T R I B U N A A J E N A Artículo recomendado Periódico EL MUNDO 23 de marzo de 2016
Lorenzo Silva Mongoles en Bruselas Cuentan que la razón por la que Ahmed Ibn Taymiya dio en desarrollar la versión integrista y xenófoba del islam de la que se alimenta en última instancia el Daesh o Estado Islámico fue el trauma que sufrió tras la destrucción por los mongoles de su ciudad natal, Harrán, allá por 1269. Como reacción a esa barbarie, se convirtió en el auspiciador de una barbarie de signo contrario, tan reprobada por sus contemporáneos que llegaron a expulsarle de la mezquita de Damasco, tal y como refiere el célebre viajero tangerino Ibn Battuta. Su interpretación fundamentalista del islam habría sido históricamente irrelevante de no ser por la influencia que tuvo en Mohamed Ibn Abd el-Wahab, fundador a su vez del wahabismo, y por la extensión de éste, en un principio marginal, a lomos de los petrodólares de sus devotos seguidores de Arabia Saudí y otros países del Golfo. Es la del Daesh una fe que nace de la destrucción y llama a la destrucción, y que, gracias a sus hombres-bomba, provoca que 747 años más tarde se pague en Bruselas por la ferocidad de los mongoles.
Lorenzo Silva Mongoles en Bruselas Cuentan que la razón por la que Ahmed Ibn Taymiya dio en desarrollar la versión integrista y xenófoba del islam de la que se alimenta en última instancia el Daesh o Estado Islámico fue el trauma que sufrió tras la destrucción por los mongoles de su ciudad natal, Harrán, allá por 1269. Como reacción a esa barbarie, se convirtió en el auspiciador de una barbarie de signo contrario, tan reprobada por sus contemporáneos que llegaron a expulsarle de la mezquita de Damasco, tal y como refiere el célebre viajero tangerino Ibn Battuta. Su interpretación fundamentalista del islam habría sido históricamente irrelevante de no ser por la influencia que tuvo en Mohamed Ibn Abd el-Wahab, fundador a su vez del wahabismo, y por la extensión de éste, en un principio marginal, a lomos de los petrodólares de sus devotos seguidores de Arabia Saudí y otros países del Golfo. Es la del Daesh una fe que nace de la destrucción y llama a la destrucción, y que, gracias a sus hombres-bomba, provoca que 747 años más tarde se pague en Bruselas por la ferocidad de los mongoles.
A
No podemos nosotros, europeos y
habitantes del siglo XXI, vernos devueltos por la fuerza a esa oscura noche
medieval de la que surge el ideario que alienta a los suicidas. No podemos
dejar que la civilización, la libertad, la ilustración, la igualdad, la
solidaridad y tantos otros valores que nos distinguen de los que sólo creen en
la devastación perezcan a manos de su odio ciego. Frente a su voluntad de
doblegarnos por el terror, hemos de ratificarnos en todos y cada uno de esos
valores, y más que restringirlos o negarlos, examinar dónde y cómo no hemos
acertado a practicarlos o a reconocerlos con la extensión y la profundidad
debidas; dónde y cómo, renunciando a lo que somos, hemos dejado que el monstruo
ponga su simiente de rencor. Pensemos en cómo se ha llevado la integración de
la población europea vulnerable a los cantos de sirena de los bárbaros, o en el
trato dado a quienes huyendo de ellos llaman a nuestra puerta.
Dicho lo anterior, sin ánimo de
situar la responsabilidad del asesinato en otros que los
asesinos, y con el
único afán de dejar de facilitarles la tarea, tenemos un problema, grave pero
no insoluble, si de una vez se toman en serio ciertos asuntos. En primer lugar,
la pervivencia de ese seudoestado demente y criminal en amplias zonas de Irak y
Siria. Europa, que se ha convertido claramente en su objetivo primordial,
debería preguntarse si la lenta estrategia impuesta por Washington es la que le
conviene, y si no ha llegado el momento de presionar, y como es lógico, poner
de su parte, para acelerar el fin de esa fábrica de terror.
En segundo lugar, la impunidad con que versiones intolerables del islam, inhumanas y consideradas incluso heréticas por muchos musulmanes, se convierten en el pan de cada día de mezquitas europeas, merced a la financiación de estados a los que ni siquiera se afea la propagación de creencias que llevan a la justificación del homicidio indiscriminado. Hay credos que no son admisibles, porque excluyen a quienes no los profesan y hasta llegan a negarles el derecho a existir. Es hora de rechazar y repeler esa ponzoña con absoluta determinación.
En segundo lugar, la impunidad con que versiones intolerables del islam, inhumanas y consideradas incluso heréticas por muchos musulmanes, se convierten en el pan de cada día de mezquitas europeas, merced a la financiación de estados a los que ni siquiera se afea la propagación de creencias que llevan a la justificación del homicidio indiscriminado. Hay credos que no son admisibles, porque excluyen a quienes no los profesan y hasta llegan a negarles el derecho a existir. Es hora de rechazar y repeler esa ponzoña con absoluta determinación.
Y en tercer lugar, el secuestro
de la voluntad de los propios musulmanes por quienes se arrogan el derecho a
matar en su nombre, y quieren, a ellos antes que a nadie, negarles la libertad
y la misma vida si se oponen a sus designios. Hay que tenderles la mano y
ayudarles a librarse de semejante calamidad.
La pregunta es si tiene el liderazgo necesario esta Europa en la que
últimamente no parece haber nadie al timón.
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