FIRMAS INVITADAS
Representación de un condenado en el Infierno
Jesús Negro Marco (Sacerdote escolapio)
Lo he encontrado en "La mujer pobre" de Leon
Bloy. El autor lo pone en latín, tal vez por la dureza excesiva del retrato, y
es copiado de las Revelaciones de Santa Brígida, exactamente de "Revelationum
colestium Sanctae Birgittae", liber quartus, cap. VII. Yo lo he
traducido. Y es así:
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"No sabemos nada de las delicias del Cielo, donde está el sumo amor, ni de los atroces tormentos del Infierno, donde está la desesperación".- Dibujo: Fernando Negro Marco |
"Enseguida se le mostró a la esposa, algo que se
abría como un cierto lugar terrible y tenebroso, en el que apareció un horno
ardiente por dentro. Y aquel fuego, ninguna otra cosa tenía por combustible
sino demonios y almas vivientes. Sobre este horno apareció aquella alma de
la que ya se había escuchado su juicio en los altos lugares. Los
pies del alma estaban fijados en el horno y el alma estaba erguida como una
persona. Pero no estaba ni muy alta ni muy baja, sino como a un lado del horno.
La figura del alma era terrible y admirable. El fuego del horno parecía
ser aspirado hacia arriba por dentro de los pies del alma a la manera de como
el agua sube hacia arriba por las tuberías, y, a gran presión ascendía, y,
salía por la cabeza, a la vez que por los poros fluían chorros de ardiente
fuego. Las orejas parecían fuelles para avivar los fuegos que salían por
los orificios y removían a todo el cerebro con un continuo resoplido.
Los ojos, con estrabismo, estaban hundidos y parecían estar pegados, por
dentro, al occipucio. La boca estaba abierta y la lengua, saliente por la nariz
rajada, bajaba hasta los labios. Los brazos eran tan largos que bajaban hasta
los pies. Las dos manos parecían tener y amasar una cierta masa
blanda de pez ardiente. La envoltura que aparecía sobre el alma parecía
tener la forma de la piel sobre el cuerpo y era como tela de un vestido cubierto
de esperma humano. Ese vestido era helado, por lo que todo el que lo veía
quedaba estremecido. Y de
esa piel manaba algo, como el pus de una úlcera corrompida con sangre y el
hedor era tan asqueroso que no se puede parecer al más pésimo hedor de este
mundo. Viendo tanta tribulación se oía la voz de aquella alma que a
intervalos decía cinco veces: ¡Ay!, gritando con todas sus fuerzas, entre
lágrimas".
Al leer esto recordé lo que Dios dice en el Libro del
A.T. QOHELET: "Ni
de amor ni de odio el hombre sabe nada. Y lo que entiende en este mundo sobre
ambas cosas es vanidad". Y es verdad:
No sabemos nada de las delicias del Cielo donde está el sumo amor, ni de los
atroces tormentos del infierno, donde está el sumo odio y desesperación. Y también pienso: ¿Y si este texto se
propalara por todos los medios de comunicación, qué ocurriría? ¿ Se atreverían? ¿Se atreverían a leerlo?. Muchos no tendrían ni cuajo para acabar de leerlo. Y los encargados de
hacer las noticias lo tirarían.
En su lugar seguirían
engañando y mintiendo a la teleaudiencia con noticias apañadas para que sigan
bien alienados de la realidad de esta vida y de lo que hay en la otra después
de la muerte, que les puede venir en cualquier momento. Y si se mueren en
pecado mortal, sin arrepentimiento, esto es exactamente lo que les espera. Y
para toda la eternidad.
Recuerdo que
Santa Teresa de Jesús, tiene la descripción del lugar del infierno a donde
ella, dice, podría estar si no era fiel a las gracias que le daba Nuestro
Señor. Y también me dio miedo de leerlo.
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