Protestar en tiempos
difíciles
Luis Negro Marco / Cahors
Para que sea posible la protesta ciudadana
son necesarios: la existencia de un conflicto, recursos para su realización, y
una cultura social que la lleve a cabo. En la España de comienzos del siglo XX no fueron pocas
las protestas que, por su especial violencia, terminaron con un decreto de la
gobernación resignando el mando en la autoridad militar, que a su vez
declararon el estado de guerra. Pero lejos de aplacar el conflicto, este tipo
de medidas no hicieron sino avivar la llama de la violencia entre los
desesperados manifestantes, la mayoría de ellos personas sin trabajo y sin
recursos para mantener a sus familias.
La llamada “guerra de África”, durante las
tres primeras décadas del siglo XX, requirieron de constantes sorteos de quintas que terminaron en no pocas
ocasiones en altercados, como aconteció en un pueblo de Orense, en 1921, con la
quema de las papeletas con los nombres de los mozos. Del mismo modo, el anticlericalismo
social se tradujo en la quema de edificios religiosos, siendo significativa la
que aconteció en Barcelona en julio de 1909, en el marco de la huelga general
contra la guerra en Marruecos.
Puede
decirse que los desfiles militares, las procesiones religiosas y los cortejos
fúnebres y de
obreros, fueron el precedente más inmediato de las manifestaciones,
en sus distintas modalidades. Con ellas, se trataba de ocupar la vía pública
(Manuel Fraga, siendo ministro del Interior, en 1976, fue quien pronunció la célebre
frase: ”la calle es mía”, a Ramón Tamames) para promover diversas reclamaciones
de pertenencia política y apoyo para determinada posición o programa político a
través de gritos, silencios, pancartas, banderas o slogans.
Portada del libro. "Protestar en España", de Rafael Cruz; Alianza editorial.- Madrid, 2015 |
Las huelgas promovidas por los sindicatos
(principalmente UGT y CNT), en la década de 1920, fueron asimismo respondidas a
menudo con cierres patronales (lock-outs).
Pero además del conflicto laboral y social, también los militares manifestaron
entonces su malestar, principalmente en lo referido a las Juntas de Defensa, lo
que provocó, por ejemplo, la sublevación del Cuartel de Carmen en Zaragoza.
También hay que tener en cuenta que las
protestas pacíficas son manifestación popular de la soberanía popular, como
ocurrió en España durante el período comprendido entre 1924 y 1939, año en que
finalizó la última guerra civil española y en que dio comienzo el período negro
de la dictadura de Franco y la supresión “de facto” de los derechos de
ciudadanía de los españoles.
Durante este tiempo, la contundente represión
policial provocó en no pocas ocasiones la muerte de manifestantes, como ocurrió
en Vitoria, en marzo de 1976, cuando cinco trabajadores resultaron muertos
durante el desalojo de la iglesia de San Francisco, donde se habían encerrado junto
a decenas de compañeros reclamando mejoras laborales.
La llegada de la Democracia ha
propiciado a su vez nuevos tipos de protesta y reivindicación. De este modo, el
hartazgo de la sociedad española contra los criminales atentados de ETA,
suscitó en el País Vasco el surgimiento del movimiento ciudadano “Gesto por la Paz ”. Y del mismo modo, el
brutal atentado perpetrado por el movimiento terrorista de Al Quaeda, el 11 de
marzo de 2004 en la estación madrileña
de Atocha, dio origen a una respuesta ciudadana inmediata, con una
impresionante capacidad de convocatoria a través de mensajes de móvil: (“Pásalo”)
en los días previos a las elecciones generales que tuvieron lugar tres días
después. Y hasta sería posible que Rodríguez
Zapatero hubiese ganado, por esa circunstancia, aquellas elecciones frente
hasta el entonces claro favorito en las encuestas, el actual presidente de
España, Mariano Rajoy.
En
Aragón, las principales reivindicaciones sociales durante los últimos años han
tenido lugar con motivo de la oposición al trasvase del Ebro; pero también por
la reclamación de mayores cotas de autonomía política, la defensa por la
dignidad de los aragoneses (“Teruel Existe” y
la Coordinadora
de los afectados por los grandes embalses y trasvases-COAGRET- han sido las principales plataformas), y la
devolución de los bienes eclesiásticos de la Franja.
A nivel nacional, destacó, desde diciembre de
2002, con motivo del naufragio del Prestige y la consiguiente marea negra que
afetó a buena parte de las costas de Galicia, el surgimiento del movimiento
“Nunca máis”, base a su vez de “las mareas ciudadanas”. Ya en 2011, el
movimiento de los indignados contra la corrupción, dio origen a la Plataforma 15-M que a
su vez, catapultó la creación de candidaturas y partidos políticos, como en el
caso de “Podemos”.
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