A veinte años de un siglo
Luis Negro Marco / Historiador y periodista
“Marruecos,
17 a las 17” es el título del libro publicado en 2009 por Joaquín
Gil Honduvilla, el cual hace referencia al día y la hora en que empezó (17 de
julio de 1936, a
las cinco de la tarde) la
Guerra Civil española, teniendo por principales promotores a
los generales Mola, Sanjurjo y (posteriormente protagonista único, tras la
muerte de los anteriores) Franco. Paradójicamente, aquel que se preparó como
golpe militar, cuyo fracaso desembocó en una cruenta guerra civil, se inició
fuera de suelo hispano, en el entonces Protectorado de Marruecos. Tres días
después, el 20 de julio, la lucha de unos españoles contra otros era ya
generalizada en toda España, y aún se habría de prolongar, discurriendo por
ríos de sangre, a lo largo de casi tres años.
Más allá de las batallas, de la intervención
extranjera (Italia, Alemania y tropas moras de Marruecos en favor de los alzados y Rusia y las
Brigadas Internacionales en favor de la República ), quedan aún a día de hoy muchas
incógnitas, y muy vivas las heridas de la represión y la muerte. El fraile capuchino Gumersindo de Estella
(1880-1970), capellán que fue de los condenados a muerte por las tropas de
Franco en la capital aragonesa, narró en
un libro de memorias: Fusilados en
Zaragoza: 1936-1939 Tres años de asistencia espiritual a los reos
(publicado en 2003, ya que antes fue cercenado por la censura), el trágico destino que padecieron más de 3.500
personas, fusiladas por las tropas de Franco
junto a las tapias del cementerio de Torrero. No fue sin embargo esta
inhumana barbarie exclusiva de los rebeldes, pues también de ella dieron
muestras las fuerzas de la
República , como aconteció en Barbastro con el
fusilamiento, apenas unos días después de
la rebelión militar, del obispo de la ciudad y 55 sacerdotes
claretianos, amén de 9 religiosos
escolapios en Azanuy, todos ellos parte de los más de 6.000 religiosos,
sacerdotes y monjas fusilados en España en el transcurso de la Guerra Civil.
Una violencia
que asimismo fue transversal, como se vio por ejemplo en Barcelona con lala Generalitat y el
Gobierno de la República
por un lado, y anarquistas y miembros del POUM por otro, que culminó con una
dura represión sobre estos últimos. Y lo mismo ocurrió entre las tropas de
Franco, fusilando a varios religiosos originarios de Vascongadas, y a numerosos
efectivos disidentes de los tercios carlistas de Navarra que se habían unido a
la rebelión.
Transcurridos ahora 80 años desde el inicio de
los tres años más trágicos de la historia reciente de España, la sociedad
española es muy diferente a la de 1936, así como el contexto nacional e internacional
en el que aquella se desenvolvió. De manera que persistir a día de hoy en el discurso maniqueo de las
dos Españas, es caer en un grave error, o lo que es peor, en una interesada
interpretación de la historia, distorsionada, errática y muy alejada de la
realidad social de nuestros días. La articulación de la sociedad española del
momento trasciende el plano ideológico (a día de hoy resulta ya extemporáneo hablar
de personas de derechas y de izquierdas) y muestra una identidad dinámica y transversal
que supera el anticuado concepto marxista de clases cerradas determinadas por
el modo de producción.
La ciudadanía avanza ahora desde una perspectiva radicalmente
diferente a la de aquellos felizmente superados trágicos sucesos de la Guerra Civil , de acuerdo a los nuevos impulsos que brotan de la
globalización económica que marca la historia mundial de las dos últimas
décadas, así como del extraordinario avance que han experimentado las
tecnologías de la información y de la comunicación, abriéndonos a la era de
Internet y de la telefonía móvil.
Asimismo el estudio histórico de la Guerra Civil se está
complementando en este siglo con el estudio arqueológico, el cual proporciona
nuevos aportes y enfoques para el estudio y la interpretación. Los destruidos
por la guerra pueblos viejos de Belchite y Rodén, en la provincia de Zaragoza,
son testimonio de aquella lucha fratricida, como lo son las trincheras de la
Ruta Orwell en la sierra de Alcubierre o las de Corbalán, en la provincia de Teruel.
Conocer la existencia de aquellos escenarios debe servir para sensibilizar a
las presentes generaciones que el horror, las guerras y el terrorismo son
producto de la irracionalidad, de la que a su vez emana la violencia.
La vigente Ley de Memoria Histórica debe ser
un instrumento al servicio de la verdad, y por tanto ajena a la manipulación y
a espurios intereses partidistas, en la
estela de la “Comisión de la Verdad y la Reconciliación ”
creada en Sudáfrica por Nelson Mandela en 1994 con el objeto de investigar los crímenes
cometidos durante el apartheid, como medio imprescindible para acceder a la
reconciliación nacional.
A día de hoy, a veinte años para un siglo de
su comienzo, están más que superados los relatos justificativos que esgrimió el
franquismo sobre la
Guerra Civil , y nos encontramos ante un nuevo escenario que nos
obliga a salvaguardar y restituir la dignidad de las víctimas de la guerra y el
franquismo, así como a continuar avanzando en el estudio histórico de aquellos
hechos que nunca debieron haber sucedido, y de los que sigue siendo imperiosamente
necesario conocer la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.