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sábado, 14 de septiembre de 2013

El fuego en los bosques de España ha quemado a lo largo del año 41.000 hectáreas de arbolado, el 35% en Galicia. Una catástrofe ecológica y humana

                              Galicia-Pompeya 
     Luis Negro Marco / Santiago de Compostela

 
Portada del libro "Pompeya", del historiador
inglés Robert Harrris, que narra los últimos días
de la ciudad romana de Pompeya, destruida por
la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra Era.
Una sofocante semana a finales de Agosto del año 79 d.C… ¿Qué mejor lugar para pasar los últimos días del Verano que la Bahía de Nápoles? A lo largo de toda la Costa, los ciudadanos más ricos del Imperio de Roma se relajan en sus lujosas villas, la flota más poderosa del mundo descansa pacíficamente fondeada en Miseno, y los visitantes gastan su dinero en las localidades de Herculano y Pompeya.
 Solo un hombre parece preocupado. El ingeniero Marco Atilio Primo, acaba de hacerse cargo del Aqua Augusta, el enorme acueducto que suministra agua potable al cuarto de millón de habitantes de las nueve ciudades de la Bahía de Nápoles, y por primera vez desde hace generaciones, los manantiales se están secando.
 Su predecesor ha desaparecido y hay un problema en algún punto de los noventa kilómetros de la conducción principal, al Norte de Pompeya,  justamente en las faldas del Vesubio. Atilio, responsable, práctico, incorruptible, asegura a Plinio, comandante de la flota imperial, y famoso erudito, que puede reparar el acueducto antes de que los depósitos se queden sin agua. Pero mientras se encamina hacia el Vesubio, se dispone a descubrir que hay fuerzas en la Naturaleza que ni él ni el Imperio más grande del mundo pueden controlar. En la mañana del 24 de Agosto del año 79 d.C. Plinio vio un gran incendio, como si saliese de las faldas del Vesubio, y aunque en un principio pensó que se trataba de otro de tantos incendios que habían plagado la bahía durante todo el estío, la altura de la nube de humo que provocaba, y su velocidad de ascenso eran algo que nunca había visto antes. De repente, todo se volvió oscuro y el aire se llenó de una fina lluvia de carbonilla. Pronto, la ceniza del fuego del Vesubio, arrastrada por el viento, estaba cayendo directamente sobre la ciudad de Pompeya. Después, dos grandes explosiones, y numerosos y mortales ríos de
Molde del cuerpo de un hombre hallado así, por los arqueólogos
que realizan excavaciones arquueológicas en la ciudad de Pompeya,
sobre las escaleras en las que murió asfixiado a causa de los gases
expulsados por la gran explosión del Vesubio en el año 79 d.C. y
que destruyó por completo la ciudad de Pompeya
.- Este molde se
encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (Italia)

lava anegaron de fuego líquido las calles y casas de la ciudad, petrificando para siempre pertenencias, animales y personas, muchas de ellas, ajenas a la muerte de fuego que les sobrevenía, habían permanecido hasta los últimos instantes de su vida continuando, como si nada ocurriese, con sus labores rutinarrias. Hoy sabemos, gracias a la Vulcanolgía, que la energía térmica liberada durante la erupción del Vesubio del año 79 d.C. habría sido, aproximadamente, de 32 x 10 Julios elevado a 18; es decir, unas 100.000 veces la de la bomba atómica de Hiroshima. Hasta aquí el relato del escritor e historiador Robert Harris, en su libro "Pompeya" (editado por Grijalbo en 2004) sobre la destrucción de aquella floreciente y rica ciudad de Roma, ocurrida en el año 79 d.C. a causa de la tremenda erupción volcánica del Vesubio.

