El veranillo de San Martín
Luis Negro Marco / Zaragoza
San Martín de Tours, nació en la actual ciudad
de Sabaria (Hungría) en el 316, tres años después de que Constantino emitiese
el “Edicto de Milán” por el que se toleraba la práctica de la religión Católica
en todo el Imperio romano.
De muy joven, san Martín se enroló como jinete
en la Caballería
de las Legiones de Roma, y así en un
frío día de Invierno, estando destinado su ejército en la actual ciudad
francesa de Amiens, un mendigo se acercó a él casi desnudo y aterido de frío
pidiéndole auxilio. El santo, montado en su caballo, se arrancó la capa de su
uniforme imperial, sacó su espada y de un tajo la partió en dos, dándole al
mendigo la mitad. Este gesto de calor humano, tiene su correlación estacional,
pues es en torno a la fecha en que la Iglesia celebra su festividad, cuando llega el
“Veranillo de san Martín”, que sirve para “capear”, tan sólo por unos días la
dureza climática que se avecina. A partir del día en que compartió su capa, el
santo abandonó el Ejército, se convirtió al Cristianismo y en el año 370 fue
nombrado Obispo de la ciudad francesa de Tours, de ahí el nombre completo con
el que se le identifica en el santoral. Tras su muerte, en el año 397, en la
ciudad francesa de Candes, su capa se
conservó como reliquia en la abadía de Tours hasta el siglo VII. Martín es
un santo caballero (al igual que Santiago –que según la tradición ayudó milagrosamente a los cristianos en la batalla de Clavijo en el año 844– y san
Jorge, de quien también se cuenta hizo su milagrosa aparición en la de Alcoraz,
en el año 1096) que representa para Francia lo que Santiago para España, siendo
el santo a quienes los reyes francos dedicaron (tanto en la Corte merovingia como
carolingia) sus más importantes victorias. De hecho, el Emperador Carlomango (742-814)
mandó construir a finales del siglo VIII en la ciudad alemana de Aquisgrán una
iglesia (origen de la actual catedral de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1978) cuyo
objetivo era el de albergar la famosa capa de san Martín. De ahí que el oratorio
(referido a la prenda) recibiese el nombre de “Capilla” y los clérigos que la
custodiaban, el de “Capellanes”, nombres que, desconocidos en la Iglesia primitiva, se han
conservado desde el siglo VIII hasta nuestros días.
A su vez, son numerosas –la más importante
quizás la de San Martín de Unx, en la comunidad navarra– las iglesias románicas que a lo largo de todo el “Camino de Santiago” (cuyo origen se sitúa a
comienzos del siglo IX con el descubrimiento de la tumba del Apóstol) con
referencias en su arte y onomástica, a san Martín. Algo nada casual, pues el
que está considerado “Camino en el que se forjó Europa”, es de clara inspiración
carolingia, y asociado a “La Chanson de Roland.”
(finales del siglo XI) y al Códice Calixtino, compuesto hacia el 1150,
seguramente, en la abadía francesa de Cluny. El objetivo obedecía a un ideal
“Pancristiano”, que abarcase, al igual que el desaparecido Imperio romano,
desde el Oriente Europeo hasta su extremo occidental en Finisterre.
Volviendo a la figura de san Martín, fue éste
un santo de gran sentido caritativo y conciliador, que protestó enérgicamente
cuando en el año 385 el Emperador Teodosio (quien en el 380 había adoptado la
religión católica como la oficial del Imperio) dispuso la decapitación del
heresiarca español Prisciliano, de quien algunas leyendas sostienen, serían los
auténticos restos que se conservan en
Compostela. Fue ante la insistencia de san Martín que el Papa san Siricio obtuvo
del Emperador el compromiso de detener
las persecuciones que, contra los priscilianistas, se desataron a raíz de la
ejecución de su líder en la ciudad alemana de Tréveris.
La importancia de san Martín, radica también
en haber sido el fundador en el 361, del
monasterio francés de Ligugé, considerado como el monasterio cristiano más
antiguo de Occidente, y en el 372 la abadía
de Marmoutier, en la ciudad del gentilicio del santo, Tours.
Muy popular en la Cristiandad , son muchas las localidades de España y Europa
las que adoptaron el nombre y la advocación del santo (en Aragón, por ejemplo,
las localidades de San Martin del Río (Teruel), San Martín de Moncayo
(Zaragoza), o la ermita de “San Martín de la Val d´Onsera” en la oscense sierra de Guara).
San Martín es patrón de Hungría, (país actual
en el que nació), y también de Francia. Como prueba de esta devoción de los
francos hacia el santo, cabe destacar que durante las excavaciones arqueológicas
llevadas a cabo en 1987 en el suelo de la
Torre de san Martín, en el Palacio de La Aljafería de Zaragoza,
fueron encontrados, enterrados bajo una de sus criptas, decenas de soldados
napoleónicos muertos en los Sitios que los franceses pusieron a la ciudad en
1808 y 1809. Destacar también que san
Martín es el patrón de Buenos Aires, ciudad natal del actual Papa Francisco.
Siendo muy popular en el santoral, la fecha
del 11 de Noviembre, es motivo de muchas tradiciones populares. En Galicia, por
ejemplo, se celebra (como en el día de “Todos los Santos”), la popular fiesta
del “Magosto”, basada en esta ocasión en
la gastronomía del lacón, las castañas y el vino, siendo muy popular el refrán:
“Para san Martiño, castañas e viño”.
Los niños también disfrutan de la fiesta, y son obsequiados por sus mayores con
“zonchos” (castañas cocidas con su cáscara atravesadas por un hilo y formando
un collar) que llevarán todo el día colgados del cuello durante las
celebraciones. La propia escritora, Rosalía de Castro (1837-1885) empieza su
libro, “Cantares Gallegos”, con una cantiga popular en referencia a ellos: “ Has de cantar / que che hei de dar zonchos…”.
Para San Martín, también empezaban a
practicar los niños gallegos el tradicional juego del trompo o de la peonza, y
cantaban mientras jugaban: “Para san Martino,
trompos en el camino”: Y en toda la geografía española es muy conocido el
refrán que asocia la matacía del cerdo con la festividad del Obispo de Tours: “Para san Martín mata el tocino y prueba tu
vino”, o “A cada cochinillo le llega
su san Martín”. Y si la de Todos los Santos y el posterior día
de Difuntos son fiestas relacionadas con la muerte, la de San Martín no tiene
ninguna relación con ella. Incluso se podría decir que este santo, con su
fuerza e intercesión (Martín deriva de Marte, dios romano de la Guerra , y amante de Venus,
la diosa del Amor), será uno de los principales protectores de los fieles en su
vida terrena, ayudando a los vivos a afrontar el nuevo ciclo del Invierno, el
cual, de algún modo, en la tradición popular, se da por comenzado el 11 de
Noviembre.
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