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La ablación, un modo de violencia contra la mujer
Luis Negro Marco / Zaragoza
La ablación (escisión o corte) consiste en la extirpación total o parcial de los genitales externos femeninos (clitoridectomía) siendo una práctica aún muy extendida en numerosos países del África subsahariana (en Gambia, por ejemplo se estima que el 65% de las niñas son sometidas anualmente a esta operación) pero también del Oriente Medio, Asia, y en menor medida, algunos lugares de Sudamérica. Se trata de una operación muy dolorosa para la mujer, ya que se hace, por lo general, sin anestesia alguna y en la mayoría de las ocasiones en ausencia de las condiciones higiénicas necesarias para evitar una infección. La operación es realizada habitualmente por mujeres experimentadas, y para su ejecución se sirven bien de pequeños cuchillos especiales bien de cuchillas de afeitar, que en muchas ocasiones, son las propias niñas que van a ser operadas a quienes se les envía a comprar. El porqué de la ablación genital de las mujeres en los países que a día de hoy la practican, hunde sus raíces en ritos culturales ancestrales de origen preislámico, ya que se han encontrado momias de mujeres anteriores al siglo IX a las que se le había practicado esta operación. Tampoco se trata de una cuestión religiosa (el Corán, por ejemplo, no hace ninguna referencia a la mutilación genital femenina –bien al contrario, dice el Profeta: “Cuidad de vuestras hijas y no les hagáis daño”– y tampoco en la Biblia se encuentra referencia alguna a la ablación). Y sin embargo, la mutilación genital femenina se practica indistintamente en sociedades de religión musulmana, cristiana o animista. Y este problema se agrava aún más por el hecho de que afecta mayoritariamente a niñas menores de edad (por lo general a la mayoría de mujeres se les practica la ablación siendo niñas, entre los 4 y los 15 años). Y aunque en las sociedades que mantienen esta costumbre pueda considerarse lo contario (muchas madres dicen a sus hijas que esa operación es “para que no vayan a buscar hombres por ahí”) la ablación no protege la virginidad de las mujeres y tampoco garantiza la fidelidad conyugal. Sin embargo, como rito de pertenencia a la comunidad y para no ser señaladas y excluidas socialmente, incluso para contentar a su maridos y a su familia, en no pocas ocasiones son las propias
muchachas y mujeres (incluso una vez han contraído matrimonio y tenido hijos) las que se someten por propia voluntad a la mutilación. Un documental de la ONG “Médicos del Mundo”, dirigido en 2013 por Christina Pitouli, titulado “Bref” recogía los testimonios de varias mujeres africanas que han sido víctimas de la ablación y relataban el sufrimiento que les ha causado en sus vidas: dolor intenso, sangrado, infecciones vaginales, menstruaciones dolorosas, relaciones sexuales dolorosas, dificultades para orinar, para tener hijos y para el parto, además de importantes secuelas psicológicas, como son la depresión y la tristeza. En palabras de una mujer gambiana que fue mutilada genitalmente y que aparece en el documental producido por “Médicos del Mundo”, la sensación que produce la ablación “sería semejante a la de una salsa a la que se le ha quitado todo su sabor”. Por todo ello, los responsables de la salud a nivel mundial consideran que la mutilación genital femenina es una manifestación de violencia contra las mujeres y una violación de sus Derechos Humanos que debería cambiar. Por esta razón son ya numerosos los países que prohíben expresamente en sus leyes esta práctica. Y en la mayoría de los de Europa, la ley castiga la ablación ya se realicé dentro de las fronteras de estos países, ya en la nación de origen de los progenitores de la víctima, o en otra. Actualmente, fuentes de la ONG “Médicos del Mundo” consideran que la prevención es el medio más eficaz para combatir la mutilación genital femenina. Por ello es muy importante la labor que puedan realizar los mediadores, asistentes sanitarios y matronas de hospitales para sensibilizar a las madres, pero también a los padres, sobre las graves consecuencias que la ablación puede tener para la salud de sus hijas.
Fátima y Yaisha, mujeres gambianas residentes en Zaragoza, colaboran con "Médicos del Mundo" para prevenir la práctica de la ablación a niñas y mujeres.- Foto Luis Negro |
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