De la utopía a la retropía
El filósofo y escritor Zygmunt Bauman (1925-2017) mostró en su último libro que nuestra sociedad ha perdido la fe en el secular ideal humano por alcanzar un mundo feliz
Durante mucho tiempo
hemos tenido fe en el ideal de que la humanidad alcanzaría la felicidad
absoluta en un tiempo y lugar futuros. Un lugar sobre el
que Tomás Moro escribió cinco siglos atrás, refiriéndose a él como un lugar
concreto, una tierra, una isla, un estado soberano, regulado por prudentes y
benevolentes leyes. Ahora
ya no creemos en esa utopía, pero en el fondo de nuestro ser la seguimos
ansiando.
Portada del libro póstumo de Zygmunt Bauman, Retropía; editado por Willey; 180 páginas |
Sin embargo, ya no buscamos esa utopía en un
lugar y futuro lejanos. Ahora está emergiendo una nueva concepción global cuyas
expectativas se proyectan ya no hacia el futuro, sino hacia el pasado. Ya no
encaminamos nuestros actos hacia un futuro al que hay que llegar, sino que
volvemos nuestra mente hacia el abandonado y muerto pasado. De ahí que, según
Zygmunt Bauman, las sociedades modernas han cambiado sus aspiraciones de un
mundo ideal, pasando de la utopía de Tomás Moro, a la retropía.
Zaugman se refiera al neologismo retropía como una tendencia emergida de lo más
profundo del subconsciente colectivo, fruto de la interactividad sistémica
entre las esferas del poder y de la política, que conforma el eje y
característica principal de nuestro tiempo, al que Zaugman define como sociedad líquida.
Es en el marco de
los Estados—soberanos en el que se dirimen, unidireccionalmente, por las
élites, qué valores han de ser los óptimos para el desarrollo social, y en
función de ellos, cuáles han de ser los principales objetivos a alcanzar.
La actual quiebra del sistema de valores, no
es sino el reflejo de la incapacidad e incompetencia que las naciones-estado
(impulsadas por la estrecha alianza entre los poderes económicos y políticos)
están manifestando, en un tiempo en que las diferencias sociales entre pobres y
ricos sn cada vez mayores, al tiempo que están surgiendo cada vez más bolsas de
pobreza.
Luis Negro Marco
Habiendo perdido por
completo la fe en la idea de poder llegar al ideal de alcanzar una sociedad
alternativa a la actual en el futuro, en su lugar, la sociedad está poniendo el
foco girado hacia el pasado, que aunque enterrado, todavía sigue sin haber
muerto.
Todo ello está
originando un profundo sentimiento de desencanto y desconfianza en
la sociedad, que la tradicional alianza de poderes se está mostrando cada vez
menos capaz de controlar. Ello explicaría, entre otros asuntos, y contra lo
deseado por el propio Gobierno de la nación, la elección de los británicos de
salir de la Unión Europea ,
o la elección –contra todo pronóstico– de Donald Trump como presidente de los
estados Unidos, o ya en España, que Pedro Sánchez tenga muchas posibilidades en
volver a ser elegido secretario general del Partido Socialista.
Es en este contexto en el que Zaugman se
manifiesta de la opinión de que la verdadera utopía
(utopos, es la potencia de lo que podría ser, es decir, de la
existencia) en nuestra sociedad posmoderna es la retropía (es decir, no lo que podrá ser sino la revitalización del illum tempum, que ya fue). Por lo tanto, en esa vuelta al pasado sería
precisa una revisión de los acontecimientos pasados, para que no se vuelvan a cometer
los mismos errores de quienes nos antecedieron en el tiempo.
Surgen así imaginarias nuevas representaciones
ya no del futuro, sino del pasado, a la
manera de nuevos mapas trazados sobre las antiguas fronteras, en los que se
delinea la hoja de ruta hacia un retromundo mejor.
Así es retropía,
el nuevo tiempo y las nuevas fronteras sociales de nuestro mundo contemporáneo,
examinados por Zygmunt Bauman con
agudeza gracianiana, poniendo de manifiesto la estrecha relación
existente entre una modernidad desnortada (que ha renunciado a la entropía que
conduce hacia el conocimiento racional) y el pasado, cuya senda recorrida proporciona,
al menos, la seguridad de lo malo conocido.
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