jueves, 27 de noviembre de 2014

27 de noviembre, día en que las escuelas populares cristianas celebran, desde 1948, a su Patrón, San José de Calasanz

 San José de Calasanz, fundador de la escuela para todos
Estatua de San José de Calasanz enseñando a leer a un niño, sobre la fachada externa de la  Basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza.- Foto: Luis Negro Marco

Luis Negro Marco / Zaragoza

 San José de Calasanz nació el 11 de septiembre de 1556 en Peralta de la Sal –localidad de Huesca, y villa entonces importante del Reino de Aragón–, y falleció en Roma el 25 de agosto de 1648. Ordenado sacerdote en 1583, ejerció su apostolado en los obispados de Albarracín, Lérida y Urgell. Y quizás fue ya durante sus años como Visitador del Obispo Capella en Tremp (ciudad de la actual provincia de Lleida) donde Calasanz se dio cuenta de que es durante la niñez cuando las personas se muestran más dispuestas a la bondad, a aprender y a practicar el bien, y que la falta de acceso a la educación en ese tiempo, es una puerta abierta a la marginalidad.

Alumnos de Infantil del colegio "Escuelas Pías" de Zaragoza, celebrando, junto a su profesora, el día del patrón de su colegio, San José de Calasanz. Su alegría es nuestro futuro.- Foto: Luis Negro 

A principios de  1592 partió Calasanz a Roma, ciudad en la que, bajo el fuerte impacto que le causó el contemplar la extrema pobreza e inhumanas condiciones  en que vivían buena parte de los niños de la ciudad, habría de llevar a cabo una revolución educativa de tal envergadura que, al santo aragonés bien se le puede considerar como el verdadero fundador de la pedagogía moderna.


Momentos de diversión para compartir y de diversión para celebrarr la festividad del Santo Patrón, San José de Calasanz, como bien reflejan los rostros de estos niños del colegio "Escuelas Pías-Santo Tomás", de Zaragoza.- Foto: Luis Negro Marco
En la Europa de finales del XVI las escuelas oficiales de primeras letras y de enseñanza elemental solo existían, y aun en número escaso, en las grandes capitales, y por supuesto no eran gratuitas. De manera que para entonces se admitía como axioma indiscutible que la enseñanza era un lujo que solo a los nobles correspondía, y que el saber debía ser monopolio de los ricos, como el servir y el trabajar debía serlo de los pobres y plebeyos.
¿Alguien puede pensar aún que este mundo tendría sentido sin la existencia de los niños? Son ellos donde reside la esencia que da sentido a la vida, a que hay seguro, un mañana mejor. Foto: Luis Negro Marco

 Por el contrario, San José de Calasanz comprendió que los niños de hoy son los padres de familia del mañana y que las familias, a su vez, son las que conforman el conjunto de la sociedad. En consecuencia, la reforma total, eficaz y completa de ella, depende por completo del acceso a la educación de toda la personas –sin exclusión– desde la niñez. En su revolucionario pensamiento educativo, José de Calasanz ya contemplaba la gradualidad (por etapas) de la enseñanza y su carácter integral (educar en la virtud, y los valores, y en la inteligencia y el saber). Otros lo podrían resumir en otra bien conocida y explícita expresión: “educar los corazones y las mentes”.
La vida es una carrera de y hacia la felicidad que comienza desde que nacemos. Pero quizás es en la niñez cuando la alegría y la ilusión por vivir y compartir nuestras esperanzas, es más fuerte.¡Cuánta sabiduría se encierra en la inocencia y sonrisa de los niños!.- Foto: Luis Negro
Así, el pedagogo aragonés fue el primero que levantó la bandera de la escuela para todos, cuando en octubre de 1597, en la sacristía de la iglesia de “Santa Dototea” –en el romano barrio del Trastévere– inauguró las primeras escuelas gratuitas del mundo, a las que el santo de Peralta llamó “Escuelas Pías”, con su lema Piedad y Letras.

 Bien pronto corrió la noticia de las nuevas y hasta entonces jamás vistas escuelas abiertas por San José de Calasanz, en las que la infancia más pobre aprendía a leer, escribir y contar. Un codiciado privilegio del que hasta entonces habían estado excluidos; unas escuelas en las que se regalaban los libros, plumas y cuadernos; en las que los niños pobres no pagaban los gastos de clase, y aun muchas veces, recibían además, comida y prendas de vestir. Finalmente, y por su seguridad personal, al salir de clase, todos los niños eran acompañados a sus casas por sus maestros respectivos.


