España y Guinea Ecuatorial, una
tan importante como desconocida cultura en común
Luis Negro Marco / Santiago de Compostela
El pasado día 26 de junio, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visitaba, tras 23 años
desde que lo hiciese de manera oficial un presidente español, Guinea
Ecuatorial. Lo hizo en el marco de las actividades organizadas por la “XXIII
Cumbre de la Unión Africana ”,
que se ha desarrollado entre los días 20 y 27 de este mes en Malabo, la capital
del país. Sería bueno que esta visita sirviese para reforzar los sólidos lazos
culturales e históricos que (si bien poco visibles a día de hoy) unen
fuertemente a ambas naciones.
Guinea Ecuatorial es un pequeño país de África
central, geográficamente nada convencional, pues asemeja –más que a los sólidos bloques con que aparecen
delimitados en los mapas el resto de países del continente– a las piezas de un
puzzle de dados arrojadas al azar sobre las aguas atlánticas y tierras que
asoman al ombligo del Golfo de Guinea.
Piezas que han quedado encajadas en un imaginario tablero delimitado por
Camerún al norte, y Gabón al sur.
Antigua colonia española, Guinea Ecuatorial
alcanzó su independencia en el día de la Hispanidad (12 de octubre) de 1968. Una fecha
simbólica, por cuanto Guinea es el único país de África cuyo idioma oficial es
el español. De manera que los lazos que durante siglos unieron al país con su
antigua metrópoli hispana, permanecen sólidos y vigentes. Y ello pese a que la
colonización efectiva de estos territorios por parte de España, fue en algunos
lugares, muy tardía. Así ocurrió en la zona continental de Guinea (con capital
administrativa y portuaria en Bata),
cuyos primeros asentamientos importantes no se materializaron hasta 1901.
Y sin embargo, tras la guerra civil española y
los difíciles años de posguerra, Guinea Ecuatorial se convirtió en tierra de
promisión
para decenas de miles de españoles. Palmeras en la nieve, la espléndida novela de la escritora oscense
Luz Gabás, es la historia real, magistralmente novelada de aquella época. Y la vida
de su protagonista, Kilian, bien pudo ser la de otras tantas miles de personas
(mujeres y hombres) que al igual que
aquel aventurero aragonés del Pirineo oscense, arribaron al cacaotal de
“Sampaka” como Ulises a Itaka. Una odisea, cuyo final albergaba la felicidad
tan ansiada y el amor interracial, clandestino eso sí, a causa de los
convencionalismos sociales de la época y las restrictivas leyes del Patronato de Indígenas.
Un grupo de mujeres guineoecuatorianas, marchan por las calles de la ciudad de Malabo, el 31 de julio de 2012, celebrando el "Día internacional de la Mujer Africana".- Foto: Luis Negro Marco |
Y es que la huella cultural dejada por
España en Guinea, es palpable, salta a
la vista. En el plano literario, está surgiendo ahora en el país una nueva
generación de escritores cuyas obras están alcanzando gran altura en el
conjunto de las letras hispanas. Es el caso, entre otros, de Guillermina Mekuy,
actual ministra de Cultura y Turismo, Maximiliano Nkogo, Ávila Laurel, Silebo Boturu,
y tantas otras jóvenes promesas dotadas de gran talento para la prosa, la
novela, el ensayo y la poesía. Y a ellos se suman la también brillante generación anterior de
autores consagrados, como Trinidad Morgades, Ndongo Bidyogo, o Nzé Nfumu. Por ello, hace apenas dos meses que se
inauguraba, de manera oficial en Malabo, la “Academia de la Lengua Española de Guinea
Ecuatorial”. De este modo, palabras tan frecuentes en el país africano, como pepesup (sopa picante), o pelucar
(cortarse el pelo), muy pronto –al igual
que otras muchas– entrarán a formar parte, como modismos propios de Guinea, en
el Diccionario de la Lengua Española.
Escultura de Leandro Mbomio (1938-2012
que preside la entrada de la Biblioteca
Nacional en Malabo.- Foto: Luis Negro
|
de aires latinos e hispanos; y las letras del Mokom, baile y música propios de la etnia fang (mayoritaria en Guinea), comienza siempre con esta estrofa alusiva a nuestro país: “Oye, Perico, fuiste a Madrid…” Y lo mismo ocurre con algunas de sus manifestaciones culturales, como el carnaval del Mekuyo mamarracho, de la etnia combe, cuyos figurantes pasarían perfectamente por cualquiera de las botargas de los Carnavales de Bielsa o Navarra. El panorama musical en Guinea, tiene a destacadas figuras en todos los estilos (desde la música étnica de Besoso –el “Antonio Machín guineano”– hasta el rap más candente de Negro Bey). Sin olvidar, por otro lado, que en el mundo del arte, la obra del escultor guineano, Leandro Mbomio Nsue (1938-2012), está considerada como uno de los más altos exponentes del arte contemporáneo en el continente, internacionalmente reconocido. Por ello se le conoció en vida con el sobrenombre de “El Picasso negro”.
En cuanto al mundo del teatro, destaca el
reciente proyecto Orígenes (con la
producción de la compañía española “L´Om Imprebís”), así como el grupo de
teatro universitario “Bocamandja”, que ya ha actuado en España y América. Del
mismo modo, el polifacético artista guineoecuatoriano Gorsy Edu, –trovador moderno, sucesor de los ancestrales Mvêt Oyeng– vio cómo su magnífico espectáculo, El Percusionista, era
declarado en 2010 obra de interés cultural por varios países de Europa, África
y América Latina.
Y no se puede tampoco olvidar que la catedral de Bata, obra neobarroca de 1954, tiene dedicado ala Virgen del Pilar su altar
mayor, figurando en él un gran relieve policromado que detalla la escena de la aparición de la Virgen al apóstol Santiago
en Zaragoza, a orillas del Ebro. Y precisamente
es la capital de Aragón, la que da nombre a uno de los coros de música (muy
numerosos en Guinea Ecuatorial, cuya máxima expresión son los coros religiosos Ntondowe, origen a su vez de la música Godspell americana) más conocidos ahora
en Guinea: “El coro de mujeres antorcha de Zaragoza”. Ellas acaban de editar, precisamente
en estos días,
Y no se puede tampoco olvidar que la catedral de Bata, obra neobarroca de 1954, tiene dedicado a
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