El "Monasterio de Piedra", donde el agua marca el Camino
Luis Negro Marco / Santiago de Compostela
Agua, musgo, y roca, en una de las grutas del Monasterio de Piedra.- Foto: Luis Negro Marco |
"A doce millas de Alhama, [de Aragón] por una excelente carretera a través de montañas, se llega a un pintoresco valle ricamente adornado con árboles y verdura...Allí está el Monasterio de Piedra, objeto de nuestra investigación... Desde "la impresionante catarata de la "Cola de Caballo", el efecto del sol poniente, visto desde el interior de la caverna a través del torrente de agua, así como las sensaciones que despierta el conjunto del espectácuulo, no pueden describirse..." Así expresaba la espectacularidad del "Monasterio de Piedra" la revista inglesa "Fraser´s Magazine" en su artículo correspondiente al mes de Septiembre de 1871. Un hecho revelador de que la belleza de este paraje aragonés era ya famosa en la Europa del último tercio del siglo XIX.
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El Parque del Monasterio de Piedra, está situado en la localidad de Nuévalos, provincia de Zaragoza, de cuya ciudad se encuentra a 105 kilómetros, en dirección Madrid, y a 229 kilómetros de ésta. Fue el viajero Federico Muntadas Jornet, en 1860 -en la ya lánguida y herida España Romántica del XIX- el descubridor y verdadero artífice de esta maravilla que se encuentra a mitad del cauce del río Piedra, que nace en la localidad castellana
Rueda de la Sierra (Guadalajara), y tras 76 kilómetros de vida desemboca en el Jalón, afluente del Ebro. Los hitos más importantes de la corta andadura del río Piedra, son el pantano de "La Tanquera", en cuya cola desemboca el río Ortiz, y por supuesto, el "Monasterio de Piedra", mágico escenario de cascadas, fervenzas, fantástica vida acuática, rápidos de agua, grutas, estanques y lagos de espejo rebosantes de percas, truchas, salmones, gobios, madrillas, y barbos, frondosos bosques (compuestos de álamos blancos, sauces, acacias, hayas, robles, chopos, pinos centenarios y nogales) rebosantes de fabulosas historias de monasterios y monjes, cuyo conjunto da forma a uno de los lugares más visitados de España, tanto por propios como extranjeros. Respecto al nombre del río ("Piedra") dicen se debe a que "no solo viste de piedra a los árboles y ramas que sus
corrientes bañan, sino también a las ovas y otras hierbas que se crían en su profundidad, pues a pocos días que en verano estén sin agua, ya son piedra muy dura, labrada con figuras admirables" [Padre Finestres, en su obra "Historia del Monasterio de Poblet"].
Rueda de la Sierra (Guadalajara), y tras 76 kilómetros de vida desemboca en el Jalón, afluente del Ebro. Los hitos más importantes de la corta andadura del río Piedra, son el pantano de "La Tanquera", en cuya cola desemboca el río Ortiz, y por supuesto, el "Monasterio de Piedra", mágico escenario de cascadas, fervenzas, fantástica vida acuática, rápidos de agua, grutas, estanques y lagos de espejo rebosantes de percas, truchas, salmones, gobios, madrillas, y barbos, frondosos bosques (compuestos de álamos blancos, sauces, acacias, hayas, robles, chopos, pinos centenarios y nogales) rebosantes de fabulosas historias de monasterios y monjes, cuyo conjunto da forma a uno de los lugares más visitados de España, tanto por propios como extranjeros. Respecto al nombre del río ("Piedra") dicen se debe a que "no solo viste de piedra a los árboles y ramas que sus
Cascada del "Baño de Diana", en medio de un paisaje intertropical.- Foto Luis Negro Marco |
