domingo, 8 de febrero de 2015

Punta Mbonda, el faro de Guinea Ecuatorial

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      El faro de Punta Mbonda

Punta Mbonda pertenece a la provincia Litoral y está integrada en el Parque Nacional de Río Campo. La lengua de tierra que se adentra en el mar, sin llegar a constituir un cabo, fue el lugar elegido por los españoles, en tiempos de la colonia, para construir allí un faro, en el año 1958. En la imagen, puede apreciarse cómo emerge la torre sobre la línea de palmeras, junto a la playa.-   Foto: Luis Negro Marco

Bello ejemplo de arqueología industrial en Guinea Ecuatorial       

Luis Negro Marco / Zaragoza

Las hermosas playas de Punta Mbonda dibujan un moderado saliente orográfico que se adentra en el mar aunque sin llegar a la categoría geográfica de cabo. La localidad de Punta Mbonda, situada en el extremo noroccidental de la región Litoral de Guinea Ecuatorial, forma parte del Parque Natural de Río Ntem  (o Río Campo).
                              
En tiempos de la colonia, y dada la especial situación de Mbonda, los españoles decidieron construir en tan privilegiado espacio, un espectacular faro que se terminó de construir en 1958, año que figura impreso en la flecha de la veleta que indica los puntos cardinales, y que corona el foco de donde se irradiaba la luz para guiar a los barcos que se aproximaban a la costa: desde la desembocadura del río Ntem hasta Bata. De hecho, la ciudad puede contemplarse con nitidez desde lo alto del faro en los días claros.


Arriba, un grupo de niños se divierte junto a la playa de Punta Mbonda, con la vista del faro, construido en 1958, tras ellos. En las imágenes siguientes, el faro de Punta Mbonda nos va desvelando su estructura y altura conforme nos aproximamos a su emplazamiento.- Fotos: Luis Negro Marco

Los faros, unas construcciones milenarias
La finalidad práctica de los faros, era la de alumbrar durante la noche a los barcos cuando se aproximaban a las costa, para guiarlos a puerto, y evitar que encallasen en promontorios de rocas no señalados en las cartas náuticas. Y aunque todavía permanecen  activos muchos faros en las costas de todo el mundo, la actual navegación por satélite los ha reducido a un reducido número respecto a los que existían hace apenas medio siglo.

 Uno de los faros más famosos de toda la historia de la humanidad estuvo precisamente en las costas de África. Lo construyeron los egipcios en la ciudad de Alejandría, casi trescientos años antes del nacimiento de Cristo, y su altura se estima que pudo llegar hasta los 150 metros. Anterior en 2.300 años a la construcción de los rascacielos que decoran los cielos de Nueva York, el faro de Alejandría fue durante siglos la estructura más alta construida y como tal, considerada como una de las “Siete Maravillas del Mundo”, de las que en la actualidad solo se conservan las pirámides, también de Egipto. Al parecer el faro de Alejandría quedó destruido debido a un terremoto que asoló la ciudad y que habría tenido lugar a comienzos del siglo XIV.

 Pero además de los egipcios, también la civilización romana, (así llamada porque tuvo su capital en Roma) hace, más de dos mil años, vio la necesidad de construir faros a lo largo de las costas de todo su imperio, para posibilitar la navegación de sus navíos de guerra y barcos de navegación mercante. Uno de estos faros lo construyeron los romanos en la ciudad española de A Coruña (en la actual comunidad autónoma de Galicia), 75 años después del nacimiento de Cristo. Este faro  que recibe el nombre de  


En torno a la base del faro de Punta Mbonda, los arquitectos proyectaron las viviendas de los torreros (o fareros), así como los almacenes y dependencias auxiliares.                        Foto: Luis Negro Marco

 “La Torre de Hércules”, y tiene 50 metros de altura, ha sido objeto de diversas remodelaciones a lo largo de los siglos y a día de hoy, aún permanece activo. Debido a su antigüedad, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2009, constituyendo uno de los reclamos turísticos más importantes de la ciudad gallega, de manera similar a como ocurre con “La Torre de Pisa” en Italia, o con “La Torre Eiffel” en París. 

La construcción de faros en España dependía durante la colonia, del Ministerio de Fomento, y dentro de este Ministerio, de la Dirección General de Obras Públicas y de los ingenieros del Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos.

