La Gaceta de Guinea Ecuatorial
Alguien dijo, alguien interpretó
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por AGUSTÍN NZE NFUMU
* Presidente del Consejo de Administración de La
Gaceta de Guinea Ecuatorial
* Senador y Portavoz del Senado de Guinea Ecuatorial
* Presidente de la Academia Guineoecuatoriana de la
Lengua Española (AEGLE)
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Acababa de bajar de Añisok donde había pasado algo más de 16
días participando en la campaña electoral para las presidenciales de 2016 a favor del candidato
del PDGE en la mismas y me encontraba en Bata en la casa que tengo en el barrio
de Mkolombng “Mba
Nguema” cuando recibí una llamada telefónica
de uno de mis incondicionales amigos de toda la vida, al que llamo “Djeba-Djeba” (los que nos conocen saben perfectamente de quién hablo).
Este artículo pertenece a la edición de junio de la revista mensual "La Gaceta de Guinea Ecuatorial" |
Cuando respondí a la llamada, primero tropezaron
mis oídos con una carcajada torrencial
procedente del otro lado de las ondas (que no cable, porque ya saben ustedes
que los teléfonos móviles no usan cables sino ondas). “Djeba-Djeba” estuvo como dos minutos carcajeando desesperadamente, como tiene
por costumbre cuando se burla de alguien o algo. Después de los interminables
120 segundos y en su lenguaje entrecortado por la risa me contó: –Estoy en el bar de “Mahá”, aquí en la ciudad de Niefang, descansando del ajetreo de la campaña, y tomando con los
compañeros alguna copita. En eso han entrado dos jovencitos que, dirigiéndose a
la barra, le pidieron a la camarera que les sirviera dos nze nfumu –se rió más fuerte antes de continuar. Primero les presté mucha
atención, pensando que era una bromita, o que fuera aquello de creer haber
escuchado algo que, en realidad, no se ha dicho. Cuando la chica repitió lo de nze nfumu, diciendo lo que costaba uno, y sacando dos latas de cerveza “San Miguel” extra largo y de color blanco de la nevera, no pude contenerme,
y les increpé, preguntándoles de qué iba
aquello de utilizar el nombre de una persona para pedir una cerveza o
cualquier bebida.
Tanto la camarera como los propios jóvenes, me
hicieron saber que se sentían sorprendidos de que siendo él mi amigo, no supiera
que no solo en Niefang, sino en todo el país,
ese es el nombre que el pueblo había puesto a esa nueva lata de cerveza “San Miguel”, pues a diferencia de las ya familiares que son doradas más o
menos, en sus versiones pequeñas, a las que llaman E.T. y la más larga, conocida por Coaster, a ésta, por su cuerpo revestido de
una pintura blanca, se le puso lo de nze nfumu.
No supe si enfadar, o si romper a reír a
carcajada limpia y suelta, pero tomé la determinación de cogerlo por el lado
menos dañino –y eso fue instantáneo– para así digerirlo sin riesgo de empacho,
es decir, reconocer y respetar al pueblo su derecho a “cebarse” en sus personajes públicos y en cierto modo, vengarse de
ellos de la manera más sutil posible, despachándose a su gusto y poniéndoles
nombres y apodos y “alias” que les
hagan sentirse a su manera, “más fuertes”
que ellos.
Cuando supe después que lo de mi nuevo “tocayo” era ya de dominio y trato
generalizado en todo lo ancho y largo de nuestra querida y coqueta Guinea GUINEA
ECUATORIAL, decidí pues no decepcionar al pueblo, a esta sociedad sencilla,
cuyas intenciones eran únicamente el deseo de convencerse de que pueden tener a
su merced, ponerle nombrecitos, beberse y comentar sobre una de esas personas a
las que creen distantes, inasequibles. Una manera de hacerle sentirse “dueño de la identidad” de ese al que
cree no poder tener acceso fácil.
Debo, mientras tanto, explicar a quienes no lo
entiendan, que lo de nze
nfumu intuyo que se debe al hecho de que el
nuevo diseño de las latas de esa marca de cerveza (San Miguel) y por razón de publicidad y marketing, los distribuidores han
querido que sea de color
blanco-marfil, para resaltar mejor las letras, un
tanto rojizas y verdes, que reflejan el nombre comercial de la misma y otras
pequeñas letras de varios colores, descriptivas de todos los demás detalles.
Yo, por mis apellidos fang, soy Nze (leopardo) y Nfumu, de “Nfum” –blanco– que se convierte en Nfumu cuando hace referencia a un ser
humano. Soy muchas veces tratado de Nfum - Nze (Leopardo Blanco) por mis amigos y familiares, a veces también por aquellos que no
son ni tan amigos ni tan familia.
