La Candelaria y el mes de febrero
LUIS NEGRO MARCO
*historiador y periodista
*historiador y periodista
El 2 de febrero es para los cristianos el
día en que se conmemora la Presentación de Jesús en el templo de Jerusalén; una
celebración que antiguamente también se conoció con el nombre griego de
«Hypapante» (Encuentro), pero también como el de la Purificación de María,
ahora comúnmente conocido como el día de la Candelaria. Sin embargo, las cuatro
denominaciones constituyen un armónico todo. Y es que según la ley de Moisés,
la mujer judía que daba a luz un hijo varón quedaba impura durante 40
días (80 si era una niña). De manera que al final de ese tiempo, debía
presentar a su hijo en al templo y ofrecer un cordero como sacrificio de
purificación.
Cumplido con el rito, y cuando la Virgen,
el Niño y San José bajaban del templo, se encontraron con dos ancianos (de ahí
el nombre de fiesta del Encuentro), llamados Ana y Simeón. Este último, cogió a
Jesús en sus brazos y dijo que ya podía morir en paz, porque había visto con
sus ojos al Salvador, la luz que había de alumbrar a todas las naciones. Pasaje
este último que explica por qué el 2 de febrero, el de la Presentación de
Jesús, es también conocido con el nombre del día de la Candelaria (la llama que
alumbra) en cuya celebración los fieles congregados participaban, como ahora,
en una procesión portando candelas encendidas –imagen del cirio Pascual
anunciando al Cristo resucitado– que son posteriormente bendecidas por el
sacerdote.
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Virgen de la Candelaria. Siglo XVIII Cristóbal Hernández de Quintana Museo de Arte de Ponce (Puerto Rico) |
Por su parte, el pueblo celta también
celebraba, llegado el 1 de febrero, la fiesta del «Imbolc» para la purificación
de tierras y ganados; una manifestación que cerraba el ciclo iniciado en
«Samaín» (31 de octubre y 1 de noviembre –nuestro día de Todos los Santos–) y
abría las puertas a uno nuevo, hasta el comienzo de la primavera.
De otro lado, febrero fue durante la Roma
antigua el mes consagrado a la purificación de las fronteras del imperio
(fiesta «Terminalia», el día 23) e incluso de los difuntos (en su honor se
celebraban las «Feralia» entre los días 13 y 21 de este mes). De ahí que muy
probablemente febrero derive su nombre de Februo, dios etrusco de la muerte y
de la purificación, identificado posteriormente por los romanos con Plutón,
dios del inframundo y raptor de la diosa Proserpina, base sobre la que se
sustentó el mito del cíclico renacer de la primavera. En la celebración de su
fiesta («Februalia»), hombres y mujeres salían por la noche al bosque portando
flameros y antorchas, al encuentro de la raptada hija de Ceres (de donde deriva
la palabra cereal) diosa de la agricultura.
Así mismo, el propio nombre del mes
(febrero) es sinónimo de purificación, puesto que proviene del sustantivo
latino «februum»: instrumentos rituales de purificación que eran utilizados por
los romanos en sus cultos sagrados; y del verbo «februare», con el significado
de expiar, purificar.
Y volviendo a nuestra fiesta de la
Candelaria, cabe indicar que su nombre deriva del latino «candere»
(brillar por su blancura), siendo el blanco símbolo de virginidad, pureza e
inocencia (candidez); y al mismo tiempo “pureza” tiene su raíz en la palabra
latina «purus», que a su vez deriva de la voz griega «pyr» (hoguera), términos
todos ellos que ayudan a comprender cómo la fiesta de la Candelaria es para los
cristianos la celebración de Jesús como la luz que disipa las tinieblas (la
ignorancia) y alumbra nuestro camino hacia el amor y la verdad.
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