Firmas invitadas
(P. Ignacio de Nicolás, escolapio)
XVII Domingo del tiempo ordinario:
La multiplicación de panes y peces
(Jn 6, 1-15) Lugares paralelos : Mt 14,13-21; Mc 6, 30-44; Lc 9,10-17
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P. Ignacio de Nicolás, escolapio
LUGAR Y TIEMPO: Después de
esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, del de Tiberiades (1).Y
mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba con los enfermos
(2). Subió Jesús al monte y se
sentó allí en compañía de sus discípulos (3). Y estaba próxima la Pascua, la
fiesta de los judíos. Post
haec abiit Iesus trans mare Galilaeae, quod est Tiberiadis. Et sequebatur eum multitudo magna,
quia videbant signa, quae faciebat super his, qui infirmabantur. Subiit autem
in montem Iesus et ibi sedebat cum discipulis suis. Erat autem proximum Pascha, dies festus Iudaeorum. MAR DE GALILEA: En realidad es un lago de agua dulce; pero por su
tamaño parecido a una harpa era llamado de mar de Genesaret [del hebreo kineret,
arpa o lira] de 21 km de longitud norte-sur y 13 km de longitud este-oeste,
con una profundidad máxima de 48 m y una altura de 212 m bajo el nivel del mar,
lo que le convierte en el lago de agua dulce más bajo del mundo. Su perímetro
consta de 53 km y su superficie tiene un tamaño de 166 km². El lago se menciona
en la Biblia desde la época de los reyes de Israel. En la orilla oeste se sitúa
la ciudad de Tiberíades, construida por Herodes en honor al emperador romano
Tiberio, del que recibió su nombre y que solo Juan conserva como veos en el
primer versículo. Los otros evangelistas lo denominan como lago de Genesaret
(Mt 14, 34; Mc6, 53 y Lc 5,1). Los rabinos dicen acerca del lago, "Aunque
Dios haya creado siete mares, aun El escogió este como su deleite
especial." Este maravilloso lago se forma por el descenso del
Río Jordán y es flanqueado al este por las montañas del Golán y al norte y
oeste por la baja Galilea. En
"...Este maravilloso lago se forma por el descenso del Río Jordán y es flanqueado al este por las montañas del Golán y al norte y oeste por la baja Galilea... Foto: Luis Negro Marco |
JESÚS PREGUNTA: Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: « ¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos? » (5) . Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer (6) . Felipe le contestó: « Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco (7). Cum sublevasset ergo oculos Iesus et vidisset quia multitudo magna venit ad eum, dicit ad Philippum: " Unde ememus panes, ut manducent hi? ". Hoc autem dicebat tentans eum; ipse enim sciebat quid esset facturus. Respondit ei Philippus: " Ducentorum denariorum panes non sufficiunt eis, ut unusquisque modicum quid accipiat! ". Sabemos por los otros evangelistas que la predicación de Jesús se prolongó durante un tiempo y llegó la hora de despedirlos. Fueron los discípulos que pidieron despachase las multitudes [unos 5 mil hombres según Lucas] al atardecer (Mt) pues la hora era muy avanzada (Mc) o como dice Lucas era una hora muy avanzada. Y según los tres sinópticos la idea de despedir a la multitud vino de los discípulos. Solamente en pan eran necesarios 200 denarios o 4 céntimos por cabeza y pan [un denario para 5 hombres], que sería el precio de un pan sin levadura de aproximadamente 25 cm de diámetro y del grueso de un dedo gordo: la base de una pizza sin complementos. Serían 5 mil panes. Por eso piden a Jesús que los envíe para que puedan comprar los necesarios alimentos. Los tres sinópticos relatan una tradición. Juan narra los factos como testigo ocular de los mismos. Luego parece que fue Jesús quien tomó la iniciativa y por eso preguntó a Felipe, originario de Betsaida (Jn 1,43), lugar cerca de donde estaban reunidos los cinco mil hombres, que debía conocer bien las cercanías, donde se podían comprar panes para los asistentes. La respuesta de Felipe fue desconcertante: no había posibilidad de alimentarlos, con los medios disponibles no momento. 200 denarios [doscientos días de trabajo] eran insuficientes y probablemente la bolsa común de que era portador Judas no tendría esa suma de dinero. Así Juan prepara la certeza del milagro al señalar la imposibilidad de poder alimentarlos de manera natural.