Las Escuelas Pías fue el nombre que recibieron las escuelas fundados por San José de Calasanz en la iglesia de Santa Dorotea, en Roma, en el año 1597.- Su lema viene a significar en nuestros días que tan importante es enseñar a los niños conocimientos como valores y fe auténticamente cristiana, es decir, profundamente humanística y compasiva, basada en la Verdad y el Amor.- Foto: Luis Negro Marco

Teniendo claro un concepto de enseñanza gradual,  desde el comienzo de su obra educativa, Calasanz  distribuyó a los niños de sus escuelas por edades y señaló un maestro único para cada clase, presididos todos por el prefecto de estudios, equivalente al actual director de colegio. La enseñanza elemental consistía entonces en leer, escribir, y el aprendizaje de gramática y aritmética. Mientras que en la superior se enseñaba humanidades y filosofía. Los exámenes de curso se hacían  dos veces al año, con la doble finalidad de premiar, y –en su caso– adelantar de curso a los alumnos aventajados.

 Sin embargo para consolidar su revolución pedagógica, el pedagogo aragonés en seguida comprendió que debía contar con personas consagradas por entero  a la educación de los niños pobres. De este modo, el 18 de septiembre de 1621, el papa Gregorio XV elevó al grado de Orden religiosa a las Escuelas Pías, siendo San José de Calasanz, su Superior General. La institución fue la primera consagrada a la educación de los niños pobres y  a la primera enseñanza gratuita, y sus religiosos no  recibían otra retribución que las limosnas que ellos mismos debían mendigar por las calles de Roma para su sustento personal y el mantenimiento de sus escuelas.  


Avanzamos hacia un mundo sin fronteras, y el mestizaje, la convivencia pacífica entre culturas que no entiende de etnias, de lugares de origen, de nacionalismos ni de religión. Es la persona el centro de la existencia y el amor el entorno en el que crece.- Foto: Luis Negro Marco

 Ya en nuestro tiempo, el acceso a la enseñanza gratuita es, desde hace veinticinco años, un derecho fundamental establecido en la Convención de los Derechos del Niño, aprobada como tratado internacional de derechos humanos el 20 de noviembre de 1989, desde entonces, “Día Universal del Niño”. Bien es cierto que todavía son varias las regiones del planeta en que este derecho fundamental está amenazado por grupos extremistas que recurren a la práctica del terror contra niñas, niños y jóvenes, con el fin de impedirles que ejerzan su derecho.



En este año, los profesores y alumnos del Colegio Escuelas Pías-Santto Tomás, de Zaragoza, han optado por celebrrar el día del Santo Padre, san José de Calasanz, con motivos medievales. Disfraces, fiestas, obras de teatro y decoración, han estado relacionados con la Edad media. Así lo vemos en estos magníficos carteles sobbre San José de Calasanz, pintados por los niños del colegio, inspirados en los escudos heráldicos de la Edad Media. Un derroche de ingenio, creatividad y belleza.- Foto: Luis Negro Marco

 Los casos más recientes y estremecedores por su crueldad, han sido el secuestro de más de tres centenares de niñas en Nigeria por el grupo terrorista Boko Haram; y por otro lado, el intento de asesinato de la niña paquistaní Malala Yousafzai  (premio Nobel de la Paz  y premio “Niños del Mundo”, recibidos ambos durante este año de 2014) quien el 9 de octubre de 2012  fue víctima de un atentado terrorista por parte de un grupo talibán que intentó asesinarla por el mero hecho de ser mujer, ser joven, y querer ir a la escuela.

   
Amar es compartir: el juego, la alegría, la diversión, la tristeza del momento, las tareas diarias, la belleza de vivir, el don de la palabra, del movimiento, de la lectura, de la escritura, del razonamiento, del pensamiento, de crear, pintar, dibujar, escuchar música e interpretarla, descubrir cada día algo nuevo, descubrir en los demás algo bueno que ignorábamos de ellos. Eso, es la obra de San José de Calasanz: EDUCAR.
fotos: Luis Negro Marco
Recientemente era la propia niña Malala quien afirmaba: “la educación es el futuro, y un niño, un maestro, y un lápiz, pueden cambiar el mundo”. Son palabras que el mismo San José de Calasanz, pudo perfectamente haber pronunciado el día de aquel año de 1597 en que abrió la primera escuela gratuita para los niños pobres, siendo el primer democratizador de la enseñanza a nivel mundial. Un motivo de orgullo y ejemplo de solidaridad, que no entiende de fronteras, religiones ni razas, para toda la humanidad, y muy especialmente para nosotros, sus paisanos aragoneses.
Escultura en escayola que representa a San José de Calasanz enseñando a leer a un niño, que se encuentra en el colegio de Escuelas Pías-"Santo Tomás", de Zaragoza, y que es el original sobre el que se realizó la escultura que ahora luce en uno de los frisos exteriores de la Basílica del Pilar de Zaragoza, y que ilustra el comienzo de este reportaje dedicado a la fiesta del Santo Padre fundador de las Escuelas Populares Cristianas y de la Orden de las Escuelas Pías que continúan su obra en más de treinta países de los cinco continentes.- Foto: Luis Negro Marco



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