
Fotografías de requetés en la guerra civil
(Reseña publicada en la Revista de Historia Contemporánea APORTES, en su número 99; año 2019)
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Pablo Larraz Andía y Víctor
Sierra-Sesúmaga
La cámara en el
macuto
La Esfera de los Libros / Fundación
Larramendi; 524 pp.
Madrid, 2018
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El
acrecentamiento de la campaña
antirreligiosa de la República fue un factor decisivo para que el Carlismo
decidiera su participación en el golpe de estado –dado en Marruecos el 17 de
julio de 1936– al lado del ejército, contra el radicalizado gobierno del Frente
Popular. Previamente, y siguiendo consignas del rey don Alfonso Carlos de
Borbón y Austria Este, el Príncipe Don Javier de Borbón había tenido una destacada
actuación en la preparación del levantamiento, planificado desde Pamplona por
Mola en conversación directa con el general Sanjurjo, exiliado en Portugal.
La Guerra Civil española habría de ser
la primera en que las imágenes y las grabaciones fílmicas desempeñaron un papel
tan o más importante que las batallas y el armamento militar. Cada uno de los
ejércitos combatientes se esforzó por hacer llegar su mensaje a la comunidad
internacional, en busca del apoyo a su causa. Y si bien han llegado hasta
nuestros días los nombres de Robert Capa, o el de su compañera Gerda Taro, el
de otros fotógrafos que cubrieron la contienda han caído injustamente en el
olvido.
Por ello “La cámara en el macuto”, de
Pablo Larraz, y Víctor Serra, (con prólogo del célebre
hispanista
estadounidense Stanley G. Payne y prefacio de Luis Hernando de Larramendi,
presidente de la Fundación Ignacio Larramendi) viene a hacer justicia a un grupo de aquellos jóvenes
olvidados –combatientes y fotógrafos aficionados– carlistas que grabaron parte
de aquella trágica historia en sus cámaras, constituyendo ahora su obra un
imprescindible legado a través del cual podemos comprender mejor las
costumbres, ideas, sentimiento religioso, así como el modo de ser, vivir y
pensar de una gran parte de la sociedad
española de aquel entonces, plenamente identificada con el secular ideario
carlista.
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APORTES Vol. 34, núm. 99 (2019) Director: ALFONSO BULLÓN DE MENDOZA |
A través de las impactantes y
extraordinarias imágenes que se muestran en este lujoso libro nos adentramos en
algunas de las más relevantes batallas y frentes de la guerra civil, tales como
el de Somosierra y Navafría, el avance de los rebeldes hacia San Sebastián, la
toma por las tropas sublevadas de Sigüenza, la batalla de Guadalajara, y
también la disputada y helada batalla de Teruel, que propició el avance de las
tropas de Franco hacia el Mediterráneo. No es sin embargo tan solo la vida en
las trincheras hacia donde dirigieron
los objetivos de sus cámaras este grupo de jóvenes soldados y reporteros
gráficos carlistas, sino también hacia los vecinos de las poblaciones a las que
llegaban en su avance las tropas y tercios de voluntarios requetés, en cuyas
filas estuvieron integrados alrededor de 80.000 jóvenes provenientes de toda
España.
La primera de las agradables sorpresas
de esta obra es que uno de los fotógrafos cuyas imágenes muestra –más de 900
fotografías, la mayoría de ellas hasta ahora inéditas– es una mujer: Lola
Baleztena (Pamplona, 1895 – 1989) de quien bien podría decirse que fue la “Gerda Taro” del Carlismo durante la
guerra civil. Autora de fotografías entrañables que, en sí mismas constituyen
un relato apasionante de la sociedad española de aquellos tiempos. Ella, con su
cámara, contribuyó al bienestar de los soldados carlistas combatientes y el de
sus familias, al igual que las decenas de miles de mujeres carlistas que
trabajaron como enfermeras en los hospitales, recogiendo ayuda humanitaria, o
realizando labores de apoyo logístico en la retaguardia para los soldados
requetés que combatían en las trincheras. Tras la guerra, Lola Baleztena fue la
impulsora del “Museo de Recuerdos Carlistas”, embrión de futuros proyectos que
culminaron en 2010 con la creación del Museo de Historia del Carlismo, ubicado
en la localidad navarra de Estella.

Otro de los fotógrafos cuyas
históricas imágenes se muestran en este libro fue Sebastián Taberna (Pamplona,
1907 – 1986), conocido como “el otro Capa de la Guerra Civil”, en su calidad de
autor de más de 5.000 imágenes realizadas con su cámara Leica durante los tres
años de guerra. De entre sus instantáneas destacan los numerosos momentos de
convivencia entre soldados y población en pequeñas localidades rurales
castellanas. Y también –concebidos como reportajes– momentos del ejército
dedicado a las emergencias y al socorro de la población civil en la localidad
de Jadraque, lo que constituye un enfoque muy novedoso en el contexto bélico
mundial de entonces.
Por otro lado la mirada de José
González de Heredia, conocido como “El Cojo de Hermua” (Hermua, 1898 – 1990) también tiene un lugar de honor en esta obra.
