el Periódico de Aragón
Semana Santa y
Pascua judía
Luis Negro Marco
Durante el primer Concilio Ecuménico de Nicea,
convocado por el Emperador romano Constantino en el año 325, se debatió sobre
el problema de en qué fecha habría de celebrarse la Pascua , fiesta en la que la Iglesia conmemora la Pasión , Muerte y
Resurrección de Cristo. Y es que las diferencias de criterio entre los obispos
de los primeros siglos del cristianismo sobre esta fiesta suprema –la más
antigua para los cristiano– estuvo a punto de provocar un prematuro cisma entre
la Iglesia de
Oriente y la de Occidente.
El heresiarca Arrio (280-336) sostenía que
Jesucristo era hijo de Dios solo por adopción, pero no por naturaleza, y que el
Padre era el único verdadero Dios. Es lo que en la historia del cristianismo se
conoce como la doctrina de inferioridad del Verbo de Dios. De modo que, a pesar
de que el arrianismo ya había sido condenado en el año 319, en el Concilio de
Alejandría, muchos obispos seguían manteniéndolo. La cuestión se dirimió
finalmente en el Concilio de Nicea, en el que los obispos declararon al Hijo
(Jesucristo), consustancial al Padre (es decir, de igual esencia), redactando
el verdadero símbolo de la fe cristiana. Asimismo el Concilio de Nicea sirvió
para fijar la fecha definitiva de celebración de la Pascua , en el primer
domingo siguiente al primer plenilunio de primavera, según se celebraba ya en
la iglesia de Roma.
¿Y por qué se decidió celebrar la Pascua en esa fecha
concreta? pues por el hecho de que los
Evangelios coinciden en afirmar que la
muerte de Jesús tuvo lugar durante la Pascua judía (Pesaj). Fiesta solemne que los judíos
celebraban desde el día 14 de la luna de marzo (cuando el pueblo Hebreo, guiado
por Moisés, salió de su cautiverio en Egipto partiendo de la ciudad de Ramases
hacia la Tierra
prometida) y hasta el 21 del mismo mes,
en que atravesaron el Mar Rojo, perseguidos por el faraón, cuyas tropas
quedaron sepultadas bajo el mar. La Pascua judía duraba 8 días, en los que cada
familia inmolaba un cordero blanco, sin mancha alguna, que era comido con pan
sin levadura (pan ázimo), manchando previamente la puerta de las casas con la
sangre del cordero, señal de la salvación de los judíos.
Monumento de Viernes Santo, en el altar mayor de la iglesia de la Virgen del Carmen en Santiago de Compostela.- 25 de marzo de 2016.- Foto: Luis Negro |
En cuanto a la Iglesia católica, la Pascua consiste en la celebración
de la Resurrección
de Cristo, una fiesta variable, (este año tiene lugar el 27 de marzo), que
coincide con el domingo que sigue al primer plenilunio después del equinoccio
de primavera (o sea que puede tener lugar entre el 22 de marzo y el 25 de abril), y a la que precede imediatamente– la Semana Santa.
El domingo de Pasión (también llamado
antiguamente domingo de Lázaro) es el penúltimo de la Cuaresma , y antecede
siempre al domingo de Ramos (que se celebró el 20 de marzo), rememorando la
entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de una burra, cuyos habitantes le
recibieron con júbilo alfombrando el suelo a su paso, con ramos de olivo. En la liturgia cristiana estos ramos tienen
gran importancia, pues durante la vigilia Pascual del sábado Santo (noche
previa al domingo de Resurrección) los
ramos son quemados a las puertas de la iglesia, y bendecidos por el sacerdote,
guardándose las cenizas de la hoguera, pues serán utilizadas para marcar con
ellas la frente de los fieles en el miércoles de Ceniza del año siguiente, con
el que dará comienzo el nuevo ciclo cristiano de la Cuaresma.
Esta vigilia deviene de una antiquísima
tradición del pueblo hebreo recogida en el libro del Éxodo del Antiguo
Testamento, como una noche “digna de ser
consagrada al Señor, por ser aquella en que sacó a los hijos de Israel de la
tierra de Egipto, y por tanto deben celebrarla todos los hijos de Israel en
adelante y perpetuamente”.
Asimismo, en esa noche el sacerdote ilumina el
cirio pascual que alumbrará durante el resto del año, y como símbolo de la Resurrección de
Cristo que otorga la vida, era también durante
esta vigilia cuando se celebraban los bautizos de los niños que acababan
de nacer. Durante la Edad
media, la importancia de la
Pascua de Resurrección fue de tal trascendencia social, que
entre los siglos X y XV, el año civil empezaba en el día en que tenía lugar.
A nivel popular, la Pascua de Resurrección
recibe también el nombre de Pascua de Flores o Florida, pues se celebra tras la
llegada de la primavera, y un antiguo refrán alusivo decía así: “Pascua de antruejo [carnaval] Pascua bona, cuanto sobra a mi señora, tanto
dona. Pascua de flores, Pascua mala, cuanto sobra a mi señora, tanto acaudala”,
queríase de este modo ejemplificar el hecho de que, con harta frecuencia, solo
a quien le sobra o falta no le hace, da.