Elie Wiesel, superviviente de los campos de extermino nazis y premio Nobel de la paz en 1986, falleció el
2 de julio en Nueva York
Luis Negro Marco / Historiador y periodista
Nacido el
30 de septiembre de 1928, en el seno de una familia judía, en la
localidad rumana de Sighet, la tranquila vida de Elie Wiesel cambió
diametralmente de rumbo en 1944 cuando a
sus adolescentes 15 años de edad fue enviado por los nazis, junto a toda su
familia, al campo de concentración de Auschwitz. Una vez allí, fue trasladado sucesivamente, a los campos de Buna, Gleiwitz y Buchenwald, del que fue finalmente liberado
por los aliados en abril de 1945. De su familia, tan solo él y dos de sus
hermanas sobrevivieron al holocausto y
el niño Elie lo consiguió gracias al consejo de un anciano judío, quien
le exhortó a que mintiera a los SS sobre su edad y les dijera que tenía 18
años, edad mínima requerida en los campos para el trabajo, lo que –de momento–
le libraría de una muerte segura en los crematorios.
La Presidenta de la República Federal de Alemania, Ángela Merkel, junto al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama y Elie Wiesel, superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz en 1986, depositan flores en el antiguo campo de exterminio nazi de Buchenwald, en recuerdo, memoria y homenaje a sus víctimas, el 5 de junio de 2009.-
Foto: Mandel Ngan /AFP / Getty IMages)
Tras su liberación, Elie Wiesel fue llevado a
Francia, donde pasó tres años en un orfanato, hasta que en 1948 comenzó sus estudios
universitarios en La Sorbona ,
y una vez finalizados empezó a trabajar como periodista en el diario L´Arche (El Arca). Fue entonces cuando
conoció al escritor François Mauriac –premio Nobel de Literatura en 1952– quien
le animó a que escribiera sobre su terrible experiencia como esclavo destinado
a morir en los campos de exterminio nazis.
Cuando en 1963 adoptó la ciudadanía
estadounidense, hacía cinco años que residía en Nueva York, donde en 1958
publicó su primer libro: Night (Noche), en el que recuerda su
primera horrible experiencia tras las alambradas de Auschwitz: “Jamás podré olvidar aquella noche, la
primera noche en el campo, en la que asesinaron a mi Dios y mi alma, convirtiendo
mi vida en una noche eterna…”. A este libro siguió en 1966 la publicación
de Jews of silence (Los judíos del
silencio), un llamamiento a la necesidad de actuar y abandonar la pusilanimidad
ante los crímenes contra la dignidad humana, la desigualdad y la injusticia.
Casado en
1969 con Marion Rose (superviviente como él del holocausto, y traductora de
algunos de los más de treinta de libros que escribió) Wiesel fue profesor de
literatura y filosofía en las universidades de Boston, Yale y de la ciudad de
Nueva York. En septiembre de 1979, siendo presidente de la “Comisión del Congreso de los Estados Unidos para
la Memoria
del Holocausto”, redactó para el presidente Jimmy Carter, su transcendental
informe para las salvaguarda de la memoria de los seis millones de víctimas del
genocidio judío llevado a cabo por la Alemania nazi: “Quienes sobrevivieron a las cámaras de gas saben que tienen la ineludible obligación para con la Humanidad de recordar y contar
aquella historia que jamás debió haber sido contada, aquella historia que tristemente
acontecida debe –sin embargo ahora– ser
contada en su totalida, antes de que sea
demasiado tarde, antes de que el último de los testigos del holocausto haya
muerto sin poder contar al mundo aquella mancha imborrable en la historia de la Humanidad ”.
En su
discurso del 10 de diciembre de 1986 en Oslo,
cuando recibió el premio Nobel de la Paz , Wiesel insistió en la necesidad de no
mostrarnos indiferentes ante los ataques contra la dignidad humana y a mantener
siempre viva la memoria de quienes fueron víctimas del holocausto, puesto que “si olvidamos y guardamos silencio ante el
conocimiento del crimen, nos convertimos en sus cómplices, ya que la
neutralidad nos sitúa siempre del lado del opresor, nunca de sus víctimas”.
Por este motivo, cuando en 1993 fue inaugurado en Washington el Museo del
Holocausto, Elie Wiesel pronunció estas palabras que ahora se encuentran
grabadas en la entrada: “Por los muertos,
y por los vivos, debemos dar testimonio”.
Asimismo la defensa de la igualdad y el
respeto a la digitad humana por encima de creencias, sexo, ideología, o color de piel, fue una constante
a lo largo de toda la vida de Elie Wiesel, para quien asuntos tan graves como el apartheid llevado a cabo
por la minoría blanca en Sudáfrica, hasta la llegada al gobierno de Nelson
Mandela en 1994, o los genocidios habidos en Camboya en la década de los
setenta, y mucho más recientemente en Ruanda y Congo, fueron hechos tan
horribles como el antisemitismo llevado a cabo por los nazis. Por este motivo y
llevado por su inquebrantable decisión de que prevaleciera siempre la verdad, Wiesel
escribió: “Mientras haya un solo niño que pasa hambre en cualquier lugar de la
tierra, nuestras vidas estarán llenas de vergüenza. Todo lo que necesita saber la Humanidad es que nunca
nadie va a estar solo ante el dolor, y que mientras la libertad de quienes
sufren esté amenazada, la calidad de la nuestra también lo estará, puesto que
nuestro bienestar es indisociable de de quienes desesperadamente precisan de
nuestro amor”.
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