Otra peculiaridad de la maravilla del Monasterio de Piedra es que no sería posible admirarla sin la intervención de la mano del hombre; y es que durante siglos, las zarzas, la maleza, los árboles centenarios caídos, las parietarias, enredaderas colgantes como lianas, helechos y grandes rocas amontonadas en diversos puntos por las grandes avenidas, ocultaron a la vista del hombre los encantos y latidos de esta naturaleza salvaje cuya exuberancia, debió recordar hasta mediados del siglo XIX, la vegetación de la zona intertropical. De manera que, ya en 1860, fue preciso (para que los visitantes pudiesen ver y admirar el conjunto paisajístico-monumental del Monasterio de Piedra) apelar al ingenio del hombre para que este "Canto en piedra y agua a la Creación" experimentase su segundo nacimiento. Así, el Monasterio de Piedra es una oda de armonía (creada en medio de las mayores discordancias) en
que la artificiosidad del arte humano, buscando el orden en el desorden de un confuso hacinamiento, ensalza la belleza Natural, cuyo disfrute sereno constituye el estado ideal de la existencia. Las crónicas cuentan que ya en el último tercio del siglo XIX, se contaban por cientos las personas que desde los próximos baños de la localidad zaragozana de Alhama de Aragón, se acercaban a visitar el Monasterio de Piedra, cuya fama (apoyada en la que ya tenía Calatayud, ciudad de "La Dolores" y del poeta celtíbero-romano Marcial, nacido en la romana ciudad de Bilbilis, que da el gentilicio a los naturales de Calatayud) era ya notable en Zaragoza y las otras dos grandes ciudades de España: Madrid, la capital del Reino, y Barcelona.
Cascada de Los Fresnos Altos; intercambio de saltos de agua en caída escalonada..- Foto: Luis Negro Marco |
Tanta belleza atesorada en este mágico espacio abrumó en el siglo XIX a los primeros paisajistas franceses que, allá por el año 1844 conocieron de primera mano este semi-oculto espacio de hermosura, manifestando "L´embarras du choix" (la dificultad de elección) de escenarios naturales para plasmarlos en sus pinturas. Ciertamente, no les faltaba razón:
Empezando por la majestuosidad de la cascada de "La Cola de caballo", descubierta en 1860, cuyas aguas se lanzan a un profundo abismo desde los 50 metros de altura, al ritmo de un rugido de agua que se bate con fragor durante su fulgurante caída. Las rocas de tonos marrones, tamizadas de verde por los musgos mojados de lluvia, labradas por siglos de `peregrinación de las aguas del río Piedra, muestran, a veces, formas caprichosas, como si hubiesen sido desgarradas por manos de titanes. Y tras la espectacular trenza de agua, la gruta de estalactitas que confieren a este espacio un especial halo mágico de notas armónicamente irisadas por los rayos de luz que clandestinamente flanquean la oscuridad de la caverna. Tal es la belleza de este espacio que el poeta romántico Ramón de Campoamor le dedicó un poema: "El Amor y el río Piedra", en el que expresa: "Si del Arte es la octava Maravilla / del Arte natural es la primera"
La Visita al Monasterio de Piedra requiere de calma, tiempo y quietud; porque el Monasterio de Piedra es en sí un sosegante Camino de peregrinación interior del alma a través de una
Naturaleza ideal que se expresa en nombres y espacios tan evocadores como "El Vergel", "El Lago de los Espejos" (Nombre que recibió hace un siglo por la sugerencia del humanista Pi i Margall -antes se llamaba "Lago de la Peña del Diablo"-), "El Iris", "El Lago de los Argálides", "Los Fresnos", "Torrente de Los Mirlos", "El Baño de Diana", "Gruta del Artista", "La Caprichosa", "Gruta de la Pantera", "Gruta de La Bacante", "Bosque de los Sauces", "El Vergel"...
