Educar en la
filantropía
El lingüista, y
sociólogo búlgaro Tzvetan Todorov publicó recientemente La pintura de la Ilustración: De Watteau a Goya, libro en el que entre otros aspectos destaca que es
sobre todo en la obra de Goya donde se detecta el tratamiento de los niños en
sí mismos, y no como hombres o mujeres incompletos. Así se observa por ejemplo en
el emblema que el ministro Godoy le encargó al artista de Fuendetodos en 1806, para su Real Instituto Militar Pestalozziano, en Madrid; una Academia
Militar en toda regla, dirigida por el coronel valenciano Francisco Amorós (fundador
de la gimnasia de aparatos, llamada por ello gimnasia amorosiana) inspirada en los principios del pedagogo suizo
Enrique Pestalozzi (1746-1827). Resulta curioso, no obstante que Goya hubiese
estudiado en su juventud en el colegio
de los Padres
Escolapios, en Zaragoza, y que el fundador de las Escuelas
Pías, San José de Calasanz, hubiese abierto
en Roma –en el año 1597– la primera escuela popular y gratuita para
niños pobres.
Es decir, siglo y medio
antes de que naciese Pestalozzi, cuyos fundamentos pedagógicos son
calcados,
aunque mucho menos ambiciosos, que los del pedagogo aragonés. El propio
Caravaggio se inspiró en la obra pedagógica de San José de Calasanz, para una
de sus pinturas realizadas en unaiglesia de Roma en 1599. El continuador barroco de la terribilitá retrató a niños de la calle
como ángeles dictando a San Mateo su Evangelio. Obviamente, el fresco de Caravaggio
permaneció en la pared del templo el
tiempo que tardaron los clérigos que le hicieron el encargo en descubrirlo, y
por supuesto, hubo de modificar su pintura.
Emblema del Real Instituto Militar Pestalozziano |
Calasanz, al igual que Cicerón, era de la opinión
de que la docencia no tiene otro fin que conducir (educar) a los niños hacia la
verdad, por lo que denominó a sus maestros y sacerdotes escolapios “cooperadores de la verdad”. Una idea que
fraguó sólidamente a finales del siglo XVII con el pensamiento ilustrado,
basado en el desarrollo de las ciencias y la generalización de la actividad
educativa de todos los niños, independientemente de su condición social. De este modo, el principio de igualdad de
oportunidades comienza a considerarse como un valor necesario de la nueva
sociedad, y la educación el medio para conseguir la felicidad.
San José de Calasanz educadondo a los niños |
Idea ésta ya bien fundada en dos grandes clérigos y
pedagogos del XVI (los dos por cierto oscenses –el uno de Fonz–, Pedro Cerbuna
Negro, a quien se debe la fundación de la Universidad de Zaragoza, y el otro,
que ya hemos visto, de Peralta de la Sal –San José de Calasanz–, quien a partir
de 1597, popularizó e hizo universal la gratuidad de la enseñanza, para que de
este modo también los niños pobres pudiesen acceder a la educación.
En un interesante y reciente artículo, la
escritora aragonesa Magdalena Lasala, recordaba que a finales del siglo XVIII,
la mayoría de familias aún no comprendía la importancia de que los niños fuesen
a la escuela. Y que fue iniciativa conjunta de la Sociedad Económica, y de los
Padres
Escolapios, la apertura, en 1784, de ocho escuelas de primeras letras,
gratuitas y mixtas (algo revolucionario para la época) en distintos barrios de
Zaragoza, empezando por el de Peñaflor. En estas escuelas a las niñas y
niños no solo se les enseñaba, sino que
también se les proporcionaba la comida que no todos los días podían ofrecerles
sus padres en casa.
Y es que el bien último de la acción
filantrópica es el de propiciar la felicidad, el bienestar personal,
involucrando en ello también la vida familiar, incluso con un sentido de
responsabilidad social. Son evidentemente los niños más pobres y necesitados
quienes más precisan el fomento (impulso) educativo para potenciar sus
capacidades y que sus destrezas florezcan, para alcanzar nuevas metas de
bondad. Incluso en un sentido religioso, la búsqueda de Dios no es sino la
búsqueda de la felicidad. Y así lo expresó el propio San Agustín: “Cuando te busco como mi Dios estoy buscando
una vida feliz”.
Hace
solo unos días la niña pakistaní Malala Yousafzai se convertía en la
persona más joven en recibir el premio Nobel de la Paz. Ella fue víctima en
2012 de un atentado terrorista talibán, en su país, cuando regresaba de la
escuela. Logró sobrevivir y ahora proclama, como lo hizo San José de Calasanz
en 1597, que “un maestro, un libro, y un
lápiz pueden cambiar el mundo”. Los más de cien niños y sus profesores
asesinados el pasado 17 de diciembre en la ciudad pakistaní de Peshavar, por
terroristas talibán, también pensaban que es posible alcanzar un mundo en el
que reine el amor y la felicidad. Así lo entendieron también los más de tres
centenares de niñas católicas secuestradas por el grupo terrorista Boko Haram en
Nigeria. Una verdad que también sabían los cuarenta jóvenes universitarios,
estudiantes de Magisterio, que fueron asesinados hace apenas dos meses en
Méjico por un grupo de narcoterroristas.
Solo la ignorancia de quienes habitan en las tinieblas y por tanto están alejados de la luz de la verdad, puede ser fuente del odio inmisericorde que alimenta a quienes nada saben de amor, para imponer el miedo asesinando a los seres más bellos del mundo: niñas y niños inocentes, de quienes Santa Teresa de Calcuta dijo que “son como las estrellas. Nunca hay demasiados”. Por eso la educación tiene el reto de educar a los niños en la filantropía, en el amor a los demás, y hacerlo desde la verdad, porque como dijo Cicerón: “Son las palabras de las personas justas las que educan a la sociedad”.
Solo la ignorancia de quienes habitan en las tinieblas y por tanto están alejados de la luz de la verdad, puede ser fuente del odio inmisericorde que alimenta a quienes nada saben de amor, para imponer el miedo asesinando a los seres más bellos del mundo: niñas y niños inocentes, de quienes Santa Teresa de Calcuta dijo que “son como las estrellas. Nunca hay demasiados”. Por eso la educación tiene el reto de educar a los niños en la filantropía, en el amor a los demás, y hacerlo desde la verdad, porque como dijo Cicerón: “Son las palabras de las personas justas las que educan a la sociedad”.
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