El faro de Punta Mbonda
Punta Mbonda pertenece a la provincia Litoral y está
integrada en el Parque Nacional de Río Campo. La lengua de tierra que se
adentra en el mar, sin llegar a constituir un cabo, fue el lugar elegido
por los españoles, en tiempos de la colonia, para construir allí un faro, en
el año 1958. En la imagen, puede apreciarse cómo emerge la torre sobre la
línea de palmeras, junto a la playa.- Foto:
Luis Negro Marco
|
Bello ejemplo de
arqueología industrial en Guinea Ecuatorial
Las hermosas playas
de Punta Mbonda dibujan un moderado saliente orográfico que se adentra en el
mar aunque sin llegar a la categoría geográfica de cabo. La localidad de Punta
Mbonda, situada en el extremo noroccidental de la región Litoral de Guinea
Ecuatorial, forma parte del Parque Natural de Río Ntem (o Río Campo).
En tiempos de la
colonia, y dada la especial situación de Mbonda, los españoles decidieron
construir en tan privilegiado espacio, un espectacular faro que se terminó de
construir en 1958, año que figura impreso en la flecha de la veleta que indica
los puntos cardinales, y que corona el foco de donde se irradiaba la luz para
guiar a los barcos que se aproximaban a la costa: desde la desembocadura del
río Ntem hasta Bata. De hecho, la ciudad puede contemplarse con nitidez desde
lo alto del faro en los días claros.
Los faros, unas construcciones milenarias
La finalidad práctica
de los faros, era la de alumbrar durante la noche a los barcos cuando se
aproximaban a las costa, para guiarlos a puerto, y evitar que encallasen en promontorios
de rocas no señalados en las cartas náuticas. Y aunque todavía permanecen activos muchos faros en las costas de todo el
mundo, la actual navegación por satélite los ha reducido a un reducido número
respecto a los que existían hace apenas medio siglo.
Uno de los faros más famosos de toda la
historia de la humanidad estuvo precisamente en las costas de África. Lo
construyeron los egipcios en la ciudad de Alejandría, casi trescientos años
antes del nacimiento de Cristo, y su altura se estima que pudo llegar hasta los
150 metros. Anterior en 2.300 años a la construcción de los rascacielos que
decoran los cielos de Nueva York, el faro de Alejandría fue durante siglos la
estructura más alta construida y como tal, considerada como una de las “Siete
Maravillas del Mundo”, de las que en la actualidad solo se conservan las
pirámides, también de Egipto. Al parecer el faro de Alejandría quedó destruido
debido a un terremoto que asoló la ciudad y que habría tenido lugar a comienzos
del siglo XIV.
Pero además de los egipcios, también la
civilización romana, (así llamada porque tuvo su capital en Roma) hace, más de
dos mil años, vio la necesidad de construir faros a lo largo de las costas de
todo su imperio, para posibilitar la navegación de sus navíos de guerra y barcos
de navegación mercante. Uno de estos faros lo construyeron los romanos en la
ciudad española de A Coruña (en la actual comunidad autónoma de Galicia), 75
años después del nacimiento de Cristo. Este faro que recibe el nombre de
En torno a la base del faro de Punta Mbonda, los arquitectos proyectaron las viviendas de los torreros (o fareros), así como los almacenes y dependencias auxiliares. Foto: Luis Negro Marco
“La Torre de Hércules”, y tiene 50 metros de
altura, ha sido objeto de diversas remodelaciones a lo largo de los siglos y a
día de hoy, aún permanece activo. Debido a su antigüedad, fue declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2009, constituyendo uno de
los reclamos turísticos más importantes de la ciudad gallega, de manera similar
a como ocurre con “La Torre de Pisa” en Italia, o con “La Torre Eiffel” en
París.
La construcción de faros en España dependía durante la colonia, del Ministerio de Fomento, y dentro de este Ministerio, de la Dirección General de Obras Públicas y de los ingenieros del Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos.
La construcción de faros en España dependía durante la colonia, del Ministerio de Fomento, y dentro de este Ministerio, de la Dirección General de Obras Públicas y de los ingenieros del Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos.
Las linternas de los faros
A lo largo de la historia, los faros han ido
teniendo distintos aparatos de alumbrado. De este modo, y hasta aproximadamente
el año 1680, se iluminaban, bien por medio de hogueras alimentadas con carbón o
con leña, bien por medio de teas, velas de sebo o enormes lámparas de aceite.
