San José
de Calasanz, pionero de la
Pedagogía moderna
Luis Negro
Marco / Zaragoza
"Última Comunión de san José de Calasanz". Cuadro pintado por Goya en 1819 que se conserva en el colegio de los Padres Escolapios en Madrid |
Hoy se celebra el Patrocino del pedagogo y santo aragonés José de Calasanz (Peralta de
von Pastor (1854-1928) en su
“Historia de los Papas”. Curiosamente fue en el mismo año de 1597
cuando fallecía el también clérigo oscense Pedro Cerbuna Negro (natural de
Fonz) quien en 1583 había abierto las puertas de la Universidad de
Zaragoza. Para Calasanz la reforma de la sociedad se
basaba en la Educación
y la Docencia ,
porque al igual que la levadura para el pan, las ideas adquiridas a través de la Educación , son la
semilla para el desarrollo justo de las naciones. En cuanto a los docentes, pensaba que el maestro es quien da
categoría a la Escuela
y su figura la define de manera magistral como “Cooperador de la Verdad ”. El aragonés partía
además de la triste realidad de que,
prácticamente en todas las naciones de su tiempo, los pobres conformaban la
mayoría de la población. Y teniendo en cuenta que los niños son quienes más
sufren la pobreza, y en defensa de sus derechos, escribió: “Que los muchachos
tengan un maestro competente que les enseñe la escritura y el cálculo para que
puedan abrirse más fácilmente paso en la vida". La
Escuela popular y gratuita de carácter cíclico (Educación
Primaria, Media y Secundaria), basada en rigurosos planes de estudios y una
Metodología de aprendizaje preferentemente intuitiva, fue un principio
pedagógico revolucionario, de san José de Calasanz, nunca hasta entonces formulado.
Revolucionario también porque Calasanz contó entre los maestros de sus
escuelas, con escolapios discípulos del astrónomo italiano Galileo Galilei
(1564-1642) quien hubo de responder ante la Inquisición por su
defensa del Heliocentrismo; Tribunal, ante el cual, también Calasanz hubo de
comparecer (saliendo totalmente absuelto) denunciado por quienes, renuentes al
cambio social, denunciaron la revolución pedagógica propugnada por él.Con todo esto y deseoso de consolidar su obra
pedagógica, el santo aragonés estableció en la Iglesia un vasto organismo
docente, cuyos miembros se comprometieran a enseñar gratuitamente la piedad (o
lo que es lo mismo, los valores basados en la Fe cristiana) y las letras (asignaturas y
materias necesarias para la formación y capacitación profesional) a cuantos
niños llamaran a las puertas de sus escuelas. Fue así como en 1617 el Papa
Paulo V aprobaba la “Orden de las Escuelas Pías”, fundadas y basadas en las
Constituciones que redactó san José de Calasanz. De este modo, pronto le llovieron al pedagogo
aragonés peticiones de toda Europa para que llevase su reforma más allá de los
Apeninos y los Pirineos. Así en 1614 le llegaba a Calasanz, desde la zaragozana
localidad de Ariza, una carta del marqués Jaime de Palafox, en la que le pedía
fundase en Aragón las Escuelas Pías. No pudo ser entonces, pero sí fue una
localidad aragonesa –Barbastro– la que en 1677 acogió a la primera escuela
popular y gratuita (abierta por los Padres Escolapios) de toda España. El pintor aragonés Francisco de Goya
(Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828) exalumno del colegio de los Escolapios de
Zaragoza, recibía en 1819 un especial encargo de los Escolapios del madrileño
colegio de “San Antón”: pintar un óleo de san José de Calasanz, para la iglesia
del citado colegio de Madrid, con la finalidad de perpetuar la memoria del
fundador. Goya retrató a su paisano, ya más que nonagenario, rodeado de niños y
próximo a su muerte, en una escena que constituye, quizás, la mejor pintura
religiosa de la Historia
del Arte: “La última comunión de san José de Calasanz”.
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