“Los santos inocentes te lo pagarán”
Luis Negro Marco / Zaragoza
Las inocentadas nos hacen reír, siempre que sean ingeniosas y no atenten al buen
gusto, el respeto y la dignidad. Aunque algunas "bromas" históricas causaron ya
no solo el engaño inocente sino el pánico. Así lo hizo el director de cine
estadounidense Orson Wells durante el Halloween de 1938, cuando retransmitió por
radio una adaptación del libro “La guerra de los mundos” de H.G. Wells. En un
tiempo histórico de situación prebélica a escala planetaria, y la creencia muy
generalizada entonces de que los extraterrestres visitaban el planeta a bordo
de naves con intenciones nada amistosas, al director Ciudadano Kane” se le ocurrió
“la graciosa idea” de relatar como si fuese real, una invasión extraterrestre.
El resultado: miles de personas se lanzaron a la calle aterrorizadas tratando
de huir de Nueva York y de una muerte que creían segura. Y es que lo de la
inocentada, lo de reírnos del prójimo parece algo muy incardinado en la esencia
del ser humano. El desaparecido director español Manuel Summers hizo en 1982 una película
presuntamente graciosa que trataba de ello: “Tó er mundo é güeno”, rodada (también presuntamente) con cámara
oculta, con gags tan “trabajados” como el de atar un billete de 100 pesetas con
un fino hilo de nylon y desternillarse de risa viendo cómo la víctima de la
inocentada corría desesperadamente detrás de su tesoro, que se alejaba sin
cesar. Y es que España ha sido, sin duda e históricamente, el país de “Los
santos Inocentes”, es decir, el del título del libro homónimo que Miguel Delibes escribió en 1981, y el de la
película del mismo nombre dirigida en 1984 por Mario Camus, e interpretada
magistralmente por Terele Pávez, Francisco
Rabal y Alfredo Landa. Una dramática fusión de tragedia y comedia emergida de
las finiseculares desigualdades sociales hispanas cuyo resultado es el
esperpento, ya adelantado por Goya con
sus grabados y pinturas negras y acuñado después en letras de oro por el
escritor gallego Ramón María del Valle Inclán. Se dice de este último que
estando en cierta ocasión encarcelado
por sus críticas a la Dictadura de Primo de Rivera, se vistió con traje de
general carlista, y asomando por entre los barrotes de su celda que daban a la
calle, se puso a declamar: ¡“Viva la reina Isabel II”! Y es que las inocentadas
son eso: un “contrapunto”, un “contratiempo”, ir a contracorriente. Romper con
la linealidad y la normalidad y buscar la relajación que proporciona la
imperfección. Los romanos, al igual que los griegos y persas lo sabían muy
bien. Por eso hacían la “inocentada” de convertir a sus esclavos en reyes por
un día. Por cierto, título de un antiguo programa (“Reina por un día”) que
ofrecía Televisión Española allá por 1964. Un verdadero cuento de hadas, como
el de Cenicienta, que se desvanecía al toque de las campanadas de medianoche. Hay un gag muy bueno en la película que
rodaron en 1979 los Monty Python, titulada “La vida de Brian”, una divertida
comedia sobre la vida de Jesús. Los romanos van a crucificar a Cristo y a varios
ladrones junto a él. El centurión romano pregunta, uno a uno, a quienes van a
ser ajusticiados, muy educadamente: “¿Crucifixión?” –el ladrón responde: “No,
yo estoy libre”. –Sin
inmutarse, el centurión responde: “Perdone entonces las molestias; puede irse”. –Pero entonces el ladrón le dice al centurión
con una sonrisa: “Que no, que era broma, que yo también voy a ser crucificado”.
“Ah, ya veo; bien pues ahí tiene usted la cruz y... feliz paseo hasta el Calvario. Ahora, a punto de finalizar
2013, España no es un país precisamente
para bromas, y ello a pesar de que la costumbre de la inocentada está tan
enraizada en nuestro solar patrio que hasta el Gobierno no puede ocultar su tendencia
a hacer alguna que otra. Como cuando el
ministro de Cultura, José Ignacio Wert
anunciaba, meses atrás, a los padres de estudiantes del Programa Europeo “Erasmus”
(una vez los alumnos llevaban más de un mes fuera de España) que el Gobierno les
retiraba la ya exigua beca que se había comprometido a asignarles. La propuesta
fue finalmente retirada, pero para entonces, un frío sudor había recorrido ya por la frente
de miles de familias afectadas. Y la última “la del once por ciento” de subida en
el recibo de la luz. Tranquilos, que era broma, y finalmente la luz subirá
solo por debajo del tres por ciento de cara a 2014 ¿Y esto no sigue siendo una inocentada? Pero cuánto nos hemos reído.
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