morgades 
en 2016. La portada reproduce un grabado inglés 
de finales del siglo XIX representando al 
explorador francés Brazza, en la región del Congo,
 dirigiéndose a un grupo de personas, en una aldea.

Su valiosa contribución al estudio y conservación del idioma español (Guinea Ecuatorial es el único país africano de habla hispana) le llevaron a formar parte, en 2013, del equipo pionero e impulsor de la «Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española» (AEGLE) –cuyos Estatutos fueron aprobados por la RAE en 2015–, de la que fue nombrada Académica de Número y Bibliotecaria, cargos que desempeñó hasta pocos meses antes de su fallecimiento.

Entre sus obras destacan la adaptación africana de “Antígona» (obra trágica de Sófocles, poeta griego del siglo V antes de Cristo), que Trinidad Morgades publicó en 1991 en «África 2000», la revista que había fundado el escritor Donato Ndongo Bidyogo y editaba el «Centro Cultural Hispano–Guineano». En «Antígona» la escritora transforma la tragedia en un drama con final esperanzador, en el que los coros clásicos griegos se funden en danzas tradicionales africanas de gran colorido y dramatismo. La obra fue representada en 2009 en los teatros de Mahón y Ciudadela (ciudades de la isla española de Menorca) por la compañía de teatro de Malabo «Bocamandja», con la dirección de Silebo Boturu. Esta obra de Trinidad Morgades tuvo una favorable crítica a nivel internacional, y a ella –entre otros muchos– dedicó un interesante estudio («La africanización de Antígona» publicado en 2014, en la Revista Ibero Americana) la hispanista María Zalduondo,  profesora de la  estadounidense Universidad de Bluefield College, del Estado de Virginia.

Así mismo, en 2016 Trinidad Morgades sacó a la luz un brillante trabajo de investigación: su libro “El pidgin de Guinea Ecuatorial», publicado por la editorial Aralia XXI. Una obra que profundiza en las características de esta lengua, de raíces mezcla del inglés y lenguas autóctonas, en Guinea Ecuatorial; y en la que además trata sobre las posibilidades del pidgin
como vehículo de comunicación entre comunidades con lenguas diferentes. Las páginas de este interesante libro  incluyen también un estudio sobre la diversidad de lenguas pidgins y criollas habladas en las costas africanas, y que en opinión de Trinidad Morgades, al ser tan diferentes de sus lenguas raíces, no deberían considerarse como dialectos de ellas, sino como idiomas diferenciados.
Trinidad Morgades Besari. Fue Académica
Correspondiente de la Real Academia Española (RAE)
 y Académica de Número y Bibliotecaria de la Asociación
Guineoecuatoriana de la Lengua Española (AEGLE)

Los actos fúnebres en memoria de Trinidad Morgades Besari tuvieron lugar el 19 de octubre, en la catedral de Malabo, y contaron con la presencia del Presidente de la República y de su esposa. Durante la ceremonia religiosa se pronunciaron emotivas palabras de condolencia, recuerdo y reconocimiento a la gran intelectual guineoecuatoriana; entre ellas, la del Embajador de España, Guillermo López Mac-Lellan; del Presidente de la CICTE, Anacleto Oló Mibuy; del Rector de la UNGE, Filiberto Ntutumu, institución que ha impuesto a la que fuera su vicerrectora la medalla de oro, a título póstumo; y del Presidente  de la AEGLE, Agustín Nze Nfumu, así mismo Presidente del Consejo de Administración de La «Gaceta de Guinea Ecuatorial», en cuya publicación colaboró Trinidad Morgades Besari con numerosos y magníficos artículos que quedarán para siempre, como su brillante trayectoria profesional y vital, en las cimas del acervo cultural de su nación, Guinea Ecuatorial.   


lunes, 2 de diciembre de 2019

Día del maestro 2019, en conmemoración de San José de Calasanz




Luis Negro Marco 

El día del maestro, cuya celebración tiene raíces netamente aragonesas, pues une al patrón de la profesión (así mismo fundador de la Orden religiosa de las Escuelas Pías y precursor de la pedagogía moderna), el oscense San José de Calasanz [Peralta de la Sal, 1557 – Roma, 1648] con uno de los alumnos más ilustres de las Escuelas Pías: el zaragozano Francisco de Goya [Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828] precursor a su vez del surrealismo y del arte moderno. El genial pintor dejó testimonio de su admiración hacia la gran obra educativa desarrollada por su paisano –Calasanz fue el creador, en 1597, de la primera escuela popular y gratuita–, en “La última comunión de San José de Calasanz”; cuadro que Goya pintó en 1819 –cumpliéndose ahora el segundo centenario de su realización– el cual constituye una de las grandes obras maestras de la pintura religiosa de todos los tiempos.

