domingo, 8 de diciembre de 2013

Novedad editorial de "Almuzara" : Una visión de la II República a través de los artículos periodísticos de Chaves Nogales, destacado periodista y escritor de la época


                  La República y sus enemigos   

   Luis Negro Marco / Zaragoza
Portada del libro recopilatorio de los
artículos de Chaves Nogales en el perió-
dico "Ahora", desde 1931 hasta 1
"La República y sus enemigos"; Manuel Chaves Nogales; editorial Almuzara, 329 páginas; Córdoba, 2013.   
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¡Qué quieren que les diga de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano!” Así de contundente se mostraba el 12 de abril de 1931 el que había de ser último Jefe de Gobierno de la Monarquía de Alfonso XIII, el almirante Juan Bautista Aznar, tras el arrollador triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales de aquel año. Solo quedaban dos días para que en la tarde del 14 de ese mismo mes de abril de 1931, y desde el balcón de la madrileña Puerta del Sol, Niceto Alcalá Zamora proclamase el nacimiento de la II Repúblicapor un acto de voluntad soberana, de iniciativa del país, sin el menor trastorno…”. Esa misma noche el rey Alfonso XIII salía hacia Cartagena, donde, a bordo de un barco de la Armada, abandonaba para siempre España rumbo a Marsella, falleciendo finalmente en Roma en el año 1941Pero la tarea de la incipiente República no iba a ser fácil ni un camino de rosas, porque se trataba de aunar el ejercicio de las libertades individuales y colectivas de la ciudadanía con la transformación de la estructura económica y social de España en un nuevo régimen. Ciertamente, un ensayo único entonces en el mundo, como lo definió su primer ministro de Justicia, el socialista Fernando de los Ríos. Acechaban, no obstante muchos obstáculos que había que añadir a los problemas heredados: la nueva reforma agraria contemplaba –para acabar con el caciquismo– la nacionalización de las tierras de cultivo, mientras el problema militar se había acrecentado, sobre todo con las cruentas guerras en el Protectorado de Marruecos; en cuanto a la Justicia, se hallaba ésta obsoleta por lo que era imprescindible acometer su reforma; estaban además el descontento general de la población, en su mayoría rural, sumida en la pobreza y el analfabetismo, además de los Estatutos  de Cataluña y País VascoPanorama tan complejo de acometer, fue muy bien visionado, desde sus primeros momentos, por Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres,1944), uno de los grandes periodistas y escritores españoles de este período de la Historia de España. Nogales fue director del periódico “Ahora”, fundado en 1930 en Madrid, un medio al que los historiadores atribuyen una línea editorial de tendencia republicana moderada, pero de gran influencia, que llegó a alcanzar los 150.000 ejemplares de tirada a nivel nacional. Desde sus páginas, y a través de sus crónicas y reportajes, Chaves Nogales pronto empezó a alertar sobre las debilidades y amenazas que se cernían sobre la II República Española y que (como finalmente sucedió con el estallido de la Guerra Civil en 1936) no iban a dejar crecer al nuevo sistema democrático, con el complicado reto añadido de sobrevivir entre las influencias de dos grandes bloques de corte dictatorial:  el fascismo italiano de Mussolini, muy similar al nazismo de la Alemania de Hitler, y el férreo comunismo de la Rusia de StalinY en España, los principales focos de rebeldía estaban llegando tanto por las Derechas como por las Izquierdas.  Así se constata en este libro, constituido por una  selección de la obra periodística de Chaves Nogales, que abarca  desde la primera escalada de conmociones que sufrió la II República española, con la intentona golpista del general Sanjurjo (“La Sanjurjada”) en el verano de 1932, hasta la revolución de octubre de 1934 en Asturias –apoyada por la UGT y también por el socialista Largo Caballero– que se produjo cuando el entonces presidente del gobierno, Alejandro Lerroux, incluyó en su gabinete a tres miembros de la CEDA de Gil Robles. El resultado tras dos semanas de lucha, y la rendición de los, en su mayoría mineros, sublevados,  fue de al menos, 2.000 muertos. Este grave acontecimiento supuso el inicio del descenso a los infiernos de la Guerra Civil. Pero entre medio de ambos episodios golpistas, de distinto signo político, hubo otro, durante la Presidencia de Manuel Azaña, que desacreditó tanto su imagen como la de su gobierno. Se trata de las revueltas anarcosindicalistas ocurridas en Andalucía, con focos principales en las localidades de La Rinconada (Sevilla) Y la gaditana de Casas Viejas; en esta última población, entre los días 10 y 12 de Enero de 1933, los rebeldes atacaron el cuartel de la Guardia Civil, matando a dos de sus agentes, al tiempo que proclamaban la creación de un gobierno popular basado en el comunismo libertario. Llegado desde Madrid el capitán Rojas, Director General de Seguridad, para sofocar la rebelión, ordenó incendiar la casa de un anciano, apodado “Seisdedos”, en la que se habían refugiado algunos de los asaltantes al cuartel. Seis personas murieron calcinadas en su interior, incluyendo al citado anciano, siendo el resultado final de víctimas superior a los veinte; un episodio que hizo que el gobierno de Manuel Azaña se tambalease, propiciando el triunfo de la Derecha en las elecciones del 19 de Noviembre. Finalmente, y a modo de contrapunto, frente a tantos momentos problemáticos de la República y como exposición de su proyecto político, el libro incluye en apéndices, y por orden cronológico, seis interesantes entrevistas ­–todas ellas realizadas a finales de 1931– a altos cargos del primer gobierno republicano, en función de los cargos que entonces ostentaban: Alcalá Zamora (primer Presidente de la República); Manuel Azaña (quien como Ministro de la Guerra acometió una controvertida reforma del Ejército); Largo Caballero (ministro de Trabajo y Seguridad Social, a quien en 1933 –seguramente los comunistas– empezaron a apelar “el Lenin español”); Fernando de los Ríos (ministro socialista de Justicia, cuya aportación fue esencial en la elaboración de la Constitución republicana del 9 de diciembre de 1931); Marcelino Domingo (líder en 1934, junto con Manuel Azaña y Casares Quiroga de la coalición “Izquierda Republicana”, fue el primer ministro que tuvo la República en el Ministerio  de Instrucción Pública y Bellas Artes) y Alejandro Lerroux (fundador del Partido Radical Socialista, que ocupó el cargo de ministro de Estado de España en el primer gobierno republicano). Para cuando todas estas entrevistas eran publicadas (estamos en torno a la Navidad de 1931) la II República era un esperanzador proyecto político para España.

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