sábado, 25 de marzo de 2017

Cervantes tenía algo de negro

Aspectos de la vida del creador de «Don Quijote de la Mancha», y de su obra literaria, denotan comunión con el ser y la cultura de África
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Dibujo
alegórico del escritor,
 representado sobre el
 fondo esquemático de África.-Sus labios están
 situados a la altura de donde se situaría en el mapa,
Guinea Ecuatorial, pues el único país del continente en
que se habla, como idioma oficial, el español .  
Cervantes tenía algo de negro 


Antes que nada, manifestar que el título de este artículo de ningún modo pretende siquiera sugerir que Cervantes tuviese un origen africano (mas, de todos modos, quién lo sabe). El título de este artículo está inspirado en el del libro: «Beethoven was one sixteenth black» (que al publicarse en España se tradujo como «Beethoven tenía algo de negro»), libro que fue editado en 2004 por la escritora sudafricana Nadine Gordimer (1923-2014), quien fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en el año 1991. De este modo, las líneas que siguen a continuación tan solo son una reflexión acerca de algunos de los componentes literarios de la vida y obra de Miguel de Cervantes (especialmente de su libro «Don Quijote de la Mancha») que evidencian un entronque con el ser y la cultura propios de África. De hecho Miguel de Cervantes vivió durante cinco años en el norte del continente (desde el año 1575 hasta 1580), concretamente en Argel. Bien es cierto que no voluntariamente, sino como esclavo de corsarios turcos, quienes lo apresaron cuando navegaba por el Mediterráneo, desde la ciudad italiana de Nápoles rumbo a España, y lo llevaron preso hasta la ciudad de Argel. De este modo, Cervantes, al igual que millones de personas de África, también padeció el sufrimiento de la esclavitud, y, al igual que la milenaria cultura africana, la obra literaria de Cervantes también rebosa de humana sabiduría, atracción, sencilla perfección y belleza. 

Luis Negro Marco 

Portada de la revista "La Gaceta de Guinea
Ecuatorial
", correspondiente al mes de marzo de
2017, en que se publicó el presente artículo.

A pesar de ser el más grande de los genios de la literatura universal, y a pesar de los grandes servicios que como soldado prestó a España (el 7 de octubre de 1571 combatió en la batalla naval de Lepanto, en el transcurso de la cual recibió una herida que le ocasionó la pérdida de la movilidad de su brazo izquierdo), Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), vivió siempre bajo los umbrales de la pobreza. Por ello, en la procura de la subsistencia para sí y de su familia, el escritor se vio obligado a lo largo de toda su vida como escritor, a solicitar el favor de personajes de la nobleza española con influencia en las Cortes de los reyes de Espa- ña. Una de aquellas personas fue el duque de Lemos, a quien dedicó Cervantes, en 1615, la segunda parte de su novela «Don Quijote de la Mancha». En 1588, el autor de El Quijote comenzó a trabajar como recaudador de impuestos para la “Gran Armada”, una gran flota naval, integrada por más de 70 navíos de guerra que el rey español Felipe II ordenó construir, con la idea de invadir Inglaterra. Hombre honesto y honrado, en 1597 Cervantes fue acusado injustamente de malversación y apresado en la cárcel Real de Sevilla. Sin embargo, la serenidad de saberse inocente permitió al escritor que fuera precisamente en aquellos tres meses de prisión injusta en los que concibiese la idea de escribir su inmortal obra: «Don Quijote de la Mancha», la primera novela moderna de la historia de la literatura, y el libro más leído a nivel mundial, después de la Biblia. Pensemos ahora en el periplo de los esclavos africanos en América, y cómo la expresión de aquel sufrimiento, llevó a quienes lo padecieron a sentar las bases de la música moderna, a través de los cantos de alabanza a Dios (la música Godspell), o cómo también fueron ellos quienes compusieron aquellas rítmicas estrofas que relataban la dureza de las interminables jornadas de trabajo en las plantaciones de algodón y caña de azúcar de los americanos Estados del


