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miércoles, 27 de noviembre de 2013

27 de Noviembre, celebración del patrocinio de san José de Calasanz; en otros años, Día del Maestro en España

San José de Calasanz, pionero de la Pedagogía moderna

Luis Negro Marco / Zaragoza

"Última Comunión de san José de Calasanz". Cuadro pintado por Goya en 1819 que se
conserva en el colegio de los Padres Escolapios en Madrid

Hoy se celebra el Patrocino del pedagogo y santo aragonés José de Calasanz (Peralta de la Sal, 1557 - Roma, 1648) quien además de ser el fundador de las Escuelas Pías, revolucionó la Educación al abrir en el año 1597, en Roma, la primera escuela popular y gratuita de Europa dirigida a la infancia y juventud sin recursos. Canonizado en 1767 por Clemente XIII, Pío XII lo declaró en 1948 Patrón universal de las Escuelas Cristianas en reconocimiento a su labor pedagógica. Porque José de Calasanz (católico) junto a su coétaneo, el obispo protestante checo Comenius (1592-1670) son las figuras más signiticativas de la historia de la Educación a nivel mundial. Pero la revolución educativa llevada a cabo por el aragonés sería difícil de entender sin tener en cuenta el marco histórico en el que se desarrolló su vida. Y es que la Historia de Europa tuvo un antes y un depués a partir del Concilio de Trento (1545-1562) y la reacción católica (Contrareforma) a la Reforma Protestante del teólogo alemán Martín Lutero. Un tiempo de cambios absolutos en cuanto a conocimientos, descubrimientos y creencias, marcado en España  por el reinado  de Felipe II (1527-1598) consolidador de la Monarquía Hispánica y férreo defensor de la religión Católica frente a sus corrientes reformadoras.Una vez finalizados sus estudios de Filosofía y ordenado sacerdote, José de Calasanz pasó a ejercer su ministerio en los obispados de Lérida y Urgel, siendo en Tremp, una de las localidades catalanas a ellas adscritas, donde el santo de Peralta fue consciente de la importancia de la Enseñanza como pilar fundamental para el desarrollo de la justicia social en las naciones modernas. Sin embargo, cuando en 1592 se embarcó hacia Roma, eran bien otros los propósitos que le movían, pensando que en “La Ciudad Eterna” le sería más fácil obtener los cargos eclesiásticos que ansiaba. Mas la realidad que allí encontró José de Calasanz estaba bien alejada de la púrpura y los blancos mármoles de los palacios renacentistas. Miles de niños y jóvenes, buena parte de ellos huérfanos, vagabundeaban por las calles de Roma, víctimas de la miseria y el hambre. De este modo, las ideas educativas  que ya había acariciado en España, asaltaron de nuevo su mente: Si desde la infancia se educa a un niño en la Piedad y en las Letras, se le asegura un camino de felicidad para el resto de su vida”. Fiel a esta premisa, José de Calasanz abría en 1597, en la iglesia romana de “Santa Dorotea”, la primera escuela pública, popular y gratuita de Europa, destinada exclusivamente a la infancia sin recursos, como bien atestiguó el historiador alemán Ludwig
El Padre General de las Escuelas Pías, Pedro Aguado, recibe el saludo del Papa
Francisco en la Plaza  de San Pedro, en Roma, durante la audiencia que el pasado
23 de Noviembre dispensó a los Superiores Mayores de las Órdenes Religiosas
von Pastor (1854-1928) en su “Historia de los Papas”. Curiosamente fue en el mismo año de 1597 cuando fallecía el también clérigo oscense Pedro Cerbuna Negro (natural de Fonz) quien en 1583 había abierto las puertas de la Universidad de Zaragoza. Para Calasanz la reforma de la sociedad se basaba en la Educación y la Docencia, porque al igual que la levadura para el pan, las ideas adquiridas a través de la Educación, son la semilla para el desarrollo justo de las naciones. En cuanto a los docentes, pensaba que el maestro es quien da categoría a la Escuela y su figura la define de manera magistral como “Cooperador de la Verdad”. El aragonés partía además de la triste realidad  de que, prácticamente en todas las naciones de su tiempo, los pobres conformaban la mayoría de la población. Y teniendo en cuenta que los niños son quienes más sufren la pobreza, y en defensa de sus derechos, escribió: “Que los muchachos tengan un maestro competente que les enseñe la escritura y el cálculo para que puedan abrirse más fácilmente paso en la vida"La Escuela popular y gratuita de carácter cíclico (Educación Primaria, Media y Secundaria), basada en rigurosos planes de estudios y una Metodología de aprendizaje preferentemente intuitiva, fue un principio pedagógico revolucionario, de san José de Calasanz,  nunca hasta entonces formulado. Revolucionario también porque Calasanz contó entre los maestros de sus escuelas, con escolapios discípulos del astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642) quien hubo de responder ante la Inquisición por su defensa del Heliocentrismo; Tribunal, ante el cual, también Calasanz hubo de comparecer (saliendo totalmente absuelto) denunciado por quienes, renuentes al cambio social, denunciaron la revolución pedagógica propugnada por él.Con todo esto y deseoso de consolidar su obra pedagógica, el santo aragonés estableció en la Iglesia un vasto organismo docente, cuyos miembros se comprometieran a enseñar gratuitamente la piedad (o lo que es lo mismo, los valores basados en la Fe cristiana) y las letras (asignaturas y materias necesarias para la formación y capacitación profesional) a cuantos niños llamaran a las puertas de sus escuelas. Fue así como en 1617 el Papa Paulo V aprobaba la “Orden de las Escuelas Pías”, fundadas y basadas en las Constituciones que redactó san José de Calasanz. De este modo, pronto le llovieron al pedagogo aragonés peticiones de toda Europa para que llevase su reforma más allá de los Apeninos y los Pirineos. Así en 1614 le llegaba a Calasanz, desde la zaragozana localidad de Ariza, una carta del marqués Jaime de Palafox, en la que le pedía fundase en Aragón las Escuelas Pías. No pudo ser entonces, pero sí fue una localidad aragonesa –Barbastro– la que en 1677 acogió a la primera escuela popular y gratuita (abierta por los Padres Escolapios) de toda España. El pintor aragonés Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746Burdeos, 1828) exalumno del colegio de los Escolapios de Zaragoza, recibía en 1819 un especial encargo de los Escolapios del madrileño colegio de “San Antón”: pintar un óleo de san José de Calasanz, para la iglesia del citado colegio de Madrid, con la finalidad de perpetuar la memoria del fundador. Goya retrató a su paisano, ya más que nonagenario, rodeado de niños y próximo a su muerte, en una escena que constituye, quizás, la mejor pintura religiosa de la Historia del Arte: “La última comunión de san José de Calasanz”.

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