San José de Calasanz, fundador de la escuela para todos
Estatua de San José de Calasanz enseñando a leer a un niño, sobre la fachada externa de la Basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza.- Foto: Luis Negro Marco |
San José de Calasanz nació el 11 de septiembre
de 1556 en Peralta de la Sal
–localidad de Huesca, y villa entonces importante del Reino de Aragón–, y falleció
en Roma el 25 de agosto de 1648. Ordenado sacerdote en 1583, ejerció su
apostolado en los obispados de Albarracín, Lérida y Urgell. Y quizás fue ya
durante sus años como Visitador del Obispo Capella en Tremp (ciudad de la
actual provincia de Lleida) donde Calasanz se dio cuenta de que es durante la
niñez cuando las personas se muestran más dispuestas a la bondad, a aprender y
a practicar el bien, y que la falta de acceso a la educación en ese tiempo, es una
puerta abierta a la marginalidad.
A principios de 1592 partió Calasanz a Roma, ciudad en la que, bajo el fuerte impacto que le causó el contemplar la extrema pobreza e inhumanas condiciones en que vivían buena parte de los niños de la ciudad, habría de llevar a cabo una revolución educativa de tal envergadura que, al santo aragonés bien se le puede considerar como el verdadero fundador de la pedagogía moderna.
En la Europa de finales del XVI las escuelas oficiales
de primeras letras y de enseñanza elemental solo existían, y aun en número escaso,
en las grandes capitales, y por supuesto no eran gratuitas. De manera que para
entonces se admitía como axioma indiscutible que la enseñanza era un lujo que
solo a los nobles correspondía, y que el saber debía ser monopolio de los
ricos, como el servir y el trabajar debía serlo de los pobres y plebeyos.
Por el contrario, San José de Calasanz
comprendió que los niños de hoy son los padres de familia del mañana y que las
familias, a su vez, son las que conforman el conjunto de la sociedad. En
consecuencia, la reforma total, eficaz y completa de ella, depende por completo
del acceso a la educación de toda la personas –sin exclusión– desde la niñez. En
su revolucionario pensamiento educativo, José de Calasanz ya contemplaba la
gradualidad (por etapas) de la enseñanza y su carácter integral (educar en la
virtud, y los valores, y en la inteligencia y el saber). Otros lo podrían
resumir en otra bien conocida y explícita expresión: “educar los corazones y
las mentes”.
La vida es una carrera de y hacia la felicidad que comienza desde que nacemos. Pero quizás es en la niñez cuando la alegría y la ilusión por vivir y compartir nuestras esperanzas, es más fuerte.¡Cuánta sabiduría se encierra en la inocencia y sonrisa de los niños!.- Foto: Luis Negro |
Bien pronto corrió la noticia de las nuevas y
hasta entonces jamás vistas escuelas abiertas por San José de Calasanz, en las
que la infancia más pobre aprendía a leer, escribir y contar. Un codiciado
privilegio del que hasta entonces habían estado excluidos; unas escuelas en las
que se regalaban los libros, plumas y cuadernos; en las que los niños pobres no
pagaban los gastos de clase, y aun muchas veces, recibían además, comida y
prendas de vestir. Finalmente, y por su seguridad personal, al salir de clase,
todos los niños eran acompañados a sus casas por sus maestros respectivos.
Las Escuelas Pías fue el nombre que recibieron las escuelas fundados por San José de Calasanz en la iglesia de Santa Dorotea, en Roma, en el año 1597.- Su lema viene a significar en nuestros días que tan importante es enseñar a los niños conocimientos como valores y fe auténticamente cristiana, es decir, profundamente humanística y compasiva, basada en la Verdad y el Amor.- Foto: Luis Negro Marco
Teniendo claro un concepto de enseñanza
gradual, desde el comienzo de su obra
educativa, Calasanz distribuyó a los
niños de sus escuelas por edades y señaló un maestro único para cada clase,
presididos todos por el prefecto de estudios, equivalente al actual director de
colegio. La enseñanza elemental consistía entonces en leer, escribir, y el
aprendizaje de gramática y aritmética. Mientras que en la superior se enseñaba
humanidades y filosofía. Los exámenes de curso se hacían dos veces al año, con la doble finalidad de premiar,
y –en su caso– adelantar de curso a los alumnos aventajados.
Sin embargo para consolidar su revolución pedagógica,
el pedagogo aragonés en seguida comprendió que debía contar con personas
consagradas por entero a la educación de
los niños pobres. De este modo, el 18 de septiembre de 1621, el papa Gregorio
XV elevó al grado de Orden religiosa a las Escuelas Pías, siendo San José de
Calasanz, su Superior General. La institución fue la primera consagrada a la
educación de los niños pobres y a la
primera enseñanza gratuita, y sus religiosos no recibían otra retribución que las limosnas que
ellos mismos debían mendigar por las calles de Roma para su sustento personal y
el mantenimiento de sus escuelas.
Avanzamos hacia un mundo sin fronteras, y el mestizaje, la convivencia pacífica entre culturas que no entiende de etnias, de lugares de origen, de nacionalismos ni de religión. Es la persona el centro de la existencia y el amor el entorno en el que crece.- Foto: Luis Negro Marco
Los casos más recientes y estremecedores por su crueldad, han sido el secuestro de más de tres centenares de niñas en Nigeria por el grupo terrorista Boko Haram; y por otro lado, el intento de asesinato de la niña paquistaní Malala Yousafzai (premio Nobel de
Amar es compartir: el juego, la alegría, la diversión, la tristeza del momento, las tareas diarias, la belleza de vivir, el don de la palabra, del movimiento, de la lectura, de la escritura, del razonamiento, del pensamiento, de crear, pintar, dibujar, escuchar música e interpretarla, descubrir cada día algo nuevo, descubrir en los demás algo bueno que ignorábamos de ellos. Eso, es la obra de San José de Calasanz: EDUCAR.
fotos: Luis Negro Marco
Recientemente era la propia niña Malala quien afirmaba:
“la educación es el futuro, y un niño, un maestro, y un lápiz, pueden cambiar
el mundo”. Son palabras que el mismo San José de Calasanz, pudo perfectamente
haber pronunciado el día de aquel año de 1597 en que abrió la primera escuela
gratuita para los niños pobres, siendo el primer democratizador de la enseñanza
a nivel mundial. Un motivo de orgullo y ejemplo de solidaridad, que no entiende
de fronteras, religiones ni razas, para toda la humanidad, y muy especialmente
para nosotros, sus paisanos aragoneses.
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