A la izquierda, cuadro titulado: "Las señoritas de Avignon"; obra de 1907 del pintor español Pablo Ruiz Picasso. Esta pintura se encuentra actualmente en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, y está considerada como la primera realización pictórica de estilo cubista, inspiradoen el arte africano. La expresividad de los rostros de este cuadro guarda mucha similitud con la del personaje que aparece en la figura de la derecha. Se trata de una talla en madera de los pueblos fang Oká de Guinea Ecuatorial. Y es que las vanguardias occidentales, tanto en el arte, como en la música tienen su base en las manifestaciones africanas. Y un estilo vanguardista es también el que encontramos en el escritor Miguel de Cervantes, y muy especialmente en la novela “Don Quijote de la Mancha”, en el transfondo de la cual subyacen (fuera consciente o no el autor de ello), muchas de las esencias de la cultura literaria africana, cuales son por ejemplo: la oralidad, el afán moralizante, el sentido de tránsito y de perfección de la vida, o el respeto a las tradiciones y a nuestros antepasados.

Sur. Sones y letras africanos que conformaron las raíces del blues, el jazz, y aun de la música rock cuyas melodías nos deleitan y hacen vibrar hoy en día. En ambos ejemplos encontramos un mismo denominador común: bondad y el genio ignorados y maltratados por el egoísmo y la ambición. Pero la belleza, como la verdad, se abrió camino a través de la libertad, cuya conquista inspira a Don Quijote lanzado a “desfacer entuertos” por el mundo a lomos de su antes rocín caballo, Rocinante. Cervantes, cautivo en África El 26 de septiembre de 1575, el barco en el que había zarpado desde la ciudad italiana de Nápoles, rumbo a España, fue abordado por una flotilla de bajeles piratas turcos, y Miguel de Cervantes fue hecho prisionero y llevado a la ciudad de Argel. Cinco años de esclavitud son los que padeció Cervantes allí, hasta que el 19 de septiembre de 1580 fue liberado por frailes trinitarios, que pagaron por su libertad el rescate que habían pedido sus
Cuadro expresionista, dibujado en 1944 por el pintor
estadounidense Jackson Pollock (1912-1956) representando
a la figura del caballero andante Don Quijote de la Mancha.
Los trazos y colores recuerdan a los de las pinturas
 africanas en tela de popó.
captores. En recuerdo de aquel período de su vida como esclavo en África, Cervantes escribió la obra «Los ba- ños de Argel», y a su vez, uno de los pasajes de «Don Quijote de la Mancha», que lleva por título “La historia del cautivo”, recrea también aquella trágica experiencia. Y no es el único episodio en que Cervantes se acuerda de África en su gran novela, y aún de manera cómica. Es el caso de la jornada en la que Cervantes cuenta cómo Don Quijote, en su peregrinaje junto a Sancho Panza, se encuentra con el conductor de una carreta en la que lleva una jaula con un león capturado en la sabana africana, y que es llevado a la Corte, como regalo del sultán de Orán al rey de España, en muestra de buena voluntad. Por lo demás, es muy posible que la trágica experiencia de Cervantes, privado durante cinco años de libertad, influyese a la hora de crear al héroe fantasioso que es Don Quijote, al que convierte en un iluminado e incomprendido defensor de la dignidad humana y de la libertad. Reveladores son al respecto dos de los pasajes de la novela: el primero, el que hace referencia a los galeotes, condenados a la pena de remar de por vida en las galeras del rey, a quienes Don Quijote libera de sus cadenas. Y el segundo de los capítulos, es el del pastorcillo Andrés, también salvado por nuestro héroe de los azotes que estaba recibiendo de su amo por haberle reclamado el pago de su humilde salario.