INTERVIENE ANDRÉS: Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: (8). « Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececitos; pero ¿qué es eso para tantos? (9). Dicit ei unus ex discipulis eius, Andreas frater Simonis Petri: " Est puer hic, qui habet quinque panes hordeaceos et duos pisces; sed haec quid sunt propter tantos? ". Encontramos de nuevo un nombre propio, que indica una observación testimonial. Y precisamente es Andrés que era también de Betsaida (Jn 1,44) y amigo de Felipe (Jn 12, 27) el que acude a la ayuda de su amigo: Tenían como principio el cesto de un muchacho con cinco panes de cebada y dos pececitos. El muchacho, dicen, sería un vendedor ambulante que siguen a las turbas con su comercio de bebidas y chucherías. El pan de cebada [krithinos, hordeaceus] era el alimento de la gente pobre, en una Palestina en que el trigo era abundante. Los peces [opsarion] diminutivo de opson, pez. Como diminutivo indicaba una parte de un pez salgado como es el bacalao o preparado de otra manera para ser comido con panque lo envolvía para ser una especie de sándwich. Sabemos que existía en Tariquea, al sur del lago, una factoría de salazón de pescado. Todas estas preguntas y respuestas tendían a garantizar la certeza del milagro, al comprobar no existía otro modo de alimentar la multitud e aquel lugar inhóspito. Una cosa permanece constante en todos los evangelistas: el número cinco para los panes y el de dos para los peces. Evidentemente su número era ridículo para alimentar tantos hombres. No había otra solución que el milagro de la multiplicación.
JESUS TOMA LA INICIATIVA: Dijo Jesús: « Haced que se recueste la gente. » Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000 (10). Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron (11). Dixit Iesus: " Facite homines discumbere ". Erat autem fenum multum in loco. Discubuerunt ergo viri numero quasi quinque milia. Accepit ergo panes Iesus et, cum gratias egisset, distribuit discumbentibus; similiter et ex piscibus, quantum volebant. LA HIERBA: era propia de la primavera y del tempo anterior a la Pascua. Al recostarse en la hierba, lo hicieron como tenían costumbre al peregrinar rumbo a Jerusalén, en los diversos descansos para comer: en círculos, formando grupos de 100 y de 50 (Mc 6,40), o de 50 según mandato de Jesús (Lc 9,14) lo que facilitó la cuenta del número total, 5 mil, en que coinciden los tres sinópticos (Mt14,21;Mc 6,44 y Lc9,14) con Juan (9). ACCIÓN DE GRACIAS: Juan no relata un gesto que era propio de Él y que estaba fuera de costumbre entre los judíos piadosos: levantar los ojos al cielo que los tres sinópticos relatan (Mt 18,19; Mc 6,41 y Lc 9, 16). Ese gesto propio de Jesús que Juan narra en otras ocasiones (11,41 y 17,1), que acompaña sus acciones de gracias al Padre, es ahora omitido en esta ocasión, como es omitida la institución de la Eucaristía. La acción de gracias era parte de las comidas de los judíos. TOMÓ LOS PANES: Indica una acción directa de Jesús en cuyas manos los panes se multiplican por no existir otro intermediario. Es probable que esta sea la razón de haber evitado el gesto comentado en el párrafo anterior de elevar al cielo los ojos. REPARTIÓ: Era parte del rito pascual en que el paterfamilias partía el pan y lo distribuía a los comensales (Mt 28,26). Propiamente no fue Jesús el que repartió directamente los panes sino que entregó los mismos a sus discípulos que fueron los que en definitiva los repartieron. Jesús partió los panes, como hacía en la Pascua el paterfamilias (Mt 15,19; Mc 6,41 y Lc 9,16). El partir de los panes era cosa necesaria pues los peces, siendo pequeños, talvez servían de salchichas, como perros calientes de la época, que se tomaban rodeados de pan. Jesús pues iba partiendo los panes y dando los pedazos a los discípulos que junto con los pececillos los distribuyeron a los comensales. Como todos los judíos, que por los romanos eran llamados homnbres del cesto [cistíferos] según Marcial, que los define como hombres cuyo ajuar eran el cesto y el heno quorum cophinus foenumque supellex. Junto con los panes también repartieron los pececillos (Mc 6,41) o trozos de peses salados. Todos comieron lo quisieron.
