Las Fallas de
Valencia, espectáculo de color y diversión
Cada año, llegado el mes de marzo,
Valencia viste sus calles y plazas con centenares de monumentales obras de arte
en cartón piedra, que ardieron en la mágica noche del 19 de marzo
Luis Negro Marco
/ Zaragoza
Las Fallas de Valencia, son junto con
los toros (Sanfermines) de Pamplona,
y la Feria de
abril de Sevilla, una de las fiestas más populares y divertidas de España, por
lo que en 2015 optarán a ser declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El día grande
de las Fallas tiene lugar en la festividad del esposo de la Virgen María , san José obrero, que se conmemora el 19 de marzo, fecha en la
que, por esta razón, también se celebra el Día del Padre.
Es de resaltar, por tanto, que las Fallas hunden sus raíces en una doble
conjunción: por un lado el tiempo astronómico en el que se desarrollan
(equinoccio de primavera, como ya hemos visto)
y por otro, el tiempo cristiano de
la fiesta. Y es que san José, el
esposo de la Virgen María ,
fue carpintero, por lo que, cuando el cristianismo se convirtió en la religión
oficial del Imperio romano (a finales del siglo IV) san José obrero pasó a ser el patrón de los artesanos y muy especialmente
de los que trabajaban la madera.
Falla alusiva al poder del dinero.- Foto: Luis Negro Marco |
Hasta finales del siglo XIX, y debido a la situación geográfica de
España en el globo, los carpinteros que querían trabajar de noche (entonces
todavía no existía la luz eléctrica) desde san Miguel –29 de septiembre– hasta
san José –19 de marzo– debían hacerlo alumbrados por candiles que colgaban de
un artefacto de madera con brazos a modo de percha denominado parot. Pero con la llegada de la primavera y el aumento de horas de
luz, los carpinteros –que ya no precisaban de los parots para seguir trabajando– los arrojaban a las hogueras que se
encendían para festejar la llegada del buen tiempo.
Pronto, la peculiar forma del parot,
similar a la de un espantapájaros, motivó en el imaginario popular el arte de
vestirlo con atuendos y máscaras
grotescas, caricaturas de personajes bien conocidos y relevantes de la
sociedad, de quienes,
de este modo, se hacía satírica y burlesca crítica. Y fue
así como surgieron, ya en el
siglo XVIII, los primeros ninots (muñecos de fallas) a quienes el pueblo atribuía males y
defectos, en la esperanza de que al ser arrojados a la hoguera, las llamas
habrían de purificar también sus culpas. Y aún más, aquellas hogueras,
constituían al mismo tiempo un rito de purificación de la siembra para que
diera buenas cosechas.
La noche fallera es un espectáculo de luz único e irrepetible.- Foto: Luis Negro Marco |
Un hecho también curioso de las Fallas, es el de su símbolo de protección
a través del ruido; así, las mascletás
son ruidosas y atronadores denotaciones
pirotécnicas de pólvora y humo que, durante la semana de celebración de Fallas
inundan las calles de toda la ciudad; y otro factor fundamental de las Fallas
es el fuego. Los valencianos denominan cremá
(quema) al fuego que consume las fallas
en el último día de fiesta, y nit del foc
a la noche mágica del 19 de marzo en que arden las más de 350 Fallas que se
plantan cada año por calles y plazas de la capital levantina.
Pero si queremos profundizar en la fiesta de
las Fallas, habremos de retrotraernos al siglo II después de Cristo, cuando
España era denominada Hispania, y
pertenecía al Imperio romano. Entre las
muchas fiestas que los habitantes de Roma celebraban en honor de sus dioses
(antes de que el Cristianismo fuese la religión oficial del Imperio, lo que
sucedió en el año 376) destacaban las que tenían lugar
en marzo (mes de Marte,
dios la guerra y el fuego y por ello
identificado con el “planeta rojo”) en honor de Minerva, “la diosa de las mil
obras”, protectora de los artesanos. Dichas fiestas se celebraban entre los
días 19 y 23 de marzo, destacando el denominado día de la Quinquatria
(el que se correspondería con el 19 de marzo de nuestro calendario actual) el
mismo en que el cristianismo conmemora a san José obrero.
Durante esos días se hacían procesiones y ofrendas en honor de la diosa
Minerva. Unas procesiones que, curiosamente, se siguen celebrando hoy en día durante las Fallas de Valencia. En este
caso, cientos de miles de valencianas y
valencianos, hacen la tradicional
ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados, patrona de la
ciudad. Las mujeres van vestidas con sus trajes tradicionales de falleras (cuyo
origen se remonta al siglo XVIII) y los hombres, van también con sus
tradicionales trajes de falleros, a la antigua usanza.
Dos generaciones de Falleros. Nieta y abuelo, con sus trajes del siglo XVIII durante la ofrenda a la Virgen de los Desamparados Foto: Luis Negro Marco |
Por
otro lado y regresando a la Antigüedad
Clásica de Roma, cabe tener en cuenta (para que podamos
comprender mejor el significado actual de las Fallas) que también durante el
mes de marzo, los romanos celebraban otra gran fiesta, denominada Liberalia, en honor del Padre Líber (dios de la fertilidad y el
vino) y de su esposa Libera. Estas
fiestas incluían pomposas procesiones
animadas con cánticos en las que con libertad absoluta cada cual podía expresar
cuanto se le antojase. Durante las Liberalia,
los hijos varones que habían cumplido 17 años –alcanzando así la mayoría de
edad– dejaban de llevar la toga praetexta,
propia de los adolescentes y pasaban a vestir la toga viril. La toga del que hasta aquel día había sido adolescente,
quedaba consagrada a
Una de las falleras mayores luciendo belleza y serenidad en su rostro de madura primavera. foto: Luis Negro Marco |
Por todo lo anteriormente visto, no es en absoluto casual que el 19 de
marzo sea el de la actual celebración
del día del padre, ni que ese día coincida con la conmemoración cristiana de
san José obrero, patrón de los artesanos, y por ello día grande de las Fallas
de Valencia.
Las de Valencia son ante todo unas fiestas de la diversión, del espectáculo, el arte, la luz y el sonido, fruto de un esfuerzo
enorme a lo largo de todo el año, de los maestros artesanos y de las comisiones
falleras. De este modo, cada Falla es en sí misma una extraordinaria obra de
arte en las que con gran ingenio se hace crítica de todo cuanto ha sucedido a
lo largo del año; y ello con la sana intención de hacer reír y destacar de
manera relajada los defectos de la sociedad, precisamente, para que puedan ser corregidos.
El fuego final, se llevará entre sus llamas todo cuanto de malo haya
acontecido y
propiciará el nacimiento de un nuevo ciclo anual (marcado por el comienzo de la primavera) lleno de esperanza y felicidad. No en vano el comienzo de la primavera se celebra como el “Día Mundial dela Felicidad ”.
A la derecha un detalle de la Falla del Pilar, que se alzó con el primer premio. Las Fallas, con el espectáculo de color, ruido y fuego, son un símbolo de purificación que celebra la llegada de la Primavera como renovación de la vida terrenal pero también de la personal y de la misma sociedad.
propiciará el nacimiento de un nuevo ciclo anual (marcado por el comienzo de la primavera) lleno de esperanza y felicidad. No en vano el comienzo de la primavera se celebra como el “Día Mundial de
A la derecha un detalle de la Falla del Pilar, que se alzó con el primer premio. Las Fallas, con el espectáculo de color, ruido y fuego, son un símbolo de purificación que celebra la llegada de la Primavera como renovación de la vida terrenal pero también de la personal y de la misma sociedad.
Foto: Luis Negro Marco
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