sábado, 17 de septiembre de 2016

A propósito de la gran acogida popular de la I recreación en Herrera de los Navarros de la batalla carlista del 24 de agosto de 1837.- La verdadera historia siempre transmite lecciones de reencuentro, a través de la verdad y el amor.

El abrazo de la historia
  
Luis Negro Marco / Historiador y periodista

  Una  de las acepciones que el Diccionario otorga a la palabra recrear es la de alegrar, deleitar y divertir, siendo en función de ella, la recreación, el esparcimiento y la diversión para alivio del trabajo, en sitios campestres o en lugares amenos y gratos. De ahí el recreo escolar, el patio o espacio idóneo para la recreación, o lo que es lo mismo, la diversión.

  Seguramente por ello, por su acepción lúdica, a la vez que entretenida y didáctica, las recreaciones históricas van ganando fuerza en los programas festivos de estío de un cada vez mayor número de municipios aragoneses. Así, por ejemplo, este año, la localidad zaragozana de Herrera de los Navarros celebró, durante la última semana de agosto, y por vez primera, la recreación histórica de la batalla carlista de Villar de los Navarros, que aconteció el 24 de agosto de 1837. Se trata de un acontecimiento histórico poco conocido y apenas divulgado en los libros de historia, ni siquiera en los de historia de Aragón de nuestros escolares, pero que –por ejemplo- fue determinante en la celebración  de la fiesta de la Cincomarzada de Zaragoza.


Periódico COMARCA DE DAROCA / agosto de 2016, con información sobre la I recreación histórica de la batalla carlista del 24 de agosto de 1837, en Herrera de los Navarros (26 y 27 de agosto)
La de Villar de los Navarros constituyó una contundente victoria para el ejército carlista,
mientras que la acción del 5 de marzo de 1838, al intentar el asalto a la ciudad de Zaragoza, constituyó una completa derrota para las tropas carlistas aragonesas del general (también aragonés) Cabañero. Entre ambas acciones no habían transcurrido siquiera siete meses, y si bien la victoria de carlista de Villar  de los Navarros cayó en el olvido de la historia, la obtenida en Zaragoza por las tropas regulares y partidarios de la regente María Cristina (y de su hija, la reina Isabel II) en 1838, pasó a celebrarse cada año –como todavía a día de hoy– con fastos y hasta con la addenda de un título honorífico en el escudo de la ciudad. Quizás porque como dice la sabiduría popular, la historia (al menos la oficial) siempre la escriben los vencedores.
Periódico COMARCA DE DAROCA / agosto de 2016.- Noticia sobre la I recreación histórica de la batalla carlista del 24 de agosto de 1837, en Herrera de los Navarros (26 y 27 de agosto). 
 De todos modos, incluida la anterior reflexión, lo interesante de las recreaciones históricas es que eliminan el vacío existente entre los hechos históricos y el presente, y conectan a la ciudadanía con sus raíces, con su pasado histórico, en suma con la historia de sus propios antepasados. Así ocurrió, por ejemplo, en Herrera de los Navarros, en el transcurso de la primera recreación de la batalla carlista antes citada. Cientos de personas de todas las edades, se congregaron el 27 de agosto en la plaza de la población, frente a la iglesia, ya sentadas en los cientos de sillas que distribuyó el Ayuntamiento, ya de pie, y con decenas de niños sentados en el suelo, expectantes en primera fila del escenario, donde los actores de la compañía zaragozana Navegantes, realizaron una magnífica interpretación de aquellos hechos, basados en un elaborado guión y una excelente selección musical. 

 Asimismo, las recreaciones históricas nos permiten comprobar la extraordinaria memoria oral que pervive en las personas mayores de los pueblos aragoneses.  Y lo que  muchas veces interpretamos como tan solo leyendas, no son sino una rica y destilada memoria sobre unos hechos relevantes que tuvieron lugar hace siglos o incluso  milenios.  Hechos que fueron transmitiéndose de forma oral, de generación en generación, hasta nuestros días. Y esto es algo que se ha podido constatar en Herrera y en Villar de los Navarros, donde, al hilo de la recreación de la batalla carlista habida entre ambas localidades en agosto de 1837, fueron muchas las personas de allí, mayores y no tanto, que recordaban aquellos sucesos, pues les habían sido transmitidos por sus padres, y a estos por sus abuelos, y a estos por sus bisabuelos… y si continuásemos en la secuencia genealógica, nos encontraríamos con familiares que vieron con sus propios ojos aquella trágica batalla, que oyeron el estruendo de los cañones, el galope de los caballos sobre los recién segados campos de trigo,  y que vieron el humo de los fusiles, la sangre de los heridos, sus mutilaciones, y el horrible rostro de la muerte propio de la guerra, de cualquier guerra que parece llevar implícita en sus genes la humanidad desde los primeros balbuceos de la civilización.


Iglesia mudéjar de Villar de los Navarros, lcalidad zaragozana en cuyo término (Val de Navarra) tuvo lugar, el 24 de agosto de 1837, la batalla carlista de Villar de los Navarros, uno de los hechos de armas más relevantes de la I Guerra civil carlista (1833-1839).-                                              Foto: Luis Negro Marco
Otro valor de las recreaciones, por tanto, es que reviven el pasado y lo convierten en noticia del presente, pues es sabido que el pueblo que no conoce su pasado está condenado a repetirlo. De hecho, la imagen iconográfica de la Historia es la de una mujer con un libro en una mano y un punzón o cálamo en la otra, y mirando hacia atrás, indicando que escribe para las generaciones venideras. Para que la historia les sirva de enseñanza y les prevenga de repetir los postreros errores.

 Finalmente, las recreaciones históricas, tienen el valor de constituir un elemento de unión de la sociedad, como en Alicia a través del espejo, de Carroll, constituyendo una pantalla en la que poder contemplar, como si viajásemos a través de un agujero negro, a un pasado reciente o lejano, y a través de él aproximarnos a la verdad. Los actores de la compañía Los Navegantes lo definieron muy bien al final de su espectáculo, ofrecido en la plaza de Herrera de los Navarros en el atardecer del 27 de agosto: La historia debe servir para que todos nos fundamos en un simbólico abrazo entre hermanos, como de hecho así se conoce (el abrazo de Vergara) al pacto suscrito en la citada localidad guipuzcoana, el 31 de agosto de 1839, entre los generales Espartero, y el carlista Maroto, con el que se dio por concluida la I Guerra civil carlista. Y nuestro deber es seguir trabajando no para celebrar victorias, sino para vivir en paz.

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