¡Feliz vigésimo aniversario!, de parte de un español guineoecuatoriano
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La directora de La Gaceta de Guinea Ecuatorial, Yamila Izquierdo
Bretones, me había llamado por aquel entonces para comunicarme que en este mes
de mayo, la revista La Gaceta de Guinea Ecuatorial cumpliría sus 20
ininterrumpidos años de existencia, y que con motivo de tal celebración, se iba
e editar un número especial.
Veinte años es –como cantaba el gran
intérprete cubano Antonio Machín– “toda
una vida”, que ha hecho de La Gaceta no sólo la
revista decana de la prensa de Guinea Ecuatorial, sino a su vez, la más longeva
(decana, también por lo tanto) de sus
características, de las que actualmente se publican en lengua española en el
continente africano. Un motivo de orgullo y satisfacción, sin duda, para quien
fue su principal impulsor: el académico, escritor y actual presidente de la Academia de la Lengua Española de
Guinea Ecuatorial, Agustín Nzé Nfumu, lo mismo que para quien es, y desde
hace siete años, su actual directora: Yamila Izquierdo Bretones; y por
supuesto, para todo el gran equipo humano que hace posible este apasionante
proyecto de comunicación y participación ciudadana que es La Gaceta de Guinea Ecuatorial.
Dibujos de las provincias españolas de Fernando Poo y
de Río Muni, tal y como se representaban en un manual sobre: “Nociones de geografía española”. Madrid, 1967
Y no, no piense el lector que esta última
reflexión me haya hecho olvidar la anterior, sino que la he insertado porque,
de algún modo, ambas están estrechamente interrelacionadas. Pues bien: la
reflexión que antes comentaba que me había dejado sorprendido es que hasta hace
tan sólo unos días no había sido yo consciente de que, además de ciudadano
español (que lo soy, y con sumo orgullo), nací siéndolo también
guineoecuatoriano. En efecto, aquel niño que fui –y que gracias a Dios sigo aún
sintiendo que habita en mi interior–; aquel niño que correteaba en compañía de
otros niños por las calles de Bello (el pequeño pueblo de la provincia de
Teruel en el que nací, al igual que mis nueve hermanos), era –sin que fuese consciente de
serlo– por ser español, también guineoecuatoriano.
Y
español y guineoecuatoriano (como lo sigo siendo –en tal condición– también
aragonés,
catalán, vasco, gallego, andaluz, canario…) seguí siéndolo hasta la independencia de Guinea Ecuatorial, inaugurada el 12 de octubre de 1968.
catalán, vasco, gallego, andaluz, canario…) seguí siéndolo hasta la independencia de Guinea Ecuatorial, inaugurada el 12 de octubre de 1968.
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El autor de este artículo, en una fotografía como alumno de la escuela
de párvulos de su pueblo natal, Bello, tomada en abril de 1968, cuando Fernando
Poo y Río Muni eran todavía provincias españolas.-
----------------------------------Aquél día, fue también día de fiesta en el pequeño pueblo de la provincia de Teruel en el que nací, al igual que en el resto de España, pues el 12 de octubre es el día dela Virgen del Pilar (La
Pilarica , como la llamamos cariñosamente los aragoneses),
patrona de España y de la Hispanidad ,
por lo tanto también patrona de Guinea Ecuatorial, único país de África cuya
lengua oficial es el español.
----------------------------------Aquél día, fue también día de fiesta en el pequeño pueblo de la provincia de Teruel en el que nací, al igual que en el resto de España, pues el 12 de octubre es el día de
Mas también, créame ahora el lector si le digo
que en la escuela nada me enseñaron sobre el que también era de niño mi país: Guinea
Ecuatorial; ni tampoco de él me enseñaron nada en el instituto, ni siquiera en
la universidad. Caso contrario ocurrió con mis padres (Francisco y Generosa,
ahora ya con Jesús, en la Casa
del Padre) de quienes recuerdo –especialmente por habérselo oído recitar para
mí, a mi madre– instruyéndome sobre las provincias españolas de África (y hablo
del año 1967): “Las provincias españolas
de África son: Ifni, Sahara español, Río Muni y Fernando Poo”. Cuando oía
de voz de mi madre el nombre de esta última provincia (Fernando Poo), pensaba
para mis adentros que qué lejos debía estar aquella provincia española de la
(en mi niñez) siempre fascinante y misteriosa África.
Mas por azares de la vida, mi familia iba a
estar al cabo de unos años, unida de manera muy especial al continente
africano, cuando uno de mis hermanos mayores (Fernando), sacerdote escolapio,
fue enviado en 1987 por sus superiores, (junto a otros dos sacerdotes de la Orden ) a Camerún, con la
misión de gestionar –invitados por el obispo de la ciudad– unas escuelas
católicas en Bamenda. Allí permaneció mi hermano
sacerdote escolapio, Fernando, durante 15 años, plantando las semillas de la
que hoyes importante presencia apostólica escolapia en Camerún, país vecino de Guinea Ecuatorial.