Los autores del libro destacan de él que tuvo la virtud de recoger en sus
imágenes, de primera mano, y con honestidad, la realidad de un frente y un
voluntariado tan cargado de tópicos como, en ocasiones, de errores e
imprecisiones. Dejó testimonio en sus rollos de película de los combates en la
sierra de Espadán y en el gélido asedio a la ciudad de Teruel, clasificando
meticulosamente, al final de la contienda, su magnífico y testimonial fondo
fotográfico sobre la Guerra Civil.
Más escasas son las fotografías que
nos han llegado de Julio Guelbenzu (Cascante –Navarra–, 1909), conocido
cariñosamente por sus compañeros como “Julico el abogado” por haber estudiado
Derecho en Zaragoza. Fue alférez del tercio de Montejurra y tomó parte en la
toma de las ciudades de Elorrio y Durango, el 24 y el 28 de abril de 1937. En
la segunda de estas ciudades realizó Guelbenzu algunas de sus más impactantes
fotografías, las cuales constituyen a día de hoy, uno de los mejores documentos
históricos de aquella acción militar.
El libro incluye también fotografías
de Germán Raguán (Tolosa, 1916 – 1981), conocido como
“Germantxo”. Formó parte
de la Compañía de Tolosa del Tercio de San Miguel, de la que dejó numerosas
imágenes en su periplo por tierras guipuzcoanas. Realizó los cursillos de
alférez provisional, siendo destinado a una bandera de la Legión, participando
en el cerco a Madrid desde la Ciudad Universitaria, en donde fue herido el 1 de
abril de 1937. Aunque fue autor de pocas fotografías todas destacan por su
crudeza y realismo, como testimonian las tomadas en el frente de Guipúzcoa durante
los primeros días de la guerra.
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Enfermeras en el Hospital Alfonso Carlos, de Pamplona. |
Asimismo el libro contiene
instantáneas del tudelano Pascual Marín (1893 – 1959) quien trabajó como
redactor gráfico en el periódico “La Crónica de Zaragoza”, siendo testigo –en
julio de 1936– del fracaso de la sublevación militar en San Sebastián. Herido
en el brazo derecho cerca de Durango, continuó su labor gráfica en la
retaguardia, fotografiando desfiles, hospitales de guerra y la vida cotidiana
en ciudades y pueblos de la España en guerra.
Y algo similar ocurre con José Galle
(Valladolid, 1898 – Pamplona, 1983) quien, aunque realizó visitas puntuales a
los frentes de Guipúzcoa, Vizcaya y Madrid, centró el grueso de su obra
fotográfica como reportero de los acontecimientos en la retaguardia. A su
muerte dejó un amplio legado fotográfico mediante el que se puede vislumbrar el
devenir de la sociedad navarra a lo largo de medio siglo de historia.
Finalmente, el libro recoge también
imágenes de Ceferino Yanguas (Fitero –Navarra–, 1889 – Vitoria, 1970) quien, a
diferencia de los anteriores autores mencionados sí se habia dedicado
profesionalmente a la fotografía antes de la guerra, habiendo colaborado como
reportero gráfico para los periódicos “El Pensamiento Alavés” y “El Correo
Español”. Destacan de su obra las fotografías
que realizó de la llegada de la
expedición alavesa al frente de Somosierra, y las que tomó en el frente de
Guipúzcoa.
En el prólogo del libro, el insigne
hispanista Stanley G. Payne (miembro en anteriores ediciones del Jurado del
Premio Internacional de Historia del Carlismo Luis Hernando de Larramendi) resalta
que las fotografías de este magnífico volumen no fueron creaciones de la
propaganda oficial, sino tomadas en el curso de las campañas por una serie de
fotógrafos carlistas que, aun no siendo –la mayoría de ellos– profesionales,
tenían una calidad fotográfica notable. Asimismo, el historiador estadounidense
aporta una interesante reflexión en torno a las fotografías que realizó este
grupo de
soldados carlistas, en medio de condiciones de guerra durísimas y en
absoluto fáciles para la realización de un trabajo fílmico que requiere de pericia,
técnica y sensibilidad. Un hecho, según
él, que es muestra del “espíritu de entusiasmo y sacrificio de aquellos
jóvenes, lo que es fruto de otra época, y no de la España del siglo XXI, tan
pusilánime y conformista”.
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Rusos blancos, alistados en los requetés, durante la celebración de una misa por el rito ortodoxo en las proximidades de Quinto de Ebro (Zaragoza) |
Firma el prefacio del libro Luis
Hernando de Larramendi, Presidente de la Fundación Ignacio Larramendi, quien
constata que el solo hecho de que el conocido y prestigioso historiador
hispanista Stanley G, Payne sea el autor del prólogo de la obra, fue una razón
más que suficiente para que la Fundación que preside, apoyara la publicación. Más
aun cuando recoge cerca de un millar de fotografías, también dibujos, que
fueron realizados durante la Guerra Civil por un grupo de jóvenes carlistas de
corazón y convicción. Jóvenes requetés que –apunta Luis Hernando de Larramendi–
en sus jornadas de combate llevaban, a más de su impedimenta militar, sus
cámaras fotográficas al hombro, y en el corazón el lema del devocionario del
requeté: “Ante Dios nunca serás héroe anónimo”.
Luis
Negro Marco
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