Vista desde la iglesia de Tal (provincia de Coruña) del incendio que se
declaró en el monte de Porto do Son, en la tarde del 12 de Septiembre,
en el lado opuesto  de la Ría de Muros. La altura e intensidad de la columna
 de humo asemejaba la erupción de un volcán.
- Foto: Luis Negro Marco
Dejamos la Historia y volvemos a la actualidad de nuestros días: Galicia, 9 de Septiembre de 2013, a las cuatro de la tarde; se declara un incendio en el monte de la aldea de Santa María de Figueira, muy próxima al "Monte Pedroso", sobre la ciudad de Santiago de Compostela. Desde el  citado pico santiagués  se divisa la columna y olor a humo. El efecto óptico es que el fuego está justo detrás de la Residencia Oficial del Presidente de la Xunta, si bien, afortunadamente, las llamas están a algunos kilómetros de distancia. Desde el
Vista desde el Monte Pedroso, en Santiago de Compostela, del
incendio declarado el lunes, 9 de Septiembre en la aldea de Santa
María de Figueiram, que quemó 4o hectáreas de arbolado.-
Foto: Luis Negro Marco
"
Monte Pedroso", se divisan con claridad, como si fuese el escenario de una batalla, la profesionalidad con la que actúan los piltos de hidroaviones y helicópteros integrantes de los medios de extinción del fuego de la Xunta de Galicia. Hasta seis helicópteros y cuatro hidroaviones, más decenas de brigadas, bajo la dirección de varios agentes forestales, trabajan sin descanso para que las llamas estén controladas antes de que anochezca y no puedan seguir trabajando los medios aéreos. El saldo final de este nuevo desastre ecológico: 40 hectáreas de monte quemadas; el daño humano: terrible, por el miedo causado entre los vecinos de Figueiras y pérdida
Estado que presentaba, desde el "Monte Pedroso"  de Santiago , el
monte calcinado por el incendio del día anterior, 9 de Septiembre,
en el término de Santa María de Figueira
.- Foto: Luis Negro Marco
de sus bienes y su entorno natural. Nada vuelve a ser lo mismo tras la destrucción del fuego. El paisaje devorado por las llamas es como la
dantesca visión del "Descenso a los Infiernos"; un paisaje lunar, que adjetiviza la ausencia de atmósfera y  vida.
 11 de Septiembre de 2013: El "Monte Pindo" el aclamado "Olimpo celta" por el Padre Sarmiento, empieza a arder a causa de un fuego, casi con total seguridad, intencionado. En sus inmediaciones se encuentra la población coruñesa de Carnota (muy
Atardecer del 12 de Septiembre sobre el Monte Louro (Muros)
La estela rojiza es en realidad el humo y cenizas en suspensión,
coloreadas por los rayos del sol, procedentes del fuego que estaba
calcinando el "Monte Pindo" de la población coruñesa de Carnota.
La foto está to
mada desde "Playa Groseira",  térmnino de Abelleira.
Foto: Luis Negro Marco
cerca de
Muxía y Finisterre) muy conocida por encontrarse allí el hórreo de mayor longitud de Europa, con más de dos siglos de antigüedad. Las llamas llegan hasta la misma población, y muchas casas deben ser desalojadas por efectivos de la Guardia Civil y Protección Civil. En el mismo día arden los montes de la también coruñesa localidad de Negreira y los de Porto do Son, también en la provincia de A Coruña
 En la tarde del Jueves, 12 de Septiembre de 2013, camino de la localidad costera de Esteiro, llegando al cruce de Noia, en las inmediaciones de Ponte Nafonso, que cruza la ría, se ve un nuevo foco de fuego en el monte. En Esteiro parece que cuesta hasta respirar; la temperatura es alta, de 27º, y el cielo está cubierto de bruma, teñido de gris. Se
Columna de humo del incendio que se declaró
al mediodía del viernes, 13 de Septiembre en
el término de Esclavitude, aldea próxima a Padrón.