Dibujo de POSTIGO, ilustrando este artículo,
publicado en
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN en
su edición del 27 de noviembre de 2019
El reconocimiento mundial a la figura del maestro aragonés se patentizó en 1949, año en que España fue sede del “I Congreso  Internacional de Pedagogía” (celebrado en Santander, entre los días 19 y 26 de julio de aquel año) en conmemoración del tercer centenario de la muerte del santo de Peralta de la Sal. Fruto de aquel Congreso (organizado precisamente por el “Instituto San José de Calasanz” de Pedagogía, adscrito al CSIC) surgió la “Sociedad Internacional de Estudios e Investigaciones Pedagógicas”, de la que fue cofundadora la profesora Ángeles Galino Carrillo (1915-2014) quien en diciembre de 1953 se convirtió en la primera mujer española que lograba una cátedra universitaria (la de Historia de la Pedagogía, en la universidad de Madrid) por oposición.

Contrariamente a las teorías constructivistas, el maestro se configura como agente principal e indispensable de la acción educativa. Quizás por ello, “Los docentes primero: excelencia y prestigio en el Área de Educación en Europa” ha sido el lema que ha presidido la Segunda Cumbre Europea de Educación que, organizada por la Comisión Europea, se celebró en Bruselas el pasado 26 de septiembre. Allí se debatieron cuestiones importantes, tales como los vertiginosos cambios que se producen en la sociedad de nuestros días y a los que tienen que ser sensibles los maestros en su labor docente; pero también sobre el grado de reconocimiento social a su labor educativa; sobre el apoyo que reciben los maestros por parte de las administraciones del Estado de las que dependen; y también sobre su  función social, más alla de la escuela, como agentes dinamizadores y orientadores de la juventud hacia el nuevo y constantemente cambiante mercado laboral.  

Y es que la profesión de maestro exige un contacto permanente con la realidad, marcada en nuestros días por la aceleración tecnológica, anunciadora a su vez de una próxima “robolución” sustentada en la inteligencia artificial. Un futuro ya anticipado por el Foro Económico Mundial, en cuya Cumbre de Davos (Suiza) del pasado año anunciaba que, posiblemente, más de la mitad de los escolares de hoy desempeñarán en el día de mañana oficios todavía no inventados. ¿Y cuál ha de ser el papel del maestro en tan complejo escenario?

Quizás la respuesta se halle en el axioma de que si todo cambia es porque la esencia de las cosas es siempre la misma, de manera que bien podría afirmarse que existe también una esencia común en todo hecho educativo independientemente del momento o de la época en que tiene lugar.  Porque a partir de Calasanz, la escuela quedó establecida como una institución universal (ut omnes salvos essent – “para beneficio de todos”) universalmente reconocida y plenamente inmersa en la realidad poliédrica que ha caracterizado a cada período de la Historia, incluido nuestro tiempo actual. De manera que, ante la paradoja de un mundo digitalmente evolucionado y humanamente estancado, la escuela y los maestros se configuran como baluarte de la armonización social, a través de la educación, de la promoción de valores democráticamente solidarios y de la creación de puentes de comunicación entre personas pertenecientes a culturas diferentes.

Exactamente lo mismo que fueron las escuelas creadas por Calasanz, abiertas para todos los niños, sin distinción, y en consonancia con los avances de la razón y de las ciencias de su tiempo. Y en reconocimiento a su obra pedagógica universal,  Pío XII declaró a Calasanz patrón de las escuelas cristianas en 1948, y como patrón lo celebran también a día de hoy los maestros de numerosas naciones del mundo. Un reconocimiento que sus paisanos todavía le debemos, pues Zaragoza sigue sin contar con un monumento al aragonés que fundó la escuela popular.




martes, 13 de agosto de 2019

Agosto recibe su nombre del emperador Augusto, al igual que Julio de Julio César

                              https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/mes-augusto_1379568.html
El mes de Augusto

