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Verdún, herida en canal en el corazón de Europa
La batalla tuvo
lugar en 1916, en el transcurso de la I
Guerra mundial, y costó la vida a casi un millón de soldados
alemanes y franceses
Luis Negro Marco / Historiador y periodista
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Paul Jankowski
Verdún, 1916.
Crónica de la batalla más
Célebre de la Primera Guerra Mundial
Editorial:
La Esfera de los libros; 441 páginas
Madrid,
2016
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Portada del libro "Verdún: crónica de la batalla más celebre de la Primera Guerra Mundial", de Paul Jankowski. La Esfera de los Libros; Madrid, 2016 |
El kronprinz,
Federico Guillermo de Prusia, deseoso de obtener prestigio sobre su pueblo,
quiso hacerse con el enclave de Verdún, a pesar de su escaso valor estratégico.
Tras horas de atronadores bombardeos con munición pesada disparada con cañones de
largo alcance, las tropas alemanas asaltaron a la bayoneta las trincheras
francesas, entablándose una estela de infinitos y encarnizados combates cuerpo
a cuerpo, sin otro objetivo que el de la mera supervivencia. Luchas que, sin
atisbo de humanidad alguna, se prolongaron hasta el 26 de febrero, día en que
los soldados alemanes, tras decenas de miles de muertos en ambos ejércitos, consiguieron
conquistar el fuerte de Douaumont.
La contraofensiva francesa estuvo dirigida
durante los meses de marzo y abril por el mariscal Pétain, la cual no tuvo otro
efecto que el de la estabilización de frentes, prácticamente a los puntos
iniciales del comienzo de la batalla. Ello, unido a la ofensiva aliada en el
Somme (1 de julio de 1916), llevó al Estado Mayor alemán a tomar la decisión de
retirar muchos de sus batallones hacia el nuevo frente, otorgando la iniciativa
en Verdún al ejército francés. Así hasta
el 2 de noviembre de 1916 en que el ejército alemán fue empujado por el francés
a sus posiciones iniciales de partida.
Verdún. Soldados alemanes tras ser liberados de la trinchera en la que habían quedado sepultados tras el derrumbe producido por el estallido de una bomba frente a su posición. |
Por
ello Verdún figura en la
Historia de la
Humanidad como paradigma del absurdo, la brutalidad y el
horror de las guerras cuando son indiscriminadas, convierten (como ocurrió en
Verdún) a la población civil misma en objetivo, y se persigue, no la victoria
militar, sino la destrucción y aniquilación total de personas y paisajes.
Verdún significó la desaparición de
pueblos y ciudades enteros, con bosques y
colinas arrasados, cuyos devastadores efectos sobre la geografía fueron
equivalentes a más de 15.000 años de erosión natural. A tal punto llegó a
cambiar el paisaje bombardeado de Verdún que muchas de las nuevas especies de
plantas son fruto de la adaptación al nuevo relieve y microclima de aquellas
tierras tras la batalla.
Un soldado aleman avanza entre las almbradas de las trincheras francesas tras un ataque artillero, durante la batalla de Verdún |
Libros escritos por combatientes de la I Guerra mundial, como Roger Vercel (Capitán Conan, 1934), Ernst Junger (Tempestades de acero, 1920), o Erich María Remarque (Sin novedad en el frente, 1929) son
testimonio palpable y desgarradoramente humano de la tragedia de ésta y de todas las batallas que acontecieron en el
transcurso de la I Guerra
Mundial, en la que nunca antes, “tantos
leones fueron mandados a la muerte por unos pocos corderos”, y en la que,
según reza la propia dedicatoria que Remarque puso al comienzo de su libro: “Toda una generación quedó destruida por la
guerra. Totalmente destruida, aunque se salvase de las granadas”.
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