El fuego de las fallas preludió la primavera
Luis Negro Marco / Albarracín
Como cada 19 de marzo, día del padre y festividad de San José Obrero,
Valencia es sinónimo de fallas. El origen de la tradición podría
remontarse hasta hace más de 2.000 años, cuando en el Imperio romano se
celebraban una serie de ritos para conmemorar la llegada de la primavera
(fecha variable entre el 20 y el 21 de marzo).
En un principio, las Fallas fueron tan solo hogueras, ya que el fuego
ha sido considerado desde los comienzos de la Humanidad como un
elemento purificador. De hecho, lo más probable es que el nombre de las
fiestas de Valencia --las Fallas-- provenga del latín fácula
(hacha o antorcha), que por amplificación acabó con el significado de
hoguera. Es de resaltar, además, que las Fallas hunden sus raíces en una
doble conjunción: por un lado el tiempo astronómico en el que se
desarrollan (equinoccio de primavera, como ya hemos visto) y por otro,
el tiempo cristiano de la fiesta. Y es que San José, el esposo de la
Virgen María, fue carpintero, por lo que, cuando el cristianismo se
convirtió en la religión oficial del Imperio romano (a finales del siglo
IV) San José obrero pasó a ser el patrón de los artesanos y muy
especialmente de los que trabajaban la madera.
Hasta finales del siglo XIX, y debido a la situación geográfica de
España en el globo, los carpinteros que querían trabajar de noche, entre
el día de San Miguel --29 de septiembre--, hasta San José --19 de
marzo--, debían hacerlo alumbrados por candiles que colgaban de un
artefacto de madera con brazos a modo de percha denominado parot. Pero
con la llegada de la primavera y el aumento de horas de luz, los
carpinteros --que ya no precisaban de los parots para seguir
trabajando-- los arrojaban a las hogueras que se encendían para festejar
la llegada del buen tiempo. Pronto, la peculiar forma del parot,
similar a la de un espantapájaros, motivó en el imaginario popular el
arte de vestirlo con atuendos y máscaras grotescas, caricaturas de
personajes bien conocidos y relevantes de la sociedad, de quienes, de
este modo, se hacía satírica y burlesca crítica.Y fue así como
surgieron, ya en el siglo XVIII, los primeros ninots (muñecos de
fallas).
La Primavera es la estación de las flores. El comienzo de un nuevo ciclo vital en el que la Tierra recobra su armonía.- Rosa de la Alhambra de Granada.- Foto Luis Negro Marco |
Un hecho también curioso de las Fallas, es el de su significado de
protección a través del ruido, ejemplificado en las estruendosas y
humeantes mascletás; pero también del fuego, cuando llega la cremá y su
punto álgido, y final de fallas: la nit del foc, en la mágica noche del 19 de marzo.
Pero si queremos profundizar todavía más en la fiesta de las Fallas,
habremos de retrotraernos al Imperio romano, y al siglo II después de
Cristo, cuando,durante el mes de marzo (mes de Marte, dios la guerra y
el fuego) tenían lugar las fiestas en honor de Minerva, "la diosa de las
mil obras", protectora de los artesanos. Dichas fiestas se celebraban
entre los días 19 y 23 de marzo, destacando el denominado día de la
Quinquatria, el que se correspondería con el 19 de marzo de nuestro
calendario actual. Durante esos días se hacían procesiones y ofrendas en
honor de la diosa Minerva. Unas procesiones que, curiosamente, se
siguen celebrando hoy en día durante las Fallas de Valencia. En este
caso, cientos de miles de valencianas y valencianos, hacen la
tradicional ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados, patrona
de la ciudad.
Asimismo, también llegado el mes de marzo, los romanos celebraban
otra gran fiesta, denominada Liberalia, en honor del Pater Líber (dios
de la fertilidad y el vino) y de su esposa Libera. Estas fiestas
incluían pomposas procesiones animadas con cánticos en las que con
libertad absoluta cada cual podía expresar cuanto se le antojase.
Durante las Liberalia, los hijos varones que habían cumplido 17 años
--alcanzando así la mayoría de edad--, vestían la denominada "toga
viril", ingresando en la vida adulta. La ceremonia tenía lugar ante la
presencia del pater familiae --el padre--.
De manera que la actual celebración del día del padre, 19 de marzo,
no es ni mucho menos novedosa, sino que arrastra una tradición cuasi
bimilenaria. Un día también para la alegría, pues se celebra apenas dos
días antes del comienzo de la primavera, en que se conmemora el "Día
Mundial de la Felicidad".
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