Luis Negro Marco 

También popularmente conocido en España como el de “cerrado por vacaciones”, nuestro mes de agosto, el octavo del año (palabra que proviene de la latina «annulus» –anillo– aludiendo así al perpetuo y circular ciclo del tiempo) fue el sexto del cómputo anual romano, que comenzaba en el mes de marzo; de ahí que recibiera el nombre de «mensis sextilis» –sexto mes– hasta que, en el año 8 antes de Cristo, el emperador Augusto (63 a.C. – 14 d.C.) le dio su propio nombre (del mismo modo que en el año 44 a.C. «Quintilis» recibió el nombre de «Julius» –nuestro mes de julio– en honor de Julio César, padre de Augusto), a fin de que sirviera de recordatorio de los numerosos y felices acontecimientos que, bajo el reinado del emperador César Augusto (de cuyo nombre proviene el de Zaragoza) sucedieron en aquel más que bimilenario e histórico mes de verano.

Y si el imparable cambio climático, que de un tiempo a esta parte nos afecta, está elevando
las temperaturas, alargando las calores más allá del estío, hasta hace tan solo unas décadas no fue así, y si no, ahí está el cada vez más desfasado refrán: “En agosto, frío en el rostro”. También fue el mes de las cosechas (que ahora se adelantan incluso hasta finales de junio), y por tanto tiempo de bonanza, hasta el punto de que la expresión “hacer el agosto” o “el agostillo” equivalía a hacer un buen negocio o lograr buenos ingresos económicos debido a unas favorables circunstancias.
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  -Augusto de Prima Porta.- 
         Museo Vaticano-
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Era también el mes de los «agosteros», los mozos que se desplazaban desde otros pueblos o regiones (por ejemplo, los que iban desde Galicia –donde no hay apenas cereal– a Castilla) en busca de un jornal, ayudando a los segadores, tirando de hoz, dalla y zoqueta de madera para proteger los dedos de la mano de indeseables cortes.  Pero también había otro tipo de «agosteros»: eran los frailes que enviaban las Órdenes religiosas durante el mes de agosto para recoger por los pueblo las limosnas del trigo y otros granos.

Y de agosto, deriva la polisémica palabra «agostar», aplicada al campo, cuando el excesivo calor hacía que secaran o abrasaran los sembrados y se marchitaran las flores. Y por derivación, el verbo «agostarse» hacía referencia a la actitud que tomaba una persona cuando veía desvanecida su dicha o sus esperanzas. Pero también se producía la acción de «agostar» cuando los pastores llevaban a los ganados a pastar en los rastrojos que quedaban en las piezas una vez cosechada la mies; y allí pasaban el día, hasta que por la noche las ovejas eran conducidas a los «agostaderos», es decir, a los apriscos de verano, muy próximos a los campos de rastrojeras.  Y por último también era “agostar” el labrar la tierra durante el mes de agosto.

Y como en la fábula de Esopo sobre la cigarra y la hormiga, quien solo disfrutaba del calor, rehuía de trabajar de sol a sol y vivir de la agostera siega ajena, recibía el nada ennoblecedor nombre de «agostador», es decir la persona que disipaba los bienes ajenos, despilfarraba o malgastaba la hacienda de otros.

Y finalmente, también es agosto el que precede a septiembre, el tradicional mes de la vendimia (si bien las calores tan altas de este año ya han provocado que en algunos lugares de Andalucía la vendimia se haya adelantado a agosto), y así ambos meses van hermanados en este didáctico refrán: “Agosto y vendimia no es cada día y sí cada año; unos con ganancia, y otros con daño”. Y como prueba, las temibles y agostadoras tormentas con granizo tan habituales en verano, para cuya prevención se encendían estufas en los cabezos alimentadas con carbón vegetal, en la esperanza de que el humo disipara las amenazadoras nubes negras. Y también se lanzaban contra ellas grandes cohetes, pues se creía que la explosión podría disolver sus cristales de nieve.

Así mismo es agosto el mes más festivo del año. Y por cierto también en la antigua Roma existieron unas importantes fiestas llamadas «Augustales», creadas en el año 19 a.C. para celebrar el victorioso regreso de Oriente del emperador Cesar Augusto, las cuales se celebraban entre el 5 y el 12 de octubre. Finalizaban, pues, el día del Pilar; y es que hasta en eso se nota a día de hoy que Zaragoza es una maravillosa y hermosa ciudad Augusta.