LA RECOGIDA: Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda» (12). Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido (13). Ut autem impleti sunt, dicit discipulis suis: " Colligite, quae superaverunt, fragmenta, ne quid pereat " Collegerunt ergo et impleverunt duodecim cophinos fragmentorum ex quinque panibus hordeaceis, quae superfuerunt his, qui manducaverunt. No fue una comida para salir del paso, sino una refección abundante, Como en toda casa judía los restos de la comida no se podían perder, porque el pan era un don de Dios y a Él pertenecían las sobras de cada día. Puede tener también un sentido eucarístico: todos comieron del mismo pan y del mismo pez, pues fueron las sobras de unos pocos panes y unos aun menos peces multiplicados. Y de la Eucaristía se diz todos comen de un mismo pan (1Cor 7,12). Es simbólico también el número de sobras, 12, que corresponde al número apostólico, indicando que la multiplicación se dio conforme al número delos repartidores. Jesús contribuye con su dynamis [poder] pero los apóstoles lo realizaron por su fe. También en la Eucaristía la substancia de Cristo substituye la del pan, multiplicándose en cada forma consagrada y es el sacerdote el que la distribuye.
REACIÓN DE LA MULTITUD: Al ver la gente la señal que había realizado, decía: « Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo » (14) Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo (15). Illi ergo homines, cum vidissent quod fecerat signum, dicebant: " Hic est vere propheta, qui venit in mundum! ". Iesus ergo, cum cognovisset quia venturi essent, ut raperent eum et facerent eum regem, secessit iterum in montem ipse solus. EL PROFETA: Los sinópticos no recogen la impresión de entusiasmo de la multitud por el prodigio. En el Deuteronomio se anuncia un profeta para orientar Israel y al que tiene que oír como al mismo Moisés (Dt 18, 15). Los fariseos distinguían el Profeta del Mesías (jn 1,24) sin identificarlos. Aunque en el pensar del vulgo podían confundirse. Por otra parte existía la creencia de que el Mesías saldría del desierto, y que en Él se repetirían las experiencias del Éxodo, provocando una lluvia prodigiosa del maná. Esta multiplicación de los panes, les evoca esa creencia y por eso quieren hacerle rey. Y como staba cerca la pascua allí se habían reunido gentes de toda la Galilea dispuestaa a formar sus caravanas y marchar en gran muchedumbre triunfalmente a Jerusalén para que allí en el templo recibiese Jesús la proclamación y consagración mesiánica. Los sinópticos dicen que obligó a los apóstoles a ir en barco a la otra orilla. Sin duda para que estos no cayesen en la tentación de un Mesías popular, rey político social. Por eso prefiere la soledad y huye al monte. Así abortó un mesianismo al margen de los planes del padre.
PISTAS: 1) Los detalles de tiempo, lugar, los nombres propios, la Pascua como referencia, todo indica un redactor que tenía una memoria viva y presente para afirmar la verdad de los hechos. Sobre ellos fundamentará un diálogo irrefutable en su encuentro con sus enemigos en el discurso como pan de vida en Cafarnaún.
2) Con Walter Kasper (Jesus der Christus, 1974,.), obra traducida a muchas lenguas, en su edición española, Jesús, el Cristo, algunos afirman que la mayor parte de los milagros referidos en los Evangelios no son históricos. Son relatos compuestos literariamente por las primeras generaciones cristianas para expresar su fe en Cristo. Por esos se advierte que los milagros naturales son un añadido secundario a la tradición primitiva. [Se refiere a los portentos sobre la naturaleza: como calmar la tempestad, multiplicar los panes, andar sobre el mar, etc.]. La razón es que Dios jamás actúa en su omnipotencia alterando el orden de la creación.
