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Villar de los Navarros, 1837: La batalla carlista que fue narrada por el primer corresponsal de guerra
Por segundo año
consecutivo, entre el 25 y 27 de agosto, las localidades de Herrera y Villar de
los Navarros, recrearon aquel importante episodio de la primera guerra carlista
en Aragón, cuya crónica fue escrita para THE MORNING POST por el periodista londinense Richard Lewis Gruneisen, quien empotrado en el ejército carlista de Don Carlos, está considerado como el primer corresponsal de guerra de la historia.
Como este año, aquel caluroso 24 de agosto de
1837 cayó también jueves. El día anterior, las localidades zaragozanas de
Herrera y Villar de los Navarros habían acogido a dos ilustres huéspedes que,
provenientes de Muniesa, iban acompañados por un imponente ejército integrado
por siete mil soldados carlistas. Se trataba del pretendiente a la Corona de
España, Carlos V, y de su sobrino, el Infante Sebastián Gabriel, que comandaba
las tropas.
Era una etapa más de la larga marcha que desde
hacía poco más de tres meses el Pretendiente carlista había emprendido desde su
cuartel real, en la localidad navarra de Estella. Su objetivo final era llegar
con su ejército a Madrid, y ocupar el trono que, de acuerdo a las leyes
sucesorias de la Corona entonces imperantes en España, creía que le
correspondía, en vez de a su sobrina –la reina Isabel II, entonces de tan solo
siete años de edad–, que había sido proclamada en septiembre de 1833, a la
muerte de su padre Fernando VII.
Conocedor el Gobierno (el general Baldomero
Espartero se había hecho cargo de él apenas una
semana antes, el día 18 de
agosto) de las intenciones del Pretendiente, y con el objeto de hacer imposible
su propósito, había creado una fuerza específica: el Ejército del Centro, bajo
las órdenes del propio general Espartero y las del general Marcelino Oráa,
comandante de las fuerzas de Aragón, Valencia y Murcia.
El 23 de agosto de 1837 el avezado “Lobo Cano” (que con este apodo
designaban los soldados carlistas al isabelino Oráa), sabedor de la
comprometida posición de los expedicionarios realistas en Villar y Herrera de
los Navarros, se situó con su división en Daroca, ordenando a su mariscal de campo,
Clemente Buerens, se situase con la suya en Belchite, encerrando así en una
tenaza al ejército carlista.
Sin embargo, sorpresivamente, y sin esperar la
ayuda de su superior Oráa, el brigadier Buerens, al mando de seis mil soldados,
ordenó avanzar a sus tropas hasta Herrera de los Navarros. Así, en las primeras
horas del día 24 de agosto de 1837, los carlistas, al verlos llegar,
retrocedieron hacia la cercana población de Villar de los Navarros, fingiendo
que se batían en retirada. Buerens cayó en la trampa y mandó cargar contra
ellos a su caballería, pero al llegar a un barranco, ya en el término del
Villar, fue recibida desde las alturas con un nutrido fuego de fusilería.
El triunfo obtenido en Villar de los Navarros
fue de tal magnitud, que a juicio de algunos historiadores pudo haber sido
decisivo para el destino de la monarquía en España, en favor de la dinastía
carlista.
La cara triste de aquel episodio histórico fue
la de los casi dos mil prisioneros, entre ellos el general Ramón Solano, los
cuales –trasladados en muy penosas condiciones, y despojados de la práctica
totalidad de su ropas– fueron trasladados a partir del día siguiente hasta la
localidad turolense de Villarluengo, inicio para ellos de un penoso calvario de
meses, a través de distintas cárceles por todo el Maestrazgo aragonés, que
acabó costando la vida a la mayor parte de ellos.
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