Universalidad y resiliencia en la obra de Cervantes 

Dice un pasaje de la Biblia (concretamente se encuentra en el Evangelio de San Mateo, cuando refiere la «Parábola de los viñadores infieles»): “La piedra que desecharon los arquitectos acabó por convertirse en la piedra angular del edificio”; pensemos al hilo de esta frase en el ignorado Cervantes y en cómo aún en medio de la indiferencia con la que fue acogido por sus contemporáneos, su genio literario lo llevó a ser el creador y el autor de la novela moderna y de la más grande obra literaria jamás escrita. Pensemos también en cómo fue la manera tan digna con la que los esclavos africanos de América afrontaron su falta de libertad, la que les proporcionó la fuerza que les impulsó a romper sus cadenas y a proclamar su libertad. Esta
Don Quijote y Sancho en su caminar por las llanuras de la Mancha española, son dos peregrinos que gustan de oír y más aún de contar historias. Por eso la oralidad está muy presente a lo largo de toda la novela. Los narradores, en muchas ocasiones, semejan protagonizar las veladas que tienen lugar en La Casa de la Palabra de las aldeas de África.
actitud personal tan positiva, y de fuerza ante las adversidades, es lo que conocemos hoy en día como resiliencia. Gracias a su resiliencia, Miguel de Cervantes hizo prevalecer su genio literario aun entre la pobreza económica en la que vivió. Y gracias a su resiliencia, los esclavos de América rompieron sus cadenas y alzaron su voz libre, convertida en un canto universal de unión de toda la Humanidad. Una unión basada en el más profundo respeto a la dignidad humana, que ni el más pesado de los yugos podrá jamás subyugar. Fueron aquellas mujeres y hombres quienes sentaron las bases de la convivencia, a través de la manifestación del orgullo de su pertenencia a la gran familia humana, independientemente de países, creencias, o color de la piel. Porque lo que verdaderamente nos hace humanos es nuestro destino para ser felices, a través del amor y de la verdad. La felicidad es por lo tanto consustancial al ser humano, y requiere de una vocación universalista (es decir, carente de exclusiones) que aspire a la belleza, que es otro de los conceptos universales de la Humanidad. Y universalidad, resiliencia y belleza, son valores constantes en toda la obra literaria de Miguel de Cervantes, como también lo son en la cultura africana. De ahí su influencia, permanencia, e inmortalidad.

Oralidad en «Don Quijote de la Mancha» 

Los estudiosos de la obra de esta novela coinciden en que el libro muestra una gran musicalidad en su prosa, constituyendo un relato muy rítmico, como si Cervantes hubiese concebido la obra para que sus pasajes fuesen recitados en público. La del Quijote es una construcción narrativa que tiene similitudes con las epopeyas ancestrales que narraron los trovadores griots de Senegal, así como los juglares intérpretes de los poemas épicos mvet del pueblo fang. Relatos fantásticos, cuyas raíces brotan no solo del mito o la leyenda, sino también de la Historia. Deslumbrantes puestas en escena que pretenden no solo entretener a la audiencia, sino también, transmitir e inculcar entre los espectadores y oyentes, las virtudes y valores que posibilitan la convivencia del pueblo y la tribu, cuyo bienestar y prosperidad presentes son posibles gracias a los buenos actos y bondad de los antepasados. Asimismo, la cultura oral, característica de la cultura africana, estuvo my presente en Cervantes. Y no solo en Don Quijote, un personaje que no cesa de contar historias maravillosas y asombrosas, nunca exentas de humana ternura. Y es que se sabe que Cervantes fue autor de no menos de treinta comedias teatrales, de las cuales no público más de ocho. Él las escribió, por tanto, no para que fuesen leídas, sino para que fuesen representadas en público, y para que (al igual que hicieron los griots africanos) con lo poco recaudado con ellas, poder vivir, a la vez que transmitir a través de sus novelas, valores ejemplares y verdadera cultura popular.

