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viernes, 8 de mayo de 2015

8 de mayo de 1945, el día en que Europa venció al terror nazi y abrió el camino hacia la libertad

El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel

              Una paz inacabada             

A setenta años de la finalización de la II guerra mundial, aún son muchos los esfuerzos que quedan para alcanzar la paz  en el mundo

Luis Negro Marco / Muros

El 29 de abril de 1945, un día antes de suicidarse en su búnker de Berlín, Hitler había redactado su testamento final en el que, sorpresivamente, designaba al gran almirante Karl Dönitz como su sucesor en la jefatura del III Reich, al tiempo que ordenaba la continuación de la lucha, a pesar de que la guerra estaba perdida desde hacía meses.

Sin embargo, Dönitz comprendió que su misión tenía dos únicos objetivos: por un lado, trasladar al mayor número de civiles y militares alemanes del Este hacia las zonas ocupadas por las tropas angloamericanos. Una operación ya iniciada dos meses antes y que se saldó con trágicos resultados, como el hundimiento del buque hospital “Goya”, con siete mil refugiados alemanes a bordo que murieron cuando el 16 de abril de 1945 el barco fue hundido en aguas del Báltico por un submarino soviético.  

Y la segunda misión de Dönitz fue la de  gestionar la capitulación militar de Alemania ante los
Portada del libro "Diez años y veinte días"
memorias del almirante Karl Dónitz; La
esfera de los libros; 2005
ejércitos aliados (Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que avanzaban desde el Oeste) y la URSS, cuyo ejército arrollaba a la Wehrmacht –el ejército alemán– en todos los frentes del Este y se había plantado ante las puertas de Berlín.

 Las pretensiones de Dönitz fueron las de alcanzar una serie de capitulaciones parciales  ante los aliados, con las que pretendía continuar la guerra solo contra Rusia. Sin embargo, Eisenhower, el presidente de los Estados Unidos, se mostraba tajante y exigía la rendición incondicional de Alemania en todos los frentes, incluido el ruso, calificando las pretensiones alemanas de “uno de los conocidos trucos nazis para introducir una cuña entre los Aliados y Rusia.

 Así las cosas, el 7 de mayo de 1945, el general Jodl en su calidad de representante del Alto Mando alemán, firmaba en Reims la rendición incondicional de todas las tropas ante el general Bedell como jefe del ejército aliado. No obstante, las reticencias entre la URSS y los aliados eran ya manifiestas y notorias, y Stalin exigió que los alemanes repitiesen la rendición ante su ejército; un acto que, en efecto, se llevó a cabo el 8 de mayo en el cuartel general del mariscal Shukov, en Berlín.

Portada del libro La II Guerra 
mundial, escrita por Winston Churchill.-
Edita: La Esfera de los Libros, 2005
Ese mismo día, y en su condición de primer ministro británico,  Winston Churchill daba cuenta de la rendición de Alemania en la Cámara de los Comunes a través de un discurso transmitido por radio desde Londres. “Esta victoria es de ustedes” –proclamó Churchill después, desde el balcón del Ministerio de Sanidad de Londres; a lo que la población exultante respondió: “No, es suya”.

 Pero la finalización de la guerra dejó al descubierto la mayor de las atrocidades del régimen nazi: El holocausto. En sus memorias, redactadas después de salir de prisión, en 1956, el almirante Dönitz dejó escrito, en su descargo, que durante sus años de alto mando en el Reich,  jamás fue consciente de la parte inhumana del nacionalsocialismo. Se refería al holocausto judío, y los campos de concentración en los que los nazis asesinaron a más de cinco millones de personas durante la II guerra mundial, incluidos más de siete mil republicanos españoles. Gracias a las fotografiadas (muchas de ellas aún inéditas) de uno de aquellos españoles supervivientes: Francisco Boix, preso español en Mauthausen, empleado por los alemanes como fotógrafo en el campo de exterminio, el mundo pudo conocer la auténtica dimensión de la barbarie y horror nazis.  Boix (Barcelona, 1920- París, 1951) fue el único testigo español, en enero de 1946, del juicio de Nuremberg contra destacados jefes militares y políticos nazis responsables de los campos de exterminio. Gracias a sus instantáneas y testimonio, muchos de ellos fueron condenados por el tribunal militar internacional, por sus crímenes contra la Humanidad. Otros, sin embargo, lograron escapar y murieron, más que nonagenarios, sin el menor signo de arrepentimiento ni compasión hacia sus víctimas.

 Por otro lado, la rendición de Alemania, no supuso el final de la II guerra mundial, puesto que
Portada del libro "Francisco Boix, el
fotógrafo de Mauthausen
"; de Braulio
Bermejo
; RBA editores; 2005
la lucha continuó en el Pacífico entre los Estados Unidos y Japón. A día de hoy se sabe que es muy posible que el emperador Hiro Hito hubiese expresado ante Moscú sus deseos de rendición, pero Stalin, con intereses en Manchuria, optó por el silencio y que hablase la diplomacia de las armas. De este modo, el  6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima y tres días después volvía hacerlo sobre Nagasaki, causando la más cruel mortandad producida por un arma, que el mundo haya conocido. Rusia por su parte, declaraba el mismo día 9 de agosto la guerra contra Japón, que se rendiría incondicionalmente seis días después.

 Tras la II guerra mundial, Alemania quedó (de acuerdo a lo estipulado en la Conferencia de Yalta, de febrero de 1945) dividida en  cuatro zonas, que pasaban a ser controladas, respectivamente, por la Unión Soviética, los Estados Unidos, Gran Bretaña, y Francia. La misma división en que quedaba fragmentada la hasta entonces capital de Alemania, Berlín. La ciudad acabó por convertirse en motivo de disputa entre la URSS y los aliados, auténtico faro de la guerra fría, llegando a su punto álgido el 13 de agosto de 1962, fecha en que Walter Ulbricht, presidente de la República Democrática de Alemania (RDA) levantó el muro de Berlín, siguiendo la línea de demarcación de la zona de la ciudad bajo control soviético, que pasaba a convertirse en la nueva frontera estatal de la Alemania comunista. Berlín quedaría dividida en una zona occidental y otra oriental (la capital de la extinta RDA), , hasta que finalmente sus bloques de hormigón, alambradas y torres fueron derribados en el mes de noviembre de 1989 y su caída fue el preludio de la reunificación de Alemania.
  A día de hoy, lejos de ser un pasado muy lejano, algunos de los graves conflictos existentes (como por ejemplo las guerras de Ucrania, Siria o Irak), así como muchas de las tensiones en países de África y Asia, tienen su origen en la guerra fría que comenzó tras la II guerra mundial y en una paz todavía inacabada.

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