¿Dónde
están las nieves de antaño?
Luis Negro Marco / Santiago de Compostela
Ballena que apareció muerta en las costas gallegas (playa do Seixal, de la localidad coruñesa de Tal) el pasado 3 de Noviembre .- Foto:Luis Negro Marco |
Una ballena de varias toneladas de peso apareció muerta hace 10 días en
las costas de A Coruña, en Galicia. El hecho me recordó al libro del escritor
aragonés Ramón J. Sender, titulado “Por
qué se suicidan las ballenas”. Inexplicablemente, los cetáceos se acercan
hasta las costas y quedan inmovilizados en la arena, sin posibilidad de retorno,
al mar; la extraña muerte se atribuye a la desorientación que sufren estos
mamíferos marinos debido a la contaminación acústica del mar, e incluso no faltan quienes afirman que es por su
desesperación ante la inmensa cantidad de basura que la Humanidad lanza cada
año sobre los océanos, haciendo imposible su hábitat en ese ecosistema.
Vivimos
tiempos revueltos, y no solo por la globalizada crisis económica. La
meteorología también va dando señales de un contundente cambio climático y
desmintiendo al refranero, cada vez es más difícil, por ejemplo, ver “hielos
por el día de San Severo”, el 6 de Noviembre y “nieves en los pies por san Andrés” (30 de Noviembre). Hesíodo dejó escrito en el siglo VIII antes de
Cristo (“Los trabajos y los días”),
que las grullas aparecían en el horizonte a partir del 28 de Octubre,
coincidiendo con el Ocaso matinal de la constelación de las Pléyades. Y así,
puntuales a su cita, siguen llegando, a pesar de la falta de agua, a la laguna
de Gallocanta tras recorrer miles de kilómetros. También dejó escrito Hesíodo
que para el 9 de Noviembre (festivo en Madrid por la celebración del día de La
Almudena), coincidiendo con el Ocaso matinal de la Constelación del “Cinturón”,
se varaban las embarcaciones en espera de tiempos más propicios para la pesca. La vida es un ciclo eterno en el que cada
final alimenta otro principio. Las ballenas fueron, hace millones de años,
mamíferos terrestres que tras larga evolución adoptaron una nueva forma de vida
en el mar. Sin embargo, desde hace tiempo se cuentan por decenas las que cada
año quedan varadas (como barcas en desguace) hasta su muerte, en las costas y
playas de diversas partes del mundo. Quizás, ante un medio marino, el suyo,
cada vez más sobreexplotado y contaminado, buscan de manera instintiva la
vuelta a su antigua vida terrestre, quedando en su desesperado intento, “dormidas”,
para siempre en la orilla. La tierra ya no es su hogar, como el mar no fue el
cielo para la paloma a la que cantó
Rafael Alberti. Todo cambia, todo fluye. Pero la nostalgia de un pasado que ya
no vuelve como acostumbraba cada año, hace que nos preguntemos como el poeta
francés François Villon, hace ya casi seis siglos: Pero “¿Dónde están las nieves de antaño?”
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