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lunes, 29 de mayo de 2017

Jesús Negro: "La verdad, como objeto de fe"

 FIRMAS INVITADAS 

Conocemos la verdad

Jesús Negro Marco
    (sacerdote escolapio)
  
  Nadie puede conocer la verdad si previamente no se la enseña Dios. La verdad no se la puede conquistar. Sólo se la puede recibir de parte de Dios, con humildad y agradecimiento. Después de recibirla, y con la ayuda de la gracia de Dios, hay que conquistarla, es decir, hay que hacerla propia con estudio y esfuerzo.   Y esto es fácil de comprender, pues todo lo que somos y hacemos es, primero, regalo amoroso de parte de Dios, y para nosotros, gratuito, pues ninguna exigencia podemos formular a Dios, ni ningún derecho tenemos.  Existimos por pura gracia de Dios. Alma, con entendimiento y voluntad, cuerpo, salud, todo, todo sin excepción es, primero, don de Dios.    

"La persona que razona lo hace unida a
  Dios su Creador
"
.-
Dibujo: Fernando Negro Marco
  Pues entonces, tratando de conocer la verdad, pasa lo mismo. Primero Dios nos da esa verdad por medio de la revelación divina y del don de nuestra fe católica, recibida en el bautismo. Por eso, la primera palabra que decimos en el Credo es «yo creo». Y, no decimos, «yo entiendo». Y eso ocurre también en la manera de adquirir todos nuestros conocimientos naturales y científicos. Creemos a nuestros padres, que nos dicen que lo son; a nuestros maestros; a los libros que leemos; a las personas con quienes nos relacionamos.  La fe humana está en la base de todo cuanto conocemos. Y si creemos en los hombres, que son falibles, ¿no creeremos a Dios, que ni se equivoca, ni puede equivocarse?  


 La verdad es objeto de fe. Tiene que ser recibida y creída, y a continuación tiene que ser estudiada y asimilada racionalmente. Y esa verdad, no es sólo acerca de dogmas, sino acerca del origen de todo lo que nuestros sentidos corporales captan, y entiende nuestra razón. Porque a continuación de decir «yo creo», decimos que creemos en «Dios Padre y Creador de todas las cosas». Por tanto la verdad no sólo es conjunto de ideas, sino que es toda la realidad existente. Y que antes de existir en este mundo, están en Dios, como «Creador de todo lo visible y lo invisible».

 Y Dios lo crea todo en su Verbo, que es Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre en las entrañas purísimas  de la Virgen María. Y todo, lo crea por Él y para Él. Y Jesucristo es la «Luz de la Verdad» que alumbra la inteligencia de cada hombre, crea o no crea, pues es el creador de toda alma humana. Dios es la Luz, la Inteligencia increada, que tiene una semejanza en la luz o inteligencia del alma del hombre. Por eso, conocemos todo con la inteligencia divina creada. Y es creada para evitar el panteísmo.  

 Job, en el capítulo 28 de su Libro en el Antiguo Testamento, nos dice: "Mas la sabiduría, ¿de dónde viene?, ¿cuál es la sede de la inteligencia? Ignora el hombre su sendero. No se encuentra en la tierra de los vivos. Sólo Dios conoce su lugar. Y Dios dijo al hombre: mira, el temor del Señor es la sabiduría; huir del mal, la Inteligencia".    
  
 Por tanto, para que el hombre llegue a ser sabio conociendo la verdad, necesariamente tiene que vivir unido a Jesucristo, tal como Él mismo lo enseña por su santa Iglesia católica. Primero es creer. A continuación, manejar la razón dentro del ámbito de la fe. Y esto no es ningún recorte para la razón, sino su ayuda y defensa.    

 La razón o luz divina en el alma, es para investigar todas las verdades creadas por Dios y para formular las leyes científicas. En la fe, el hombre siempre tiene un punto de referencia en su búsqueda de la verdad, pues puede saber si va por el camino recto o equivocado. Si sus razonamientos no contradicen la enseñanza de la fe católica, su camino es  verdadero. Pero si la manera de pensar y de vivir  va contra ella, la razón va por camino equivocado o malo.  

  El presente escrito me surgió a propósito de una carta aparecida recientemente en un diario titulada «Hay múltiples teorías filosóficas sobre la realidad», la cual terminaba su autor con este interrogante, tremendamente inquietante, pues lo peor que le puede pasar a uno es vivir en la eterna duda: "¿Acaso todo lo que pensamos sobre el mundo, sobre nosotros, sobre lo que nos sucede es fruto de un error de percepción?". Y yo afirmo que no hay ninguna razón para vivir en esa duda. Dios crea nuestro entendimiento perfectamente adecuado para conocer todo: lo existente y lo ideal.

  Nuestra inteligencia, espiritual, está sustancialmente unida a su cuerpo material formando una  única persona. Y así, conocemos lo que de espiritual hay en cada cosa, que es la esencia, que es lo que le hacer ser eso y no otra cosa, que abstraída de la materia es la idea que formamos de ella. Para conocer, utilizamos los sentidos del cuerpo, que nunca se equivocan, y el alma inteligente. Y la persona que razona lo hace unida a Dios su Creador. 

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