A este hecho cabe añadir la curiosa circunstancia de que mi primer apellido es: “Negro”. De manera que en algunas de las
reuniones familiares, yo me atrevía a fabular (por supuesto, sin base alguna
–al menos hasta donde ahora sabemos sobre la historia de nuestra familia– y
dejándome llevar por la imaginación) con la idea de que en realidad, nuestro
apellido “Negro”, denotaría nuestro
pasado africano, como descendientes de antiguos esclavos negros llevados hace siglos a España, donde
rehicieron su vida, mezclando su sangre negra con la de blancos españoles, legando
a sus descendientes –grabada por siempre en el apellido (“Negro”)– su legendaria raíz africana.
Pero una vez más, aparte de fantasear con mis
infundadas raíces africanas, la vida me llevó a mí también (al igual que le
había llevado a mi hermano 25 años atrás) al encuentro de África, y en concreto
con el que (y eso sí que no es fantasía) había sido también mi país: Guinea
Ecuatorial. Fue en el año 2011, cuando los Padres escolapios, a petición mía
–pues África como he comentado me había fascinado ya desde niño– me ofrecieron
la posibilidad de ir a trabajar como profesor en la asignatura de Literatura, a
su colegio “Calasanz” de Bata, que se
encuentra en el barrio de Ekobenam. Lo único que puedo decir es que el año que
pasé en Guinea Ecuatorial, durante el curso académico de 2011-12, fue un año
maravilloso e inolvidable que perdurará como fuente de inmensa alegría durante
el resto de mí vida. Debo tanto a mis compañeros sacerdotes y religiosos escolapios
con los que conviví durante un año, a mis alumnos, y a cuantas personas a quienes
tuve la fortuna de conocer durante aquel estupendo período de tiempo, que aún a
día de hoy (cuatro años después) permanecen vivas y presentes en mi mente
vivencias, paisajes y gentes, como si fuera ahora mismo que las sigo viendo y sintiendo.
Y fue también durante mi inolvidable estancia
de un año como profesor en Guinea Ecuatorial cuando envié mi primer artículo a La Gaceta de Guinea Ecuatorial. Compraba yo la
revista todos los meses, ya en “Supermercados Santi”, ya en los kioscos del
Paseo Marítimo de Bata, y un día, me decidí a enviar (sin que conociese a nadie
de la revista) un artículo. Era mayo de 2012, y para sorpresa y alegría mía, cuando compré la
revista al mes siguiente, comprobé que la directora (Yamila Izquierdo Bretones)
había incluido mi artículo, ilustrado con las fotos que también le había
enviado.
Ya de vuelta en España, en septiembre de 2012,
y con Guinea Ecuatorial (al igual que ahora), en el corazón, llamé al teléfono de la redacción que figura en la mancheta de la revista, y hablé con la
directora para ofrecerle mi altruista colaboración en La Gaceta de Guinea Ecuatorial, proponiéndole
escribir sobre cultura, paisajes, tradiciones, lenguas, gentes, folklore… de
Guinea Ecuatorial. Temas todos ellos que, en mi corto período de estancia en el
país, me habían dejado fascinado. Amablemente, la directora –Yamila Izquierdo
Bretones– que para entonces ni siquiera
me conocía personalmente, aceptó mi solicitud de colaboración en la revista. Y
desde aquel momento, hace casi cuatro años, en reciprocidad a la confianza que
tanto ella como el
resto de responsables de la publicación depositaron en mí,
he tratado siempre de corresponder con honestidad, fidelidad y profesionalidad
en todos y cada uno de cuantos artículos y reportajes he ido enviando a la
revista. Asimismo, el principal público lector de La Gaceta de Guinea Ecuatorial , que no es otro
que la ciudadanía guineoecuatoriana, siempre
ha estado presente en todas y cada una de las ocasiones en que me he sentado
frente a la pantalla del ordenador para redactar mis artículos, pues son ellos
(las ancianas y ancianos, las mujeres y hombres, la juventud y las niñas y
niños de Guinea Ecuatorial) los verdaderos destinatarios de la revista, y como
tales, merecedores de una información
cultural veraz, contrastada y de calidad. Los ancianos son extraordinarias y
únicas bibliotecas de la sabiduría, y los niños los encargados de recoger su
legado y transmitirlo a su vez, el día de mañana, a sus descendientes.
plano esquemático de la isla de Corisco realizado en 1948 por un equipo de geógrafos españoles |
Finalizo estas líneas expresando de nuevo mis
más sinceras felicitaciones a La Gaceta de Guinea Ecuatorial por sus flamantes 20
años, que es lo mismo que expresarlas, junto a mi total reconocimiento, a su
directora Yamila izquierda Bretones, a su fundador y actual presidente de su
consejo de administración, Agustín Nzé Nfumu, y a todo
el gran equipo humano (periodistas, administrativos, maquetadotes, editores,
distribuidores, colaboradores, y muy especialmente ustedes, los lectores) que
todos los meses hacen posible este gran medio de comunicación que es “La Gaceta de Guinea Ecuatorial.
¡Felicitaciones pues a todos, de parte de este español que un día también lo fue guineoecuatoriano, y aún sigue sintiéndose como tal, desde el corazón!.-
¡Felicitaciones pues a todos, de parte de este español que un día también lo fue guineoecuatoriano, y aún sigue sintiéndose como tal, desde el corazón!.-
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