San Valero, rosconero, ventolero y chocolatero
Luis
Negro Marco / Historiador y
periodista
Zaragoza, de las lamineras ciudades de
España, es la más famosa pues fue en tierra de su provincia, en el Reino de
Aragón, donde los monjes cistercienses del Monasterio de Piedra, en un metate molieron,
allá por el año 1534, los primeros granos de cacao que llegaron de las
Américas, siendo ellos los que dieron la primera y mejor receta que del
chocolate había de hacerse en Europa, endulzando su primigenio amargo sabor con
vainilla y azúcar de remolacha.
El chocolate caliente, ya en taza, escudilla,
jícara o mancerina (aunque siempre) es sobre todo en invierno, con el cierzo
que fuerte pega, cuando más apetece, y aún más si acompañado viene con torta,
mojicones o mejor aún, con un trozo de buen roscón. Ya nada más se dirá si
además tan dulces y gustosos manjares –chocolate y roscón– el 29 de enero, que es el del Patrón de la
ciudad, en Zaragoza se comen.
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Artículo publicado en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN en su edición del miércoles, 29 de enero de 2020 |
Una costumbre, la del Valero roscón,
que los emigrados aragoneses hicieron –hace siglos ya– muy popular por tierras
de toda España; tanto que no había periódico americano ni español, desde “El
Imparcial” hasta “El Sol”, que llegado el 29 de enero eco no se hiciera de que
la colonia aragonesa de tal o cual ciudad, se disponía a celebrar la
tradicional y típica fiesta de San Valero, invitando a socios y ajenos a comer
el clásico roscón del santo, como ahora lo hace “El Periódico de Aragón”.
Y también tradicional y arraigada
costumbre zaragozana fue la de enviar a los familiares de fuera cestas con pucheros
de cuajo, confituras, miajas de mondongo y por supuesto, un roscón de San
Valero; viandas todas ellas bien envueltas en abatanados refajos de lino para
que llegaran con todo su rico sabor de Aragón.
Por eso tanta fama, mediado el siglo
XIX, los roscones de Zaragoza en Madrid llegaron a tener, los cuales rozando el
29 de enero se anunciaban en las tahonas de la villa con la segura publicidad
de que estaban fabricados en la misma forma y con el mismo gusto –a los quince
días que el primero– que los zaragozanos. Eso sí, con aumento en Madrid de dos cuartos en roscón del precio a
que se vendían en Zaragoza, saliendo así los roscones en la villa y Corte de Madrid a 14 reales la unidad.
¡Y
cómo no habían de ir unidos los dulces chocolate y roscón a la fiesta! Que en
Zaragoza era San Valero el día de la aparición del pre carnavalesco mascarón
del higuí, con una cesta de higos en
la mano, perseguido por la chiquillería, y acompañado de artísticas comparsas a
cuyo son se ponía a bailar el alegre personal.
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