Las linternas de los faros
 A lo largo de la historia, los faros han ido teniendo distintos aparatos de alumbrado. De este modo, y hasta aproximadamente el año 1680, se iluminaban, bien por medio de hogueras alimentadas con carbón o con leña, bien por medio de teas, velas de sebo o enormes lámparas de aceite. Pero a partir de 1750 y a lo largo de todo el siglo XIX, fueron muchos los cambios que se introdujeron para la modernización de las lámparas de los faros, así como en el tipo de energía empleada para la generación del foco luminoso. De este modo, los faros pudieron, además de señalizar la navegación, emitir señales lumínicas a los barcos y potenciar su alcance de foco por medio de reflectores, lentes y aparatos para producir las diferentes apariencias de luz. 
 El primer faro español cuya linterna fue alimentada con luz eléctrica, fue el faro de Cabo Villano, situado en las costas de A Coruña, inaugurado en 1896. Asimismo, uno de los primeros faros del mundo hechos de hormigón armado fue construido por España en el que fue su Protectorado de Marruecos. Se trata del faro de Punta Nador, erigido en 1914 cerca de las costas marroquíes de Larache. 
Otra vista del faro de Punta Mbonda, en la que se aprecia su proximidad respecto a sus blancas playas de  fina arena.-                        Foto: Luis Negro Marco

El faro de Punta Mbonda
 Construido en 1958, su torre alcanza los 40 metros de altura, y está formada por un prisma octogonal, cuyos laterales se iluminan a través de ventanas dispuestas de forma radial a modo de escalera de caracol. En su parte superior, se diseñó una rotonda de observación, en cuya parte central, protegida con bóveda de cristal y tirantes de acero, se colocó su potente linterna giratoria, iluminada por lámparas de arco voltaico.  La energía de la luz era eléctrica, si bien, para las emergencias también podía recurrirse a especiales y alargadas bombonas de gas, que emitían una potente iluminación.  En torno a la base de la torre del faro, los arquitectos proyectaron las viviendas de los torreros (o fareros), así como los almacenes y dependencias auxiliares, distribuidos simétricamente en su base. Edificaciones que fueron ideadas para dotar de estabilidad al conjunto, al estar su base empotrada sobre  la solera general de hormigón armado que constituye su cimentación. El faro de Punta Mbonda responde al modelo de los


Dos imágenes que muestran las idílicas y bellas playas de Punta Mbonda. En la fotografía superior, curiosas formas que adoptan los troncos de las palmeras para eludir el contacto con las olas. Abajo, un racimo de cocos en plena maduración.-         Fotos: Luis Negro Marco

últimos faros construidos por España, con hormigón armado, con el que se conseguía una gran economía en la construcción. Y es que los anteriores faros que habían sido construidos en madera, o metal, debían ser sometidos a frecuentes y costosas pinturas, necesarias para su mantenimiento y conservación. 

Tradiciones de Punta Mbonda
Esta hermosa población cuenta con una bonita iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción, en uno de cuyos laterales se abre un pórtico, y sobre su fachada principal se halla erigida una pequeña espadaña, reforzada con placas metálicas, en cuyo interior está instalada la antigua campana que, desde hace décadas se hace tañer en Mbonda para convocar a los fieles a misa. Respecto a las tradiciones de la localidad, el  que fuera vicario de la provincia española de Fernando Poo –el claretiano Leoncio Fernández Galilea–, publicó en 1950 un interesante libro de memorias sobre su misión apostólica en Guinea Ecuatorial entre los años 1935 y 1957. En dicho libro, el sacerdote español (nacido en 1892 en el pueblo español de Tosos, en la provincia de Zaragoza) realizaba un interesante estudio etnológico sobre las costumbres, tradiciones, cuentos, leyendas, cultura popular, música, canciones y manifestaciones festivas de los pueblos que forman parte de Guinea Ecuatorial. Y en uno de sus capítulos se refiere a Punta Mbonda, y a la leyenda de los “hombres-tigre”, que según se contaba por las aldeas,  


Vista de la iglesia de Punta Mbonda, en una imagen tomada en el año 2012.-   Foto: Luis Negro Marco

 “jugueteaban por las playas, y hasta de día se los veía corretear por los platanares de Malonga y de Nguba...”. Y también hablaba el Padre Leoncio en su libro de la belleza inconmensurable de las playas de Punta Mbonda, como todavía hoy se muestran, en su estado de naturaleza viva y pura. Así como de la afabilidad y alegría de sus moradores de etnia ndowesa; de sus ancestrales manifestaciones culturales y su estrecha relación con el mar, esencia de su modo de vida y amistad imperecedera con  las aguas africanas atlánticas que otorgan identidad a la nación de Guinea Ecuatorial. 

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