Pero a partir de 1750 y a lo largo de todo el siglo XIX, fueron muchos los
cambios que se introdujeron para la modernización de las lámparas de los faros,
así como en el tipo de energía empleada para la generación del foco luminoso. De
este modo, los faros pudieron, además de señalizar la navegación, emitir señales
lumínicas a los barcos y potenciar su alcance de foco por medio de reflectores,
lentes y aparatos para producir las diferentes apariencias de luz.
El primer faro español cuya linterna
fue alimentada con luz eléctrica, fue el faro de Cabo Villano, situado en las
costas de A Coruña, inaugurado en 1896. Asimismo, uno de los primeros faros del
mundo hechos de hormigón armado fue construido por España en el que fue su
Protectorado de Marruecos. Se trata del faro de Punta Nador, erigido en 1914
cerca de las costas marroquíes de Larache.
Otra
vista del faro de Punta Mbonda, en la que se aprecia su proximidad respecto a
sus blancas playas de fina arena.- Foto: Luis Negro Marco
El faro de Punta Mbonda
Construido en 1958, su torre alcanza los 40
metros de altura, y está formada por un prisma octogonal, cuyos laterales se
iluminan a través de ventanas dispuestas de forma radial a modo de escalera de
caracol. En su parte superior, se diseñó una rotonda de observación, en cuya
parte central, protegida con bóveda de cristal y tirantes de acero, se colocó
su potente linterna giratoria, iluminada por lámparas de arco voltaico. La energía de la luz era eléctrica, si bien,
para las emergencias también podía recurrirse a especiales y alargadas bombonas
de gas, que emitían una potente iluminación. En torno a la base de la torre del faro, los
arquitectos proyectaron las viviendas de los torreros (o fareros), así como los
almacenes y dependencias auxiliares, distribuidos simétricamente en su base.
Edificaciones que fueron ideadas para dotar de estabilidad al conjunto, al
estar su base empotrada sobre la solera
general de hormigón armado
que constituye su cimentación. El faro de Punta Mbonda responde al modelo
de los
Dos imágenes que muestran las idílicas y bellas playas de Punta Mbonda. En la fotografía superior, curiosas formas que adoptan los troncos de las palmeras para eludir el contacto con las olas. Abajo, un racimo de cocos en plena maduración.- Fotos: Luis Negro Marco
últimos faros construidos por España, con hormigón armado, con el que se conseguía una gran economía en la construcción. Y es que los anteriores faros que habían sido construidos en madera, o metal, debían ser sometidos a frecuentes y costosas pinturas, necesarias para su mantenimiento y conservación.
Tradiciones de Punta Mbonda
Esta hermosa población
cuenta con una bonita iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción, en uno de
cuyos laterales se abre un pórtico, y sobre su fachada principal se halla
erigida una pequeña espadaña, reforzada con placas metálicas, en cuyo interior
está instalada la antigua campana que, desde hace décadas se hace tañer en
Mbonda para convocar a los fieles a misa. Respecto a las tradiciones de la
localidad, el que fuera vicario de la
provincia española de Fernando Poo –el claretiano Leoncio Fernández Galilea–, publicó
en 1950 un interesante libro de memorias sobre su misión apostólica en Guinea
Ecuatorial entre los años 1935 y 1957. En dicho libro, el sacerdote español
(nacido en 1892 en el pueblo español de Tosos, en la provincia de Zaragoza) realizaba
un interesante estudio etnológico sobre las costumbres, tradiciones, cuentos,
leyendas, cultura popular, música, canciones y manifestaciones festivas de los
pueblos que forman parte de Guinea Ecuatorial. Y en uno de sus capítulos se
refiere a Punta Mbonda, y a la leyenda de los “hombres-tigre”, que según se
contaba por las aldeas,
Vista de la iglesia de Punta Mbonda, en una imagen tomada en el año 2012.- Foto: Luis Negro Marco
“jugueteaban por las playas, y hasta de día se los veía corretear por los
platanares de Malonga y de Nguba...”. Y también hablaba el Padre Leoncio en su libro
de la belleza inconmensurable de las playas de Punta Mbonda, como todavía hoy
se muestran, en su estado de naturaleza viva y pura. Así como de la afabilidad
y alegría de sus moradores de etnia ndowesa; de sus ancestrales manifestaciones
culturales y su estrecha relación con el mar, esencia de su modo de vida y
amistad imperecedera con las aguas
africanas atlánticas que otorgan identidad a la nación de Guinea
Ecuatorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.