La República y sus enemigos
Luis Negro Marco / Zaragoza
Portada del libro recopilatorio de los artículos de Chaves Nogales en el perió- dico "Ahora", desde 1931 hasta 1 |
"La República y sus enemigos"; Manuel Chaves Nogales; editorial Almuzara, 329 páginas; Córdoba, 2013.
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¡Qué quieren que les diga de
un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano!” Así de contundente se mostraba el 12 de abril de 1931 el que había de ser último Jefe de Gobierno
de la Monarquía de Alfonso XIII, el almirante Juan Bautista Aznar, tras el
arrollador triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones
municipales de aquel año. Solo quedaban dos días para que en la tarde del 14 de
ese mismo mes de abril de 1931, y desde el balcón de la madrileña Puerta del
Sol, Niceto Alcalá Zamora proclamase el nacimiento de la II República “por un
acto de voluntad soberana, de iniciativa del país, sin el menor trastorno…”.
Esa misma noche el rey Alfonso XIII salía hacia Cartagena, donde, a bordo de un
barco de la Armada, abandonaba para siempre España rumbo a Marsella,
falleciendo finalmente en Roma en el año 1941. Pero la tarea de la incipiente República no
iba a ser fácil ni un camino de rosas, porque se trataba de aunar el ejercicio
de las libertades individuales y colectivas de la ciudadanía con la
transformación de la estructura económica y social de España en un nuevo
régimen. Ciertamente, un ensayo único entonces en el mundo, como lo definió su
primer ministro de Justicia, el socialista Fernando de los Ríos. Acechaban, no
obstante muchos obstáculos que había que añadir a los problemas heredados: la
nueva reforma agraria contemplaba –para acabar con el caciquismo– la
nacionalización de las tierras de cultivo, mientras el problema militar se
había acrecentado, sobre todo con las cruentas guerras en el Protectorado de
Marruecos; en cuanto a la Justicia, se hallaba ésta obsoleta por lo que era
imprescindible acometer su reforma; estaban además el descontento general de la
población, en su mayoría rural, sumida en la pobreza y el analfabetismo, además
de los Estatutos de Cataluña y País Vasco. Panorama tan complejo de acometer, fue muy
bien visionado, desde sus primeros momentos, por Manuel Chaves Nogales
(Sevilla, 1897-Londres,1944), uno de los grandes periodistas y escritores
españoles de este período de la Historia de España. Nogales fue director del
periódico “Ahora”, fundado en 1930 en Madrid, un medio al que los historiadores
atribuyen una línea editorial de tendencia republicana moderada, pero de gran
influencia, que llegó a alcanzar los 150.000 ejemplares de tirada a nivel
nacional. Desde sus páginas, y a través de sus crónicas
y reportajes, Chaves Nogales pronto empezó a alertar sobre las debilidades y
amenazas que se cernían sobre la II República Española y que (como finalmente
sucedió con el estallido de la Guerra Civil en 1936) no iban a dejar crecer al
nuevo sistema democrático, con el complicado reto añadido de sobrevivir entre
las influencias de dos grandes bloques de corte dictatorial: el fascismo italiano de Mussolini, muy
similar al nazismo de la Alemania de Hitler, y el férreo comunismo de la Rusia
de Stalin. Y en España, los principales focos de
rebeldía estaban llegando tanto por las Derechas como por las Izquierdas. Así se constata en este libro, constituido
por una selección de la obra
periodística de Chaves Nogales, que abarca
desde la primera escalada de conmociones que sufrió la II República
española, con la intentona golpista del general Sanjurjo (“La Sanjurjada”) en
el verano de 1932, hasta la revolución de octubre de 1934 en Asturias –apoyada
por la UGT y también por el socialista Largo Caballero– que se produjo cuando
el entonces presidente del gobierno, Alejandro Lerroux, incluyó en su gabinete
a tres miembros de la CEDA de Gil Robles. El resultado tras dos semanas de
lucha, y la rendición de los, en su mayoría mineros, sublevados, fue de al menos, 2.000 muertos. Este grave
acontecimiento supuso el inicio del descenso a los infiernos de la Guerra
Civil. Pero entre medio de ambos episodios golpistas, de distinto signo
político, hubo otro, durante la Presidencia de Manuel Azaña, que desacreditó
tanto su imagen como la de su gobierno. Se trata de las revueltas
anarcosindicalistas ocurridas en Andalucía, con focos principales en las
localidades de La Rinconada (Sevilla) Y la gaditana de Casas Viejas; en esta
última población, entre los días 10 y 12 de Enero de 1933, los rebeldes
atacaron el cuartel de la Guardia Civil, matando a dos de sus agentes, al
tiempo que proclamaban la creación de un gobierno popular basado en el
comunismo libertario. Llegado desde Madrid el capitán Rojas, Director General
de Seguridad, para sofocar la rebelión, ordenó incendiar la casa de un anciano,
apodado “Seisdedos”, en la que se habían refugiado algunos de los asaltantes al
cuartel. Seis personas murieron calcinadas en su interior, incluyendo al citado
anciano, siendo el resultado final de víctimas superior a los veinte; un
episodio que hizo que el gobierno de Manuel Azaña se tambalease, propiciando el
triunfo de la Derecha en las elecciones del 19 de Noviembre. Finalmente, y a modo de contrapunto, frente a
tantos momentos problemáticos de la República y como exposición de su proyecto
político, el libro incluye en apéndices, y por orden cronológico, seis
interesantes entrevistas –todas ellas realizadas a finales de 1931– a altos
cargos del primer gobierno republicano, en función de los cargos que entonces
ostentaban: Alcalá Zamora (primer Presidente de la República); Manuel Azaña
(quien como Ministro de la Guerra acometió una controvertida reforma del
Ejército); Largo Caballero (ministro de Trabajo y Seguridad Social, a quien en
1933 –seguramente los comunistas– empezaron a apelar “el Lenin español”);
Fernando de los Ríos (ministro socialista de Justicia, cuya aportación fue
esencial en la elaboración de la
Constitución republicana del 9 de diciembre de 1931); Marcelino Domingo (líder en 1934,
junto con Manuel Azaña y Casares Quiroga de la coalición “Izquierda
Republicana”, fue el primer ministro que tuvo la República en el Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes) y Alejandro Lerroux (fundador del Partido Radical Socialista, que
ocupó el cargo de ministro de Estado de España en el primer gobierno
republicano). Para cuando todas estas entrevistas eran publicadas (estamos en torno
a la Navidad de 1931) la II República era un esperanzador proyecto político
para España.
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