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martes, 21 de abril de 2015

Guinealogía o la riqueza de la lengua y el sentir español de Guinea Ecuatorial


Guinealogía

(Este artículo fue publicado en la revista "Bata me mata", editada por el Centro Cultural Español de Bata, en el mes de junio de 2012)

Luis Negro Marco / Bata 

-¿Ngolo?
-Nada.
-Al tercer taxi que paro, el conductor asiente y claxonea: Piiii. Sé que puedo subir. “Buenas”. A la altura de la Torre de la Libertad la señora que está junto a mí, susurra al taxista: “Aquí”. El conductor detiene el vehículo. La señora entrega un quinientos al conductor. 
-¿No tienes calderillas?
–¡Pero cómo! ¿Me vas a cobrar un quinientos? Habérmelo dicho antes y hubiera cogido otro taxi ¡Chico! Es el tercero que me lo hace hoy. A ver cómo compro yo ahora el kilo de chicharros a dos mil…
-Me echo mano al bolsillo por ver si tengo calderillas y puedo ayudar a la señora. Pero ¡Chico! Tampoco llevo yo calderillas. También voy a dejar de obligada propina dos de cien al “afortunado” conductor.
Vendedora de plátanos en el mercado de Bomudi / Foto: Luis Negro (2012)
-Un segundo acompañante del vehículo me dice resignado y con una mueca de hilaridad: “Hermano, para vivir en este país hay que saber guinealogía. –“Así es”, le respondo también yo sin poder ocultar un gesto de desánimo.
-Desciendo del taxi al llegar a mi destino. El calor y la humedad son tremendos; llevo la camisa empapada en sudor. Paso delante de un grupo de niñas que “malabosean” del novio de una de ellas. La ha dejado para irse con su mejor amiga. En este verdadero congreso de “congosás” las niñas mezclan el fang con el español y tratan de consolar a la antigua novia que grita de rabia y enojo.
-Parece ser San Valentín, pues conforme avanzo hacia Biyendem, oigo a un grupo de muchachos que hablan: -Que si fulanita solo le quiere como “enganche” y que va a las discotecas los sábados en la noche en busca de alguien que le proponga un “amporté”. -Desde que no le puedo pagar el “Aguacate” ya no quiere saber más de mí –se lamenta el joven–.
Bar de Bata anunciando la venta de Pepe Sup.- Luis Negro (2012) 
-Paso delante de una peluquería. Recuerdo que me quería cortar el pelo. Me acerco al peluquero: –¿Cuántó? -¿Solo por pelucar?-Sí. –Quinientos.–Vale.
–Después de pelucarme siento sed y me acerco al bar de Mama.
–Hola ¿Qué tal estás? –Un poco bien. ¿Quieres tomar? –Sí, dame un “San Miguel”. ¡  –¿En botella? –Vale. –¿Y qué tal le va a Pergentina en el colegio al que asiste? –Bien. Ya sabes que es muy lista. Ella no es abusadora como otros niños que son maliciosos.  –¿Y a tu primogénita, Francisca, ya le ha doteado su novio?  –Sí, la boda es en agosto y te voy a invitar. –Gracias, iré, pero espero no tener que pagar doscientos mil en la barrera por reírme.
–Me despido de Mama y me voy “apeando” hacia casa. –Hola Chino, me dice un chiquillo. “Que no soy chino”, le contesto yo, “que soy español”. Paso delante de bares pintados de azul con hermosas terrazas en madera. “Domingos por la mañana hay Pepesup ”. Suenan pegadizas y bonitas canciones al ritmo del “Machacando” de Sandra Star, Adjogening, Elvira Majeda, Doctor Mbomeche, Mercedes de Eló, Luis Mbomio, El Coro de Mujeres de Zaragoza…  Me dan ganas de bailar. Ese ritmo que late a borbotones en el alma de los africanos.
Atardecer rojizo de Bata, rasgado de hojas de palmera.- Luis Negro (2012)
–Está anocheciendo, y el cielo deja entrever manchones de rojo entre su azulado rostro, rasgado por las puntiagudas ramas de los palmistes. Mañana es domingo y asistiré a la misa de diez que oficia en la parroquia de Biyendem el padre Lucio. Grabaré con mi cámara los inigualables y bonitos cánticos y bailes del coro femenino Ntonove. Sé que aquí, en África, está el origen del Gosdpell estadounidense. África es el origen de todo, el frasco en el que se condensan las esencias del universo.
–La oscuridad ya es total. Atrás ha quedado la línea de bares. La música sigue escuchándose, melodiosa, alegre, a lo lejos. Enciendo la linterna de mi móvil para no meter el pie en un charco. Y a punto ya de abrir la puerta de casa,  en esta pegajosa y caliente noche de Guinea Ecuatorial, cargada de pesados y no tan lejanos aromas de selva, por un instante pienso que me gustaría volverme negro para estar más cerca de la inagotable fuente de vida que brota de las entrañas de esta maravillosa tierra africana.




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