Escocia, y el mito de Braveheart
Cartel de la Película Braveheart dirigida e interpretada por Mel Gibson en 1995, sobre la vida del guerrillero escocés Guillermo Wallace (1276-1305), quien consiguió la independencia de Escocia respecto a Inglaterra.
Los antiguos habitantes de Escocia (llamada Caledonia por los romanos) fueron los Celtas, pueblo de la misma
etnia y raíz lingüística que los celtíberos de Hispania. Lengua, por cierto,
cuyos textos escritos más extensos hallados hasta el momento son los famosos “Bronces
de Botorrita” (localidad aragonesa de la provincia de Zaragoza) del yacimiento de “Contrebia Belaisca”, el último de los
cuales fue descubierto por los arqueólogos en octubre de 1992.
Los pueblos celtas más conocidos de Escocia fueron los Escotos (originarios de Irlanda) y los Pictos, así denominados por los romanos
por su costumbre de pintar sus caras de azul cuando se disponían a entrar en
combate. Grandes guerreros, el Imperio romano no pudo doblegar a los Pictos, si
bien el general Marco Agripa (64-12 a . C.) consiguió
rechazarlos hacia los Higlands (altas
tierras) de Britania.
Posteriormente, en el año 120, el Emperador Adriano, dado que las
legiones de Roma se
mostraban incapaces de superar los Lowlands (bajas tierras de Escocia), se decidió a construir al
norte de Britania el denominado Vallum
Adriani (Muro de Adriano); una gran muralla de 117 kilómetros de
longitud construida de Este a Oeste de la isla, en la zona más estrecha de su
geografía, con la finalidad de confinar a los escoceses en las tierra altas e
impedir sus acometidas hacia el sur.
Luis Negro Marco / Suevos |
A finales del siglo V, una vez hubo desaparecido el Imperio romano de
Occidente, los escoceses (Pictos y Escotos celtas) traspasaron el muro de Adriano,
devastando las que habían sido hasta entonces tierras de los bretones ingleses,
quienes habían vivido hasta entonces bajo la protección de Roma. A su vez, los
bretones llamaron en su auxilio a las
tribus alemanas de sajones, y anglos. Pero los anglosajones, harían pagar a
los bretones galos de Britania muy caros sus servicios, apropiándose pronto del
país comprendido entre el río Támesis y el Canal de Mancha, fundando, además,
sus propios reinos.
Ya en el siglo IX, y habiéndose convertido al
cristianismo por las predicaciones de San Colombano, Escocia se unificó en un
solo reino, bajo el mando de Kenneth II, rey de los Escotos, aunque siempre bajo
la amenaza de los reyes de Inglaterra. La situación se agravó cuando en 1286, muerto
sin descendencia el rey de Escocia –Alejandro III –, el Parlamento decidió
otorgar a Eduardo I, rey de los ingleses, la facultad de designar al nuevo rey.
El elegido fue Juan Baliol, pero bajo la condición de que fuese vasallo de Inglaterra. Y aunque en principio aceptó,
no tardó en sublevarse y ser derrotado, hecho que fue aprovechado por Eduardo I,
para declarar a Escocia provincia inglesa.
Y este es el momento en que comienza la
leyenda de Guillermo Wallace, figura en torno a la que, en el
año 1995, el director y actor australiano de cine, Mel Gibson, consiguió un gran éxito de taquilla y
reconocimiento oficial (recibió cinco galardones de la Academia de Hollywood,
incluido el Oscar a la mejor película y el del mejor director), al dirigir y ser actor principal (interpretando al
guerrillero escocés Wallace) de la película Brave
Heart –corazón invencible–.
Este filme se basa en la vida de Guillermo Wallace, figura mítica para los
escoceses por cuanto luchó por la independencia del país contra Inglaterra. Sin
embargo, al igual que las de otros
personajes célebres de la
Historia , como ocurre en España con Rodrigo Díaz de Vivar,
“El Cid campeador” (1026-1099), su vida ha trascendido hasta nuestros días no
solo a través de la Historia ,
sino también de la leyenda y el mito.
Guillermo Wallace había nacido en Paisley, ciudad escocesa próxima a
Glasgow, en 1276. Aún estudiaba en su colegio de Dundee cuando mató al hijo del
gobernador inglés, y se refugió en el bosque, desde donde inició contra los
ingleses una lucha de guerrillas, germen de la revuelta escocesa de 1297 contra
el rey Eduardo I. Tras la victoria de Stirling-Bridge, Escocia consiguió su
independencia respecto a Inglaterra y Wallace tomó el título de “Guardia del
reino”. Sin embargo, no fue siempre lealmente secundado por los señores del
país, que envidiaban su autoridad por ser él un simple hidalgo. Quizás esta ausencia
de firme apoyo a su líder por parte de la nobleza escocesa, fue la que propició
que en el año 1298 fuese vencido en la batalla de Falkirk por Eduardo I.
A partir de entonces, surge la leyenda del
héroe, y comienzan a escribirse baladas sobre las hazañas que Wallace, huido y
refugiado en el bosque, habría llevado a cabo en favor de su pueblo de Escocia
contra los usurpadores ingleses. Hasta
que un día fue traicionado por un fiel amigo, y conducido a Londres. Allí, en
1305, Guillermo Wallace era sentenciado a muerte, y en Wet-Smithfield, fue
ahorcado y posteriormente descuartizado su cuerpo.
Pero en 1314, Roberto Bruce vengaría su muerte,
al vencer a Eduardo II, y proclamarse rey de Escocia, cuya corona sería
transferida en 1371 a
Roberto II, el primero de la larga dinastía de los Estuardo. Ya a comienzos del
siglo XVII, en 1603, y hasta 1625, las coronas de Escocia e Inglaterra coincidieron
en la sola figura del rey Jacobo I de Inglaterra (Jacobo VI de Escocia). No duraría
sin embargo la unión, ya que en 1637 los escoceses fundaron el Covenant (liga de defensa de la fe)
contra el rey Carlos I de Inglaterra, quien quería introducir el rito anglicano
en Escocia, que era de religión mayoritariamente presbiteriana.
Llegado el año 1654, el general inglés
Jorge Monk (dueño de los tres reinos de Gran Bretaña: Escocia,
Inglaterra y Gales tras la abdicación de Ricardo Cromwell) se puso a la cabeza
de la Escocia
insurrecta y en 1662 apoyó la subida al poder británico de Carlos II. Pero a
pesar de este apoyo, el monarca disolvió el Covenant
en 1671, ante la fuerte oposición de los
Puritanos (“no conformistas”), contrarios radicalmente al anglicanismo. Así,
las luchas religiosas entre Inglaterra y Escocia habrían aún de pervivir hasta
1689, año en que el rey Guillermo III de Inglaterra concedió a la nación libertad
de conciencia a la hora de elegir su religión. Factor decisivo para que el 11
de abril de aquel año fuese reconocido rey de Escocia el que lo era también de
Inglaterra.
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