La Gaceta de Guinea Ecuatorial
Heredarás la tierra, libro del español de ascendencia guineoecuatoriana Edjanga Jones Ndjoli
Luis Negro Marco / Santiago de Compostela
Portada del libro Heredarás la tierra, de Edjanga Jones Ndoji; Ficha técnica del libro:
Título: Heredarás la tierra;
autor: Edjanga Jones Ndjoli;
Editorial Carena; 367 páginas;
Barcelona, 2016.
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“Confía en el Señor y practica el bien, así heredarás la tierra y la verdad te guiará” (La Biblia ; Salmos, 37; 3). Fuera o no este pasaje bíblico el que inspiró el título de este libro, obra del joven escritor Edjanga Jones Ndjoli (nacido en Madrid, en 1982), pudo perfectamente haberlo sido: porque es éste precisamente el mensaje que empapa cada una de las hojas de esta magnífica novela, que tiene prólogo de Lucía Asue Mbomio Rubio.
La tierra heredada
Edjanga Divendu (que en lengua Ndowe significa “la tierra heredada”) Germán Jones Ndjoli, integra el destacado grupo de brillantes escritores que confirman el nacimiento y pujanza de una nueva generación de narradores guineoecuatorianos que, tanto por la calidad e intensidad formal de sus relatos, como por la actualidad de las historias que cuentan, está destinado a ocupar un lugar de privilegio en la literatura en lengua castellana a nivel mundial.
La historia de este libro comienza cronológicamente en el Madrid de principios de la década de 1980 y abarca hasta finales de la década de 1990. En cuanto a la estructura narrativa, la historia transcurre en España (Asturias, Madrid, Valencia y Barcelona) y –en menor medida– Guinea Ecuatorial.
En Heredarás la tierra, el autor evoca constantemente (aún sin nombrarla) a Guinea Ecuatorial, latente siempre en la vida de su protagonista (Edjanga), un hombre de etnia Ndowe, que emigra a España, donde conocerá a una joven española (Helena) que se convertirá en su mujer, y con la que tendrá tres hijos: María, Edjanga (al que ponen el nombre de su padre) y Lourdes, la pequeña de los tres.
Ya casados, Edjanga y Helena se instalan en una humilde casa del pobre barrio madrileño de “San Blas”, hasta que Edjanga, pastor de la iglesia protestante, encuentra un puesto como profesor de religión en un instituto, mientras que su esposa (Helena) queda al cuidado de los hijos.
Helena, (debido a las cerradas mentalidades de sus padres, hermanos y amistades –ancladas todavía en resortes racistas y prejuicios culturales, cuya familia no pudo entender que su hija se casara con un hombre negro) vive por completo alejada de ellos. A este problema de incomprensión y distanciamiento familiar, el matrimonio debe hacer frente al equivocado camino que Kuki (hermano de Edjanga) decide tomar en un momento de su vida, yendo al encuentro de amistades peligrosas y de las drogas, lo que a su vez causará un gran sufrimiento en la relación personal de la pareja: Edjanga y Helena.
Todas estas adversidades, a las que se suma al deseo siempre creciente de Edjanga de que la familia se traslade a vivir a Guinea Ecuatorial, conducirán finalmente a la traumática ruptura del matrimonio, siendo sus hijos (María, Edjanga y la pequeña Lourdes) los que más sufrirán por la separación de sus padres.
Así, conforme van creciendo, surgen en ellos los reproches y el distanciamiento hacia su padre, Edjanga (a cuyo cargo quedan tras la separación), así como un profundo resentimiento hacia su madre (Helena) que los abandonó un día sin volver a ocuparse de ellos.
Heredarás la tierra es una historia narrada con una sencillez magistral (signo distintivo de la nueva literatura guineoecuatoriana) por un español con alma de guineoecuatoriano, o si se prefiere, por un guineoecuatoriano con alma de español. Y es que en eso consiste el mestizaje; no en la cohabitación de dos mitades distintas sino en la fusión de las mismas en una sola, como los mulatos nacidos del matrimonio mixto entre una mujer blanca y un hombre negro, o entre un hombre blanco y una mujer negra.
La tierra transmitida
En la novela Heredarás la tierra, hay dolor, pero también alegría; arraigo, pero también nostalgia de la tierra perdida; drama, pero también humor; resentimiento, pero también ternura; odio, pero también amor; convivencia, pero también distanciamiento generacional. Y como transfondo de esta composición tremendamente humana, el autor describe el único escenario posible para la convivencia: que consiste en la reafirmación, de uno mismo, es decir de la propia personalidad, que es única e intransferible para todos y cada uno de los seres humanos; y a partir de esta reafirmación identitaria, la irrenunciable apertura –a través del respeto a la diferencia y el diálogo–, hacia los demás. Porque sean cuales sean las creencias religiosas, culturales, condición social, o color de la piel, la Humanidad entera es hija del mismo Creador, y por tanto herederos somos todos de la Tierra , el hogar que Dios (Ndjambe en lengua Ndowe) creó para todos sus hijos.
De hecho, Edjanga, tras el punto y final a su novela, incluye un interesante apéndice con la totalidad de pueblos Ndowes que habitan en Guinea Ecuatorial (Combes, Bomudis, Ones, Mogandas, Apongas, Bengas…) y en otras naciones de África, así como su distribución lingüística (como ocurre con el pueblo Fang –entre Okás y Ntumus–), en función de las áreas geográficas en las que habitan. Así, (tal y como indica el autor al final de su novela), los Ndowe se componen de dos ramas lingüísticas: los Bongwe y los Boumba.
Ndjanga Jones Ndjoli (en el centro), durante la presentación del libro en Barcelona, durante el pasado mes de febrero |
Finalmente, no podemos dejar de hacer mención a la dedicatoria con la que Edjanga Jones Ndjoli preludia su libro: “Al amor mítico / al amor entre padres e hijos / al amor hacia la tierra / al amor entre hermanos / al amor a Dios”.
Lo dicho: una gran novela y una gran lección de vida la que nos brinda en su libro este joven y prometedor escritor hispanoguineano.
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