Y como colofón a este mágico espacio de belleza natural, las Leyendas que por él deambulan, errantes, y etéreas, pero que el viajero presiente en cada rincón, vericueto, gota de agua o rayo de luz que se cuela entre las ramas de los árboles. Son varias pues las leyendas, de las que se dicen encierran buena parte de verdad y hechos históricos de tiempos de moros y también de cristianos. Aún se cuentan en los pueblos cercanos la "leyenda del Blasfemo", así como la del siempre enigmático "Monte de la Lastra", o la telúrica leyenda de "La Gruta de los Muertos"; pero hay otras, sobre las que se extiende un halo de sombra y misterio: Son la "Leyenda de la
Energúmena" y la "Leyenda del Lego de la Brasa". Y por último, una leyenda que encierra un pedazo, en letras de oro, de la Historia de Aragón. Se trata de "La Leyenda del Fugitivo", en referencia a Antonio Pérez, quien fuera secretario del rey Felipe II, a finales del siglo XVI quien, caído en desgracia, huyó de la Corte hacia su tierra natal, Aragón, pernoctando en su fuga, durante una noche, en estos parajes llenos de misterio y ricos en Historia.
Y es que el Monasterio de Piedra, además de un hermoso conjunto natural, sinfonía de agua, piedra y vegetación, integra en su conjunto a un Monasterio Cisterciense, cuya fundación a finales del siglo XII, se hizo a petición del monarca Alfonso II de Aragón, apodado "El Casto" (1157-1196) y su esposa Doña Sancha, y la Comunidad de clérigos se instaló (llegados del Monasterio de Poblet) 1218. No obstante en la construcción de este Monasterio cisterciense también intervinieron (como lo atestigua uno de los escudos heráldicos del cenobio), el hijo del monarca, y su sucesor, Pedro II, y el más sublime Jaime I "El Conquistador". El Monasterio de Piedra, aunque enclavado en la Diócesis de Tarazona, dependía directamente de la Santa Sede, por medio de sus abades mitrados, de manera que Inocencio IV, en 1327, dispuso que los monasterios cistercienses (como lo era el de Piedra) no pudiesen ser visitados más que por abades y monjes idóneos de la misma Orden.
La Fervenza o Cascada de la "Cola de Caballo" tiene una caída hasta el lecho del cauce del río Piedra de 54 metros .- Foto: Luis Negro Marco |
La Visita al Monasterio de Piedra requiere de calma, tiempo y quietud; porque el Monasterio de Piedra es en sí un sosegante Camino de peregrinación interior del alma a través de una
Tramo final de la caída en torrrentera de la gran catarata de la Cola del Caballo, sobre una foz del río Piedra.- Foto: Luis Negro Marco |
Y como colofón a este mágico espacio de belleza natural, las Leyendas que por él deambulan, errantes, y etéreas, pero que el viajero presiente en cada rincón, vericueto, gota de agua o rayo de luz que se cuela entre las ramas de los árboles. Son varias pues las leyendas, de las que se dicen encierran buena parte de verdad y hechos históricos de tiempos de moros y también de cristianos. Aún se cuentan en los pueblos cercanos la "leyenda del Blasfemo", así como la del siempre enigmático "Monte de la Lastra", o la telúrica leyenda de "La Gruta de los Muertos"; pero hay otras, sobre las que se extiende un halo de sombra y misterio: Son la "Leyenda de la
Lago de aguas azul turquesa, habitado por decenas de truchas que se encuentra en el interior de la gruta justo detrás de la cascada de la "Cola de Caballo".- Foto: Luis Negro Marco |
Y es que el Monasterio de Piedra, además de un hermoso conjunto natural, sinfonía de agua, piedra y vegetación, integra en su conjunto a un Monasterio Cisterciense, cuya fundación a finales del siglo XII, se hizo a petición del monarca Alfonso II de Aragón, apodado "El Casto" (1157-1196) y su esposa Doña Sancha, y la Comunidad de clérigos se instaló (llegados del Monasterio de Poblet) 1218. No obstante en la construcción de este Monasterio cisterciense también intervinieron (como lo atestigua uno de los escudos heráldicos del cenobio), el hijo del monarca, y su sucesor, Pedro II, y el más sublime Jaime I "El Conquistador". El Monasterio de Piedra, aunque enclavado en la Diócesis de Tarazona, dependía directamente de la Santa Sede, por medio de sus abades mitrados, de manera que Inocencio IV, en 1327, dispuso que los monasterios cistercienses (como lo era el de Piedra) no pudiesen ser visitados más que por abades y monjes idóneos de la misma Orden.