En la sociedad de nuestro país es verdad que
hay bastantes personas que me conocen, no solo por el hecho de los cargos y
puestos ostentados en la administración política sino también por mi cercanía,
mi particular empatía con el alumno, el obrero con quien se cruza uno todos los
días en la calle camino del trabajo. Y esta circunstancia es quizás la que haya
hecho posible que ese hombre sencillo, esa persona de todos los días, en un
gesto para acercarse más a “ese al que
solo se ve en la televisión”, y no con ninguna otra intención, o
pensamientos torcidos, tuviera la ingeniosa manera de acercarse a mí.
“las más grandes lecciones
se aprenden de las más sencillas
reflexiones”
Encuentro incluso algo de cariño en ese gesto
de soberanía del pueblo que ha querido demostrar con ello que nosotros, los
políticos, los que tenemos un nombre en la sociedad porque el pueblo lo quiere
y lo decide, somos un poco sus instrumentos de ejercicios del “yo te veo y te concibo como a mí me conviene”.
El pueblo adopta a un político cuando le vota, cuando por su consentimiento,
éste accede a un puesto y a una responsabilidad. Es lógico que, en su arranque
de orgullo, y de reivindicación de este poder que, libre y honradamente, cede
con su voto, quiera él sentirse también en la libertad de designar y manejar
los nombres de esos políticos a la manera que le hagan sentirse un poco más “dueño” de ellos, en su plan de “es la manera de sentirme en cierto modo,
alguien que puede llamar como mejor le plazca a esta persona que por mí y para
mí actúa y trabaja”.
En todas las sociedades siempre se han puesto
apodos, motes, etc; la mayor parte de ellos cariñosos, que de ninguna manera
traducen aversión, desprecio u odio sino todo lo contrario. Desde luego, no
excluye eso que pueda haber nombres puestos a personas para recordar el rechazo
que su sus figuras suscitan en la sociedad. Por eso, a todos los que de mi
homónimo nze nfumu con la blanca lata de San
Miguel puedan querer encontrar afrenta,
ofensa o insulto, yo les contesto que lo torcido estará solamente en sus
mentes, lo mezquino solo germinará en sus elucubraciones y el veneno solo
estará en la cavernícola tergiversación que algunas mentes suelen hacer de lo
más anodino, de lo que, incluso, solo obedece a un deseo de acercar a las
personas, a hacer asequibles a algunas personas a las que se creen lejanas.
Me divirtió mucho la siguiente reflexión que
se atribuye al presidente Mugabe (no sé si la pronunció o
no) sobre el racismo. Una secuencia muy divertida que le lleva, a partir de lo
que mentes torcidas acuñan como credo, para desembocar en el desprecio más
profundo que se siente por los que así piensan. Léanlo y reflexionen, porque no
tiene desperdicio, y sobre todo, porque me llegó de personas muy entrañables,
mis antiguos compañeros del Centro
Laboral La Salle , participantes del foro “Lasalianos”, que tenemos en whatsapp (va por ti, mayor Jum 1).
“Somos todos, nada más y nada menos, que humanos que viven en paz y concordia, dentro de los normales altibajos
que impone el hacer camino cada día.”
Se dice que Mugabe dijo: “El
racismo nunca acabará mientras los coches blancos usen neumáticos negros: El
racismo nunca acabará mientras la gente siga usando el negro para simbolizar lo
malo y el blanco para la paz; El racismo nunca acabará mientras la gente siga
usando prendas blancas para las bodas y negras para los funerales; el racismo
nunca acabará mientras que aquellos que se niegan a pagar los impuestos son
catalogados en lostas negras yy no blancas; incluso hasta jugando al billar, no
ganas hasta que no metas la bola negra, y curiosamente, la bola blanca se queda
sobre la mesa”. Pero la lección de orgullo y
dignidad la da supuestamente Mugabe cuando concluye: “Pero no me importa siempre y cuando
siga utilizando papel higiénico blanco para limpiarme mi negro “c”, estoy bien”.
Así que las más grandes lecciones se aprenden
de las más sencillas reflexiones. Nze Nfumu persona “nze nfumu” lata de cerveza… cuestión de simple matiz. Nada que ver ni con la realidad ni con
el desprecio y el insulto… Solo con la sociedad que puede permitirse esas
libertades y gracias, porque en la sociedad todos somos humanos, simplemente humanos…
¡Nada menos que humanos! Humanos que viven en paz y concordia, dentro de los
normales altibajos que impone el hacer camino cada día.
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