Mundo mágico del Quijote

Seguramente fue la influencia del arte, la magia, y los conceptos abstractos que caracterizan a la cultura africana, los que posibilitaron que, a comienzos del siglo XX, surgiera en Europa el arte cubista, tanto en la pintura como en la escultura, cuyo principal exponente fue el pintor, ceramista y escultor español Pablo Ruiz Picasso (1881-1973). De manera que fue toda una manifestación de vanguardia el que Cervantes –con cuatro siglos de adelanto– hiciera referencia al mundo surrealista y abstracto (tan propio e inherente a la cultura africana) por el que transitan Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza. Ambos vivirán aventuras extraordinarias, en las que se interpondrá la magia de hechiceros, brujos y hadas, así como los encantamientos que convertirán a molinos de viento en gigantes, y a rebaños de ovejas, en grandes ejércitos. Tampoco faltan en la novela los monstruos, las espadas milagrosas y los brebajes y ungüentos capaces de sanar las más terribles
Collage. A la izquierda, la Luna, sorprendida por el impacto de una nave espacial en su ojo derecho, tras la llegada del hombre a nuestro satélite. Así la concibió, de manera vanguardista y futurista, en 1902, el director de cine francés George Meliés en su película Viaje a la Luna, basada en el libro De la Tierra a la Luna, de Julio Verne-. A la derecha, hemos añadido un dibujo de Don Quijote y Sancho, sorprendidos de su fantasiosa llegada a la Luna de Meliés, en alusión al pasaje en que Cervantes, (adelantándose casi cuatro siglos a nuestra actual era de los viajes espaciales), hace creer a caballero y escudero que son capaces de volar a través del espacio sideral, transportados por un mágico caballo de de madera llamado Clavileño.
heridas, como el mágico bálsamo de Fierabrás, que recompondrá los quebrantados huesos de Don Quijote. Un mundo fantástico y aun futurista el que logra crear Cervantes en su novela –precursor de Julio Verne, se podría incluso decir–, por ejemplo, cuando en uno de los capítulos de la obra, Don Quijote y Sancho son engañados por un grupo de pícaros que les hacen creer que, montados con los ojos vendados sobre un caballo de madera (al que llaman Clavileño), podrán volar a través del espacio hasta llegar a la región del sol. Magnífica invención de Cervantes que cuando este pasaje escribió, difícilmente podía maginar que, casi cuatro siglos después, la Humanidad habría de lanzar sondas espaciales más allá de los confines del sistema solar. Y este mundo mágico de Cervantes, se aproxima mucho más a la cultura africana –con mucha más capacidad para la imaginación, la creatividad y la expresión del afecto– que a la calculadora, mucho más inexpresiva y fría razón, que caracterizó a la sociedad europea de principios del siglo XVII, que es cuando fue publicado el libro «Don Quijote de la Mancha». 

Valores morales en El Quijote

Don Quijote, a pesar de sus locuras, adopta siempre una actitud
amable, indulgente, de respeto y educada bondad, y ayuda hacia
cuantas personas encuentra en su camino, muy especialmente
para con los más necesitados, y las mujeres, empezando por la
idealizada Dulcinea del Toboso. Y es que sus acciones, deben
ser dignas y acordes con los valores morales preconizados por
las leyes de la Caballería. De ahí el ser caballeroso
.

Al igual que la literatura oral africana, El Quijote es un libro que pretende inculcar los buenos hábitos, las virtudes y los grandes sentimientos en quienes lo leen. A la vez, es un libro que alaba la sabiduría de las personas sencillas y humildes, que tan bien interpreta el personaje Sancho Panza. Cervantes siempre dijo que se podía encontrar mucha más sabiduría en la cabaña de un pastor que en los suntuosos ateneos de los filósofos. Un extraordinario paralelismo con la “Casa de la Palabra” de los pueblos de África, donde el extranjero es acogido como hijo propio, y donde los ancianos inculcan su ciencia a los más jóvenes, para que el día de mañana, ellos hagan lo mismo con sus hijos. La intención moral de Cervantes es palpable, además de en El Quijote, en sus «Novelas ejemplares» (también llamadas Novelas morales), que fueron publicadas en 1613. Una finalidad moralizante de la obra literaria de Cervantes muy similar a la que se encuentra en las fábulas de La Fontaine, y, por supuesto, a la existente en los siempre agradables de escuchar (por su sencilla y armoniosa erudición), cuentos africanos Don Quijote, a pesar de sus locuras, adopta siempre una actitud amable, indulgente, de respeto, educada bondad, y ayuda hacia cuantas personas encuentra en su camino, muy especialmente para con los más desvalidos y las mujeres, empezando por la idealizada Dulcinea del Toboso. Y es que sus acciones deben ser dignas y acordes con los valores morales preconizados por las leyes de la caballería. De ahí el ser caballeroso.

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