Del conjunto del Monasterio de los monjes, destacan las galerías de habitaciones, orientadas al Este, para que sus ventanas atrapasen los rayos del sol, y también la
fachada de la antigua "Hospedería" para peregrinos y viajeros, además de la noble torre de la iglesia vieja, y como icono de toda la fábrica, la majestuosa "Torre del Homenaje", por la que pasa -aún hoy en día, y desde tiempos del Medievo- la procesión va desde la ermita de la "Piedra Vieja" (también llamada de "la Virgen Blanca") hasta la nueva iglesia del Monasterio. Sobre todo el conjunto arquitectónico del recinto cisterciense, escribió a finales del siglo XVIII una obra -imprescindible para su conocimiento- el Prior del Monasterio de "Nuestra Señora de Santa María de Piedra" (que este es su nombre completo), Don Antonio Ioachin Sanz de Larrea, titulada "Historia de la Piedra del desierto de Aragón". La ley desamorizadora de los bienes de la iglesia conocida como "La Desamortización
de Mendizábal", decretada en 1835, hizo que, como en el resto de monasterios y conventos de España, recayera sobre el Monasterio de Piedra una nube de expoliadores autorizados por la real orden, y de no autorizados, que apoyándose en el derecho de "Primi Occupandis", devastaron la historia que albergaban las instalaciones, y condenaron al estado de ruina perpetua sus muros.
Pero como en la vida misma sucede, todo cambia, "Todo Fluye" (título de uno de los libros del historiador ruso de la II Guerra Mundial, Vasili Grössman") y todo se transforma. Y en este caso, para mejor. Así El Monasterio de Piedra" se ha transformado en un espectacular Conjunto Turístico que integra el Parque Natural de piedra y agua del río Piedra (con sus espectaculares cascadas, saltos de agua, grutas, estanques y lagos y centro de interpretación) y el Monasterio Cisterciense del siglo XII, cuyas instalaciones se han acondicionado para albergar un lujoso Hotel-Monumento y Spa, idóneo para una escapada otoñal de fin de semana, o una relajada semana de vacaciones en Verano. Y en cualquier caso, cualquier día del año, será siempre bueno para una escapada al "Monasterio de Piedra", donde la Naturaleza se hace parte de nuestra vida.
Torre del Homenaje del Monasterio Cisterciense de Santa María de Piedra, por donde pasa anualmente la procesión de la "Virgen Blanca".- Foto: Luis Negro Marco |
Vista parcial de la fachada de la "Hospedería" del antiguo Monasterio.- Foto: Luis Negro Marco |
Pero como en la vida misma sucede, todo cambia, "Todo Fluye" (título de uno de los libros del historiador ruso de la II Guerra Mundial, Vasili Grössman") y todo se transforma. Y en este caso, para mejor. Así El Monasterio de Piedra" se ha transformado en un espectacular Conjunto Turístico que integra el Parque Natural de piedra y agua del río Piedra (con sus espectaculares cascadas, saltos de agua, grutas, estanques y lagos y centro de interpretación) y el Monasterio Cisterciense del siglo XII, cuyas instalaciones se han acondicionado para albergar un lujoso Hotel-Monumento y Spa, idóneo para una escapada otoñal de fin de semana, o una relajada semana de vacaciones en Verano. Y en cualquier caso, cualquier día del año, será siempre bueno para una escapada al "Monasterio de Piedra", donde la Naturaleza se hace parte de nuestra vida.
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