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África, corazón de la música moderna
Luis Negro Marco (Textos y fotos)
Desde
comienzos del siglo XVI, millones de africanos fueron víctimas de la trata transoceánica de esclavos
llevada a cabo por los europeos, con rumbo a tierras americanas. Los grandes terratenientes
solucionaban así la escasez y economía de la mano de obra en sus nuevas
plantaciones de América, ante la expansión mundial de productos como el tabaco,
el algodón y el maíz. En los Estados
Unidos, el puerto de Jamestown (estado norteamericano de Virginia) en 1619, es
la primera referencia geográfica que se tiene de la llegada de un barco negrero
cargado con esclavos procedentes de África. De allí, como los miles que habrían
de seguirles, fueron llevados a trabajar, de sol a sol, a las plantaciones agrícolas
de Missisippi, Lousiana, Georgia y Alabama. Estados que a su vez se convertirían
en los focos a partir de los cuales surgieron y se desarrollaron dos estilos
cruciales para entender la música moderna: el
Blues y el Godspell.
La abolición de la esclavitud decretada por el
presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, en 1865, devolvió la libertad
a las mujeres y hombres negros de América, aunque no por ello dejaron de sufrir
los afroamericanos la dura opresión de los blancos, que siguió ejerciéndose por medio de las leyes
segregacionistas y por las amenazas de
colectivos racistas, cuyo mayor exponente fue la organización criminal del Ku
Klux Klan. Pero fue en tan luctuoso
marco de la Historia
de la Humanidad,
donde se gestó el inicio de la música popular actual, siendo sus iniciadores
las mujeres y hombres negros esclavos de África; y los escenarios de sus cantos
y música: las extensas plantaciones de
algodón, tabaco y maíz de los estados federados de Norteamérica, así como los
porches de sus humildes casas, las haciendas de los amos, y los coros de las
iglesias.
El blues, origen de la
música moderna, fue
creado en los Estados Unidos por esclavos africanos
El blues
(pronunciado “blús”) se convertiría en la expresión melódica que sintetizó toda
la música del esclavo africano en tierra americana, y su desarrollo estuvo íntimamente
unido a la historia del pueblo
afroamericano a lo largo del siglo XX. Todos los estados de ánimo, desde la más
honda tristeza, al humor más picante, se concentran en este género, puro
sentimiento de la historia del pueblo negro sometido por los blancos. De manera
que se puede afirmar que el blues es
la columna vertebral de toda la música popular de la era moderna. Durante los
años que duró la II Guerra Mundial
(1939-1945), ciudades del Sur de los Estados Unidos como Chicago, San Luis o
Menphis, se convirtieron en las capitales del Blues. En estos mismos años surgieron las primeras bandas,
y las mujeres pronto se destacaron como excelentes cantantes y compositoras del
nuevo estilo musical. Pero será a partir de 1950, una vez terminada la Segunda
Guerra Mundial, cuando otro ritmo derivado del blues, se convertiría en un nuevo estilo
que haría furor en la juventud americana, trascendiendo fronteras, y hasta
nuestros días: el rock and roll. Y fue un descendiente de esclavos negros de
América: Robert Johnson (1911-1938), uno de los mejores guitarristas de todos
los tiempos, a quien se le considera como el gran impulsor, y por tanto “abuelo
del rock and roll”. Ya en la década
de 1960 surgirían destacados grupos y cantantes negroafricanos, siendo el Teatro Apollo de Nueva York el escenario
del que saldrían grupos y
cantantes de fama mundial: caso de Los Jackson Five, grupo musical de cinco
hermanos afroamericanos en el que se fraguó el magistral estilo del menor de ellos:
Michael Jackson; Otros grandes músicos y cantantes afroamericanos del rock and roll y el soul,
fueron, de una exitosa e interminable lista: Aretha Franklin, Stevie Wonder, o
Diana Ross. Sin olvidar que también otros estilos aún en boga, y muy populares
en la mayoría de países, como el soul, funk, o la música hip hop,
también hunden sus raíces en el blues.
Doctor Mbomeche, una de los grandes cantantes de Guinea |
La música Godspell, la llamada a Dios
Las iglesias se convirtieron en las
grandes catedrales de esperanza de los esclavos negros de América, y es allí
donde se congregaban durante las ceremonias religiosas, para elevar sus cantos de plegaria e
invocación a Dios. A partir del siglo XX, estos cantos religiosos se conocen
como música Godspell, literalmente
traducido: “Llamar a Dios”. Y al igual que el blues, este estilo de música proyecta toda la energía y el
sentimiento del pueblo afroamericano. Desde entonces, las iglesias se
convertirán en las escuelas para la mayoría de cantantes africanos de todos los
tiempos. En los templos, los cantos religiosos africanos se fueron fusionando
poco a poco, y sin tensión, con los propios de la religión cristiana que los esclavos negros habían
abrazado con gran confianza, pues encontraban en Cristo salvador y redentor la
gran esperanza de su liberación, identificados con el pueblo de Israel y su
esperanza de ser libres en la tierra prometida.
Mujer de un grupo ntondowe en la parroquia de Bityendem (Bata) |
El Jazz: música y arte genuinamente africanos
Tras la cruenta Guerra de Secesión (1861-1865)
en los Estados Unidos, la cual costó la vida a más de un millón de personas, las
familias de ambos bandos que habían sobrevivido a la catástrofe, hubieron de
vender sus instrumentos musicales
(violines, violoncelos, clarinetes, tambores, trompetas, pianolas…) a precio de
ganga, para sacar un dinero con el que salir adelante y sobrevivir. Una circunstancia
que aprovecharon muchos esclavos negros
de la ciudad de Nueva Orleans para
adquirirlos a bajo precio. Surgieron así en la ciudad, capital del estado de
Louisiana, numerosas bandas de músicos que tocaban varios instrumentos con los
que improvisaban hermosas melodías. Había nacido el Jazz: una música creativa que
permitía infinitas combinaciones musicales. Y aunque surgió, como hemos visto,
en Nueva Orleans, pronto se desplazó por otras ciudades norteamericanas, con
especial incidencia en la isla de Manhattan. Allí surgiría en la década
de 1920 el mítico club de música Cotton Club
(“El Club del Algodón”), en pleno barrio neoyorquino de
Harlem. Por allí
pasaron las grandes figuras del jazz
de aquellos años, y la publicación Revue Nègre daba a conocer a una gran
estrella: Josephine Baker, hermosa bailarina y cantante afroamericana, quien
acompañada por una orquesta de jazz
triunfó en París (la capital de Francia), en 1925, popularizando además en
Europa los bailes desenfrenados del charlestón.
Y más tarde, en 1948, durante la
celebración del “I festival de jazz”
celebrado en Niza (Francia), nacía una gran estrella: el mejor trompetista y
cantante de jazz de todos los
tiempos: el insigne músico afroamericano Louis Armstrong, cuya canción “What a wonderfull world” (“Qué mundo tan
maravilloso”) sigue siendo una de las canciones
más escuchadas en radios y televisiones de todo el mundo.
Los Bling son un joven grupo de hip hop de Guinea Ecuatorial que en 2012 grabó suprimer disco: "La Reconquista" |
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