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martes, 23 de diciembre de 2014

Costumbres navideñas antes de la llegada a España de Santa Clauss y Papa Nóel

El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel

   Tradiciones de la Navidad   

Luis Negro Marco / Zaragoza

 Con la celebración del día de Navidad (Natividad de Jesús) culmina el período cristiano del Adviento, el que anuncia la llegada del alumbramiento de Cristo, nacido para llenar de luz al mundo. De hecho para los romanos, el sol era el dios de la vida, y por ello, en las mismas fechas de la Navidad, la Roma clásica celebraba la fiesta del “Sol invictus”, en honor al dios Mitra. Una celebración de origen persa, dos mil años anterior al nacimiento de Cristo,  incorporada e instituida en Roma por el emperador Aureliano a finales del siglo III. El propio San Agustín, en su sermón “In nativitate Domini”, compara a Cristo, sol de Justicia, con el “Sol invictus” de la religión de Mitra.   De este modo, la celebración de la Navidad –una vez que en el año 380 el emperador Teodosio convirtió al Cristianismo en la religión oficial del Imperio de Roma– pudo deberse a un deseo inicial de las autoridades eclesiásticas por contrarrestar la influencia que la religión mitreica ejercía en el pueblo romano.

 Ya en nuestros días, la Navidad es el período del calendario cristiano con más y diversas tradiciones
La Navidad: tiempo de villancicos, panderetas, tamboriles
zambombas y zapatos  de niños en las ventanas esperando
la llegada de los Reyes Magos.- Foto: Luis Negro Marco
a él asociadas; la mayoría con un sólido estrato en común, pero diverso en cuanto a manifestaciones, de acuerdo a la singularidades de cada comunidad. Así, por ejemplo, en algunas localidades del Bajo Aragón era tradicional que los niños acudieran en Nochebuena a la misa del gallo, provistos de bochigas (o bufas) de gorrino. Se habían aprovisionado de ellas durante la matacía y las habían inflado a modo de globos. Así, instalados varios de ellos en  el coro, o en una capilla lateral de la iglesia, las hacían estallar con gran estruendo, en el momento en que el cura procedía a la Consagración. Bello homenaje infantil y salutación de los niños al nacimiento del Cristo redentor. Y tras la misa del gallo, en muchos pueblos de la comarca turolense del Matarraña –y de nuevo los niños como protagonistas–  iban a recoger el aguinaldo por las casas de los vecinos, provistos de cestas, y cantando villancicos como éste: “Es lo día de Nadal, i matar é lo gal (gallo),  i a la plega (búsqueda) de l´aguinaldo  tots hi anem (vamos) cantant: Doneu-mos diners y guirlatxe, torrons, panses (pasas) i figues, aixi com anous (nueces) i olives, i si no m´on doneu / per les escales caigueu”.
 También en tierras bajoaragonesas fue tradición en el día de Navidad, que los novios regalasen a sus novias un gallo hecho en masa de pan. Pero más frecuentemente era una anguila de mazapán (“marzapán”), enroscada en espiral, y ojos de cristal, colocada en el interior de una cajita redonda de cartón bellamente decorada. Además, el novio la adornaba con  plumas pequeñas y flecos de colores Ese día, si los padres aprobaban al pretendiente, se le invitaba a cenar o a tomar café, y la pareja ya tenía el permiso para iniciar su noviazgo formal.
  En otros lugares, la Navidad era el tiempo en que se hacía la subasta de “aleñar” o abastecer de leña al horno de pan cocer durante todo el año. Para entonces eran las mujeres de cada casa quienes amasaban su propio pan, tortas y mantecados, y los llevaban al horno. En muchos pueblos, además de cobrar por la cocción, el panadero recibía también la “bolla”, un pan por cada treinta de los que se amasaban.
 
Las anguilas de mazapán son un dulce típico de la Navidad, muy relacionado
con el sentido cíclico de la vida y el mito del eterno retorno. Se trata de un
dulce que se está recuperando, y tiene gran presencia en Toledo, Galicia,
Cataluña, Madrid, y Aragón.
Foto: Luis Negro Marco
Otra interesante tradición navideña era la de la “Tronca de Nadal” la cual se celebraba en buena parte de los pueblos del Alto Aragón, pero también en muchos de la Franja oriental, además de en Cataluña y Galicia. Tras la cena de Nochebuena, una vez los niños se habían ya acostado, sus padres o abuelos arrimaban un buen tronco hueco de roble u olivera hasta la chimenea, y  lo rellenaban de regalos, caramelos y dulces. Así, cuando los niños se levantaban, cogían las  “estenazas” del fuego, o el badil y golpeaban el tronco para que saliesen las sorpresas que contenía. Para ello tenían además que recitar unas frases rituales que variaban de una localidad a otra: “Tronc de Nadal,  que cague terrons,  i pixe vi blanc”. Y también: “Tió de Nadal, caga terrons, que si no cague, et pego un tossoló”. Esta tradición, seguramente propia ya de los pueblos peninsulares prerromanos,  estaría relacionada con el deseo simbólico de hacer brotar los últimos frutos a un ciclo agrícola ya finalizado (coincidiendo con el final del año) y  con ellos propiciar la abundancia del entrante.  De hecho, Las cenizas del “tronc de Nadal” se esparcían por los campos para asegurar una buena recolección. Un rito a su vez, de invocación a la lánguida luz del sol, característica de estas fechas, para avivar sus rayos, que son la fuerza de las cosechas. De hecho, es ahora, a partir del solsticio de invierno, cuando los días empiezan a alargar sus horas de luz.
 Y Llegada la Nochevieja existía la tradición de ir a pedir por las casas el “cabo de año”. Muchas 
La Navidad va unida en el hemisferio norte a la nieve, 
el frío, el final de un ciclo. fechas propicias para el 

recogimiento y la celebración familiar, para la diversión
de los niños que disfrutan de sy¡us vacacines escolares.
En la imagen unos niños jugando con bolas de nieve en
la plaza del Obradoiro, frente a la catedral de Santiago de 
Compostela en la Navidad de 2009.- Foto: Luis Negro Marco
veces eran cuadrillas de niños, pero también los mozos que habían entrado en quintas y al año siguiente tenían que hacer el servicio militar. Así, los vecinos de cada casa ya habían preparado para cuando llamasen a la puerta, un fardo que, al igual que el aguinaldo, consistía en productos de la recolección, como higos secos, nueces y también derivados de la matacía. Asimismo, determinados gremios (carteros, serenos, barrenderos…) recorrían los barrios de las ciudades repartiendo casa por casa tarjetas navideñas de felicitación,  con un dibujo alusivo a su oficio, con las que pedían el aguinaldo.
  ”Date prisa, que nos van a dar las uvas” es ahora una frase común, pero que seguramente no empezó a generalizarse en España hasta después de 1909. Año en que, tras una buena cosecha, un grupo de empresarios alicantinos del sector de la uva y el vino decidieron poner en marcha una avispada campaña, que no fue otra que la de promocionar la costumbre (de la que se tiene constancia ya existía en España en 1895, relacionada con la guerra de Cuba) de tomar un grano de uva el día de Nochevieja por cada sonido de las últimas doce campanadas del año. Costumbre, por otro lado muy recomendable, ya que se dice que tomarlas rigurosamente al son de cada tañido, augura salud y dinero para el resto del año.

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