Guinealogía
(Este artículo fue publicado en la revista "Bata me mata", editada por el Centro Cultural Español de Bata, en el mes de junio de 2012)
(Este artículo fue publicado en la revista "Bata me mata", editada por el Centro Cultural Español de Bata, en el mes de junio de 2012)
Luis Negro Marco / Bata
-¿Ngolo?
-Nada.
-Al tercer taxi que paro, el conductor asiente y claxonea: Piiii. Sé
que puedo subir. “Buenas”. A la altura de la Torre de la Libertad la señora que
está junto a mí, susurra al taxista: “Aquí”. El conductor detiene el vehículo.
La señora entrega un quinientos al conductor.
-¿No tienes calderillas?
–¡Pero cómo! ¿Me vas a cobrar un quinientos? Habérmelo dicho antes y
hubiera cogido otro taxi ¡Chico! Es el tercero que me lo hace hoy. A ver cómo
compro yo ahora el kilo de chicharros a dos mil…
-Me echo mano al bolsillo por ver si tengo calderillas y puedo ayudar a
la señora. Pero ¡Chico! Tampoco llevo yo calderillas. También voy a dejar de
obligada propina dos de cien al “afortunado” conductor.
Vendedora de plátanos en el mercado de Bomudi / Foto: Luis Negro (2012) |
-Un segundo acompañante del vehículo me dice resignado y con una mueca
de hilaridad: “Hermano, para vivir en este país hay que saber guinealogía. –“Así es”, le respondo
también yo sin poder ocultar un gesto de desánimo.
-Desciendo del taxi al llegar a mi destino. El calor y la humedad son
tremendos; llevo la camisa empapada en sudor. Paso delante de un grupo de niñas
que “malabosean” del novio de una de
ellas. La ha dejado para irse con su mejor amiga. En este verdadero congreso de
“congosás” las niñas mezclan el fang
con el español y tratan de consolar a la antigua novia que grita de rabia y
enojo.
-Parece ser San Valentín, pues conforme avanzo hacia Biyendem, oigo a un grupo de muchachos
que hablan: -Que si fulanita solo le quiere como “enganche” y que va a las discotecas los sábados en la noche en
busca de alguien que le proponga un “amporté”.
-Desde que no le puedo pagar el “Aguacate”
ya no quiere saber más de mí –se lamenta el joven–.
Bar de Bata anunciando la venta de Pepe Sup.- Luis Negro (2012) |
-Paso delante de una peluquería. Recuerdo que me quería cortar el pelo.
Me acerco al peluquero: –¿Cuántó? -¿Solo por pelucar?-Sí. –Quinientos.–Vale.
–Después de pelucarme siento
sed y me acerco al bar de Mama.
–Hola ¿Qué tal estás? –Un poco
bien. ¿Quieres tomar? –Sí, dame un “San Miguel”. ¡ –¿En botella? –Vale. –¿Y qué tal le va
a Pergentina en el colegio al que asiste? –Bien. Ya sabes que es muy lista.
Ella no es abusadora como otros niños
que son maliciosos. –¿Y a tu primogénita, Francisca, ya le ha doteado su novio? –Sí, la boda es en agosto y te voy a invitar.
–Gracias, iré, pero espero no tener que pagar doscientos mil en la barrera por
reírme.
–Me despido de Mama y me voy “apeando”
hacia casa. –Hola Chino, me dice un
chiquillo. “Que no soy chino”, le contesto yo, “que soy español”. Paso delante
de bares pintados de azul con hermosas terrazas en madera. “Domingos por la
mañana hay Pepesup ”. Suenan
pegadizas y bonitas canciones al ritmo del “Machacando”
de Sandra Star, Adjogening, Elvira Majeda, Doctor Mbomeche, Mercedes de Eló,
Luis Mbomio, El Coro de Mujeres de Zaragoza…
Me dan ganas de bailar. Ese ritmo que late a borbotones en el alma de
los africanos.
Atardecer rojizo de Bata, rasgado de hojas de palmera.- Luis Negro (2012) |
–La oscuridad ya es total. Atrás ha quedado la línea de bares. La
música sigue escuchándose, melodiosa, alegre, a lo lejos. Enciendo la linterna
de mi móvil para no meter el pie en un charco. Y a punto ya de abrir la puerta
de casa, en esta pegajosa y caliente
noche de Guinea Ecuatorial, cargada de pesados y no tan lejanos aromas de
selva, por un instante pienso que me gustaría volverme negro para estar más
cerca de la inagotable fuente de vida que brota de las entrañas de esta maravillosa tierra africana.
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