3) Pero en contra tenemos hechos comprobados, inclusive en el siglo XX y que han sido vistos con la lupa de la aprobación del milagro para la santificación de un santo. Tal el caso que sirvió para la canonización de S Juan Macías en 1975, la multiplicación del arroz, cuando una monja dominica recordó su nombre en voz alta cuando faltaba el cereal para los pobres, éste de pronto comenzó a aumentar desmesuradamente en la olla. Este hecho fue reconocido como milagro oficial. Tuvo lugar el 23 de enero de 1949 bajo la advocación de San Juan Macias, santo extremeño de Ribera del Fresno, siendo párroco don Luís Zambrano. El milagro presentado y aprobado por la Santa Sede, en el proceso de canonización del Beato Juan Macías, tuvo lugar en Olivenza (Badajoz) el citado día de 1949. Ver detalles en el ejemplo, que anulan completamente eso de que milagros contra la naturaleza no son admitidos por Dios.
4) El relato es parte de una prueba fundamental de que Jesús era mayor que Moisés. Así Él lo afirmará en la sinagoga de Cafarnaún.y los propios presentes a esse milagro como tal lo admitían.
5) La fuga de Jesús fue para indicar que Él no era el rey terreno esperado por los contemporáneos; sino que su misión era totalmente diferente de una tarea en la orden terrena, como Él dirá delante de Pilatos al ser juzgado. Su reino no era de este mundo.
6) Los discípulos son los distribuidores y no los causantes del milagro. Éste fue hecho como obediencia a los mandatos de Jesús al distribuir los pocos panes y peces sin que nadie, a no ser los discípulos, viesen cómo dando no se consumían los bienes repartidos.
EJEMPLO: Aquel 23 de enero de 1949 la cocinera, señorita Leandra Rebollo Vázquez iba a tener problemas, pues la familia que, por turno, tenía que llevar comida para los pobres no había aparecido ni en la tarde del sábado ni en lo que iba de mañana del domingo. Eran las doce del mediodía y no podía esperar más. Tomó las tres tazas de arroz, unos 750 gramos aproximadamente que no estaban destinados a los pobres sino a los niños del pensionado y los vació en la cazuela, en la que hervía un trozo de carne, la cocinera seguía preocupada por el problema sin resolver de la comida para los pobres. Con fe se dirigió al entonces Beato Juan Macías: “¡Ah, Beato, y los pobres sin comida!”. Y pasó a la cocina del párroco para hacer alguna cosa mientras cocía el contenido de la cazuela. Como a los quince minutos volvió al fogón donde hervía la cazuela para dar unas vueltas al arroz. Entonces la cocinera tuvo la sensación de que en el recipiente había una cantidad de arroz bastante mayor de la que ella había echado. Llamó a la madre del párroco que, en aquel momento era la única persona que se encontraba en el piso superior. Al ver que amenazaba rebosar aconsejó a la cocinera que usase otra cazuela. Así lo hizo. Llamó al párroco, don Luis Zambrano Blanco y a la directora general del Instituto señorita María Gragera Vargas Zúñiga. Cuando llegaron, con otras señoritas de la Casa de Nazareth, ya la cocinera estaba trasvasando el arroz de la primera a la segunda cazuela sin que disminuyera el nivel rebosante de la primera cazuela, éste subía del fondo a borbotones y crudo, mientras que terminaba de cocerse después de trasvasarle a la segunda cazuela. La noticia se extendió por la ciudad y muchas personas acudieron y constataron el hecho, recogiendo granos de arroz crudo que salía a borbotones del agua que hervía en el primer recipiente. El prodigio duró cerca de cuatro horas ininterrumpidamente. Se distribuyó una porción abundante de sopa a los cincuenta y tantos niños semipensionados y después, se pasó a distribuir una porción igualmente abundante, fuera del Instituto de San José, a un centenar de pobres. La sopa, además de ser abundante, estaba mejor condimentada y más sabrosa, a pesar de que, durante las cuatro horas de la multiplicación, no se añadió ningún otro condimento. La impresión que tuvieron las niñas y niños durante la comida fue que el arroz que comían era absolutamente normal. A eso de las cinco de la tarde, y sin que el párroco don Luís Zambrano hubiera abandonado ni por un momento el lugar del suceso, exclamó: ¡Basta!, con lo que cesó el prodigio.
FRASE: Si un hombre fuese necesario para mantener un estado, ese estado no debería existir y de facto no existiría como Estado (Simón Bolí
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