Foto: Luis Negro Marco
huele a humo;  la sensación es la de estar respirando más dióxido de carbono que oxígeno. Los viandantes caminan sin embargo con tranquilidad, como si estuviesen acostumbrados: "
Éche o que temos", dicen con resignación. Y es que allí, en Esteiro, es donde confluyen las olas de ceniza y humo de los incendios de Carnota y Negreira. A las cinco de la tarde, al otro lado de la 
ría de Muros,en el monte de Porto do Son (provincia también de La Coruña) acaba de surgir un nuevo incendio, en la falda del monte que se alza sobre la playa de Aguieira. La intensidad del fuego es tal que el humo espeso, blancuzco, negruzco y grisáceo, parece un volcán. En seguida se oye el rugir de los motores de los hodroaviones y helicópteros de la Xunta de Galicia que acuden rápidamente a sofocar las llamas.
 A las ocho y media de la tarde del Jueves, 12 de Septiembre, empieza a anochecer y el sol acaba de ocultarse tras lo alto de "Monte Louro", de Muros. Y entonces, en el cielo del atardecer empieza a aparecer una estela rojiza de humo y cenizas en suspensión, que se hace visible al ser atravesada por los últimos rayos de sol. "Cheira a fume". Las llamas continúan detrás del "Monte Louro" arrasando casi por completo el "Monte Pindo": 2,000 hectáreas quemadas, o lo que es lo mismo, el 90 por ciento de su superficie; el fuego ha acabado en dos días con cuarenta mil años de historia y  vida de bosque atlántico y sus 650 especies vegetales catalogadas, 100 de ellas especialmente protegidas por estar en peligro de extinción, como el roble enano y el lirio de monte
Vista de la Playa del Vilar (en el término municipal de la
localidad coruñesa de Ribeira. Una vez más, en la tarde del
Viernes, 13 de Septiembre. Una vez más, la rojiza estela de
humo y cenizas en suspensión, procedente de los incendios
de Negreira y Carnota.
- Foto: Luis Negro Marco
 Con ser el peor de los fuegos declarados en Galicia en el año 2013, las cifras asustan y superan inimaginablemente, el más elemental sentido común: desde el 1 de Enero de 2013 hasta el 13 de Septiembre de este año, han ardido en Galicia casi 41.000 Hectáreas de monte en 7.685 fuegos declarados en la Comunidad  de Galicia, según fuentes del propio Ministerio de Agricultura. Pero si increíbles, pero reales, son estas cifras, más aún lo es este dato: el total de hectáreas quemadas este año en Galicia es ¡un 65% menor! a la media de años anteriores
 El viernes, 13 de Septiembre, a la una y media de la tarde, junto al término de la aldea de Esclavitude, (entre Padrón y Santiago) surge una gran columna de humo, que se hiergue como un volcán. Se trata de un nuevo incendio al que, una vez más, con una rapidez encomiable, empiezan a dirigirse para, extinguirlo, dos hidroaviones de la Xunta. 
 
Así fue atardeciendo en la Playa del Vilar (Ribeira) el Viernes,
13 de Septiembre. Lejos de ser un idílico atardecer, la estela roja
está integrada por una masa de dióxido de carbono y cenizas.-

Foto: Luis Negro Marco
Tantos
fuegos, en tantos lugares distintos y próximos y en tan reducido espacio de tiempo, son, a todas luces, intencionados. Los incendiarios realizan acciones homicidas que atentan contra las personas, pues queman los bosques, que son el pulmón por el que respira el planeta. Sin bosques no habría oxígeno, ni vida. Nunca tan cierto aquel eslogan de la niñez de quienes ahora rondan los 50, colocado en letreros de chapa de arboledas y bosques, en el que una simpática ardilla, vestida de agente forestal prevenía así sobre los incendios: "Si el bosque se quema, algo tuyo se quema". Y eso es tan cierto como cuando alguien nos pincha con una aguja y sentimos dolor. Así ocurre con cada árbol devastado por las llamas: es un pedacito de nuestro pulmón, de nuestra propia Historia (hay árboles todavía, cuyo tronco bien pudo haber sido también visto, como nosostros hoy en día, por vikingos, árabes y hasta legionarios romanos) que se destruye y desaparece.

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