Credibilidad
LUIS NEGRO MARCO |
Dice un proverbio chino que no todo el oro reluce, lo que vendría a ser el contrapunto de nuestro no todo lo que reluce es oro. Son expresiones que, como el Jano bifronte de Roma, representan las dos caras de una moneda, resumida en una sola y disyuntiva elección entre anverso o reverso, sin cara o cruz, fundidas ambas opciones en una sola. Pues "el todo" es a la vez coherente y contradictorio. "No todo el oro reluce", y es bajo los escombros y el humus de la tierra donde el arqueólogo encuentra los tesoros del pasado, del mismo modo que las luces de neón son, a menudo, la roca donde las almas despachurran sus sueños.
Credum es confianza, por eso el CREDO de los cristianos: "Creo en Dios Padre todopoderoso...". Creer es poder alcanzar la meta. Creer es por tanto confiar en las posibilidades individuales de cada cual, formando parte de un todo complejo, tejido de partes infinitamente iguales en cuanto a legítimas aspiraciones, infinitamente distintas en cuanto a personalidades individuales, y por tanto, merecedoras de infinito respeto. Cada ser es en sí mismo una entidad creíble, y real, por el simple y trascendental hecho de existir.
Credum es confianza, por eso el CREDO de los cristianos: "Creo en Dios Padre todopoderoso...". Creer es poder alcanzar la meta. Creer es por tanto confiar en las posibilidades individuales de cada cual, formando parte de un todo complejo, tejido de partes infinitamente iguales en cuanto a legítimas aspiraciones, infinitamente distintas en cuanto a personalidades individuales, y por tanto, merecedoras de infinito respeto. Cada ser es en sí mismo una entidad creíble, y real, por el simple y trascendental hecho de existir.
Simular, mentir, manipular, engañar, ocultar, defraudar, decidir sin compartir, son acciones contrarias a la credibilidad, y por tanto a la confianza y el respeto a la coexistencia. La quiebra de la credibilidad fractura por tanto ese "todo complejo" del que todas las personas formamos parte individualmente, que es la sociedad. Podría decirse que quien con su actitud traiciona la confianza que le es intrínsica por su simple existencia, o aún peor, por la que le es otorgada por el resto de la sociedad, se convierte en un cáncer que no solo devora su alma, sino también la del tejido en el que está inserto.
La quiebra de la credibilidad lleva a la incredulidad, como la del apóstol santo Tomás ante la aparición de Jesús resucitado. Ejemplo bien hallado, pues, con su actitud Tomás demostró no que no creyese en Dios, sino que no creía siquiera en su propia existencia, es decir, en sus propias capacidades para alcanzar sus metas.
Nuestra sociedad idolatra no obstante a los incrédulos y a la incredulidad, es decir, a aquellas personas que, faltas por completo de la más mínima confianza en sus propias capacidades personales, y (carentes por completo de moral, y menos aún de conciencia social, de que la sociedad es un "1" configurado por infinitas pinceladas que somos cada una de las personas) roban, defraudan, evaden, mienten y traicionan la confianza popular, haciéndose inmensamente ricos en dineros y bienes, a la vez que inmensamente pobres en dignidad y decencia. Idólatras de la incredulidad, indignos de la menor credibilidad.
Vagabundos que viajan en jaguar, homeless que habitan en grandes palacios y mansiones, pordioseros que visten trajes de lujo, habituales de la sopa boba en hoteles de cinco estrellas, mendigos de perras gordas con carteras repletas de billetes de 500 euros, personas solas en sus multitudinarias fiestas de amigos de interés, solterones y solteronas amargados y amargadas en su vida matrimonial.
No hay nada más viejo que un periódico de ayer, nada más feo que una persona sin credibilidad. Personas incrédulas cuyos egos extienden cheques que su personalidad no puede pagar. Idólatras de la mentira cuyos labios no dejan de invocar el nombre de Dios. Fariseos de la oración. Cloacas y fondos de reptiles. Palabras dadas que valen menos que el soplo de aire por el que se hacen audibles. Burla, caricatura, farsa, degradación, desfachatez: ESPERPENTO Valleinclanesco.
"Se busca persona honrada": "WANTED / REWARD". Como en los letreros de las películas del Oeste, en que el pistolero malo ha resultado ser la piedra angular desechada por los arquitectos. La credibilidad se manifiesta, ahora, como en tiempos de Jesús, en las personas humildes de obras y corazón, sensibles al sufrimiento de los demás, compasivos con sus necesidades, agradecidos y alegres por su reconocimiento. Personas que sanan y no diablos que matan en nombre de Dios blasfemando su nombre. "Todo lo que hagáis a una de mis criaturas me lo hacéis a mí" -dijo Jesús-.
La credibilidad es la buena noticia que cada cual transmite con sus actos buenos de cada día. La credibilidad es el distintivo que caracteriza a la prensa honesta ¿Quién malgasta sus pennys en comprar el diario de la mentira? "Por sus obras los conoceréis".
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