Sensibilidad, sentido común
El Padre Pajares (de la orden Hospitalaria de San Juan de Dios) junto al hermano George Combey, en el hospital de Liberia en el que ambos trabajaban combatiendo la enfermedad del ébola. El hermano George murió el día 11 de agosto a causa de la enfermedad, y el Padre Pajares, un día después (el 12 de agosto), en el Hiospirtal Carlos III de Madrid, cinco días después su repatriación a España
Luis Negro Marco / Sobrado dos Monxes
Nuestro mundo atraviesa por unos momentos
graves, difíciles y convulsos, marcados por una tensión extrema, de raíz,
paradójica y principalmente, cultural. No estamos ni mucho menos ante El Choque de civilizaciones que aventuró
el estadounidense Samuel Huntington (1927-2008) en su famoso libro publicado
poco antes de los atentados del 11-M. Se trata, por el contrario de una tensión
exacerbada provocada por la amenaza directa o velada contra estados
democráticos y soberanos por parte de grupos terroristas (cuantitativamente no
muy numerosos, pero fuertemente armados) cuyos activistas asumen
interpretaciones de última hora,
extremas, fuera de toda lógica, ajenas a la razón, al más elemental
sentido común, y con absoluta falta de
respeto al derecho fundamental de las personas: el de la propia vida.
Y en
este mundo en el que vivimos, inmensamente bello, pero a la vez lleno de
amenazas y dramas humanos que suponen todo un reto para el avance de la Humanidad , existen
personas que a cambio de nada han decidido darlo todo. Es el caso de las
decenas de miles de misioneros (religiosas, religiosos y sacerdotes católicos)
que han consagrado su vida para ayudar a los más necesitados. El antropólogo y escritor aragonés
Miguel Ángel Millán Asín, en un reciente
libro, Liderazgo y Gestión: lo que podemos aprender de los Fundadores, ponía
de relieve un hecho que a la vez de real y determinante para nuestra sociedad
actual, es –desgraciadamente–
poco conocido: que las Congregaciones Religiosas Católicas fueron –y siguen
siendo– desde su creación (algunas de ellas hace ya más de un milenio) pioneras
en la formación de personas orientadas
a la educación, el cuidado sanitario y la promoción social de los más pobres y desfavorecidos,
en cualquier parte del mundo. Dichas Órdenes y Congregaciones (Camilos,
Escolapios, Jesuitas, Salesianos,
Hermanos de San Juan de Dios…) constituyeron, en el momento de su
nacimiento, una gran revolución debido a su firme compromiso por la consecución
de un mundo de justicia y verdad. Así lo aseveraba también recientemente el
Papa Francisco al afirmar que “la pobreza
está en el centro del Evangelio”.
Ahora, África (como siempre, debido a un drama
humano, guerra o pandemia, como en este caso) ha vuelto a ser noticia de
apertura de noticiarios y periódicos. El Ébola ha causado ya el millar de
víctimas en Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry. Por cierto aún se sigue
aludiendo en la mayoría de medios españoles, cuando se aborda la enfermedad del
Ébola, al país de Guinea, en general –como uno de los países que la sufren–
olvidando que en África existen tres “Guineas”: Guinea Conakry, Guinea Bissau,
y Guinea Ecuatorial, esta última, ex colonia española, situada en él África
Central, en la que no hay, afortunadamente, ningún caso de Ébola.
Hace apenas una semana que el sacerdote Miguel
Pajares, perteneciente a la “Orden de San Juan de Dios”, y la religiosa Juliana
Bonoha, ambos españoles, fueron repatriados por el Gobierno, en un avión de las
Fuerzas Armadas. El primero se infectó
del Ébola en el hospital en el que trabajaba (al igual que la hermana
Juliana, quien afortunadamente dio negativo en las pruebas) atendiendo a las
personas que habían contraído la enfermedad. El Gobierno de España hizo,
repatriándoles, lo que tenía obligación de hacer con dos de
sus ciudadanos que lo precisaban. Otras personas de aquel mismo hospital
hubieron de quedarse en Monrovia y han corrido peor suerte que ellos; fue el caso de la religiosa congoleña Chantal
Pascaline, quien contagiada por la enfermedad, murió a causa de ella el pasado 9
de agosto. Sin duda, la hermana Chantal, al igual que quienes allí han
trabajado, han sido un insuperable
ejemplo de honestidad y amor al prójimo, hasta haber dado la propia vida por él.
El psicólogo canadiense Robert Hare (Calgary, 1934) escribió ya en 1993 un libro para la reflexión: Sin conciencia, el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean. Grosso modo, el libro viene a decir que personas muy respetables y reconocidas socialmente, muestran asimismo una asombrosa falta de sensibilidad, solidaridad y sentido común a la hora de su toma de decisiones públicas y personales. Viene lo anterior a cuento de que, causa una gran inquietud el hecho de que, tras una operación de repatriación de los dos españoles a la que el Gobierno ha dado una amplia difusión a través de los medios de comunicación, rayana en la más calculada propaganda, el Gobierno de España se haya planteado siquiera (afortunadamente el Presidente Rajoy ya ha anunciado que el Estado asumirá todos los costes, algo como él ha afirmado es de "puro sentido común") pasar parte de la factura de los gastos de repatriación de los dos religiosos ala Congregación
religiosa a la que pertenecen.
El psicólogo canadiense Robert Hare (Calgary, 1934) escribió ya en 1993 un libro para la reflexión: Sin conciencia, el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean. Grosso modo, el libro viene a decir que personas muy respetables y reconocidas socialmente, muestran asimismo una asombrosa falta de sensibilidad, solidaridad y sentido común a la hora de su toma de decisiones públicas y personales. Viene lo anterior a cuento de que, causa una gran inquietud el hecho de que, tras una operación de repatriación de los dos españoles a la que el Gobierno ha dado una amplia difusión a través de los medios de comunicación, rayana en la más calculada propaganda, el Gobierno de España se haya planteado siquiera (afortunadamente el Presidente Rajoy ya ha anunciado que el Estado asumirá todos los costes, algo como él ha afirmado es de "puro sentido común") pasar parte de la factura de los gastos de repatriación de los dos religiosos a
Un anunció que (se quiera o no reconocer, llegó a hacerse público) denotando una gran falta de sensibilidad e inteligencia emocional por parte de los responsables ministeriales que hicieron tal afirmación. Un gesto también, que implica ya no solo desprecio, sino un auténtico desconocimiento sobre la gran labor humanitaria que desde hace décadas, desempeñan las Órdenes Religiosas Católicas españolas, y no solo en África, sino en todo el mundo. También en España.
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