El amor en la historia
En
nuestra cultura occidental, la palabra amor aún nos evoca a la
mitología clásica, y al travieso Cupido arrojando flechas de amor sobre
corazones solitarios para despertar su pasión. Las diosas del amor
fueron las más conocidas, populares y solicitadas de cualquier panteón
de la Antigüedad. Así, el templo romano de mayores dimensiones
pertenecía a Venus, diosa del amor sensual pero también de la naturaleza
armoniosa.
Pero en las civilizaciones antiguas, la definición
del amor asociado a sus divinidades, fue siempre amplia, incluido el
amor maternal, el de la amistad y el eros, o amor sexual. El filósofo
griego Platón fue quien, ya en el siglo IV antes de Cristo,
distinguió dos tipos de amor: uno, el que se correspondía con la diosa
Afrodita Urania, cuyo amor era espiritual o divino; el otro, el de
Afrodita Pandemo, que representaba el amor profano.
Vinculadas
al agua, los objetos relucientes, y las joyas, una de las más célebres
diosas del amor asociada a las flores fue la azteca Xochiquetzal, madre
de todas las cosas. Asimismo, la diosa del amor Erzulie (originaria
deBenín, en África occidental) cruzó el Atlántico a bordo de barcos
negreros hasta convertirse en divinidad dominante del panteón vudú en
las islas del Caribe, principalmente Haití.
Y ya en fechas mucho más próximas a nuestros días, el filósofo suizo Denis de Rougemont, afirmaba en 1971 (en su libro El Amor y Occidente)
que el amor no había existido siempre, y que fue una invención francesa
del siglo XII. Afirmación tan categórica como infundada, lo cierto
esque fue en el siglo XII cuando el duque de Aquitania, Guillermo IX,
generalizó a través de sus poemas eróticos la noción del amor como
motivo primordial de la existencia; creando al mismo tiempo la figura
del amante, con una ética propia, opuesta al modelo de santo de la
Iglesia y al héroe de la
epopeya.
epopeya.
Interesante también fue la teoría del medievalista francés Georges Duby,
según la cual, los trovadores se habrían convertido durante la Alta
Edad Media, en portadores de la baja aristocracia, la de los caballeros,
cuyo amor vendría a ser el único medio de hacer que la alta
aristocracia de los señores, simbolizada en la "dama", reconociera su
dignidad.
El siglo XVI supondría un cambio cualitativo en la
concepción del amor en Europa, propiciada por los nuevos paradigmas
generados por la dialéctica entre el Renacimiento, la Reforma
protestante y la Contrarreforma. En este contexto destacó la labor
intelectual de Margarita de Valois (1492-1549) cuya producción literaria (al igual que el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor) proclama una victoria del corazón --es decir, del amor-- sobre la razón. Siguiendo el ejemplo del Decamerón de Bocaccio, escribió un libro de gran sensibilidad para la comprensión del arsamandi, titulado Las Cortes del Amor: una colección de cuentos, en los que sitúa el amor por encima del honor y sublima el culto a la pasión amorosa.
Y completando el bucle de la literatura amorosa, interesante es también
la relación existente entre la historia de los Amantes de Teruel (Diego
e Isabel) yla anteriormente obra citada: El Decamerón de Bocaccio. Así, y según un artículo que Hartzenbusch
publicó en 1843, la historia de los amantes pronto habría sido
propagada por los aragoneses (que entonces dominaban en Sicilia y
mantenían relaciones con Nápoles y toda Italia), de manera que bien pudo
servir de base para que Bocaccio, hacia 1350, escribiera en su Decamerón el cuento de Girólamo y Salvestra. Incluso podría ser que los nombres ficticios que tienen los protagonistas en el cuento del Decamerón,
provengan de una adaptación de los dos apellidos auténticos turolenses
(Marsilla et Segura) de acuerdo a un anagrama ideado por el autor
italiano.
Teruel, como paradigma del amor, alberga en la
provincia otra interesante manifestación del sentimiento que da sentido a
la existencia de la humanidad. El escritor Manuel Polo y Peyrolón lo relató con gracia y delicadeza en Los Mayos de la Sierra de Albarracín, libro publicado en 1916. Menéndez Pelayo
escribía en su prólogo: "Habla de los amores entre un muchacho y una
garrida moza, que se perecen el uno por el otro, aunque los padres
tienen allá sus enemistades, igual que Castelvinos y Monteses en la
tragediade Shakespeare". Y es que en las artes del saber amar y del
saber ser amados, bien podrían encontrarse las claves de la verdadera
felicidad.
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