La Educación en
España: de Calasanz a PISA
El santo aragonés José de Calasanz, pionero de la Pedagogía
moderna, fundó en el otoño de 1597, en Roma, la primera Escuela pública y
gratuita de Europa
Luis Negro Marco / Zaragoza
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A san José de Calasanz (1557-1648) se le debe no solo la fundación de la primera escuela popular y gratuita del mundo, sino también la creación de la Enseñanza de primera etapa o Educación Infantil |
El reciente informe PISA ("Programa Internacional para la
Valoración de los Estudiantes”) elaborado por la OCDE (“Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico”) vuelve a situar a España en los furgones de cola en cuanto al rendimiento de
los alumnos en las aulas. Y respecto al porqué de las preocupantes
estadísticas, podrían aducirse toda una serie de posibles motivos: falta de
dotaciones presupuestarias para la docencia y la investigación, planes de
estudio desfasados, necesidad de mayores incentivos para la cualificación y
motivación de los docentes, una mejor aptitud de los alumnos durante su
aprendizaje, infraestructuras que necesitan de urgente mejora, mayor
implicación de los padres en la educación de sus hijos…y así un largo etcétera,
cuyo análisis de conjunto podría ayudar, sin duda, a establecer unos criterios
objetivos de actuación a nivel estatal para elevar el nivel educativo existente
ahora en España. Pero la desalentadora realidad educativa que
vivimos a día de hoy entraña además la paradoja de que fue un español, y más
concretamente un aragonés: san José de Calasanz (Peralta de la Sal, 1557 –
Roma, 1648) quien en el otoño de 1597 abrió
en la ciudad de Roma (en la iglesia de “Santa Dorotea”) la primera
escuela popular y gratuita de Europa. Aquella iniciativa la concretó pocos años
más tarde José de Calasanz, a través de la fundación de las Escuelas Pías
(aprobadas por el papa Gregorio XV en 1622) siendo en su día la primera Orden
religiosa dedicada exclusivamente a la instrucción y educación de los niños con
especial predilección hacia los más pobres y necesitados. La “Escuela para todos” de José de Calasanz,
fue un acontecimiento revolucionario cultural y socialmente en medio de una Europa
agitada por la
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San José de Calasanz abrió sus escuelas para que los niños de familias pobres y sin recursos gozaran de las mismas posibilidades de promoción social. Un principio universalmente reconocido por la UNESCO |
Reforma protestante y la consiguiente Contrarreforma católica que
emanó del largo Concilio de Trento (1545-1563). Y es que la propuesta
pedagógica de Calasanz (que inauguraba la moderna escuela elemental) anticipó
en dos siglos la institución de la Escuela pública por parte de los Estados modernos.
Aquella primera escuela popular instituía, de modo sistemático, el derecho
fundamental de la Infancia a la Educación gratuita y a la Cultura, eliminando de
este modo las diferencias de clase hasta entonces existentes en cuanto al
acceso a la Educación, y posibilitando (con sus mismos derechos y deberes) la
inserción plena de los niños y niñas pobres en la sociedad. Este modelo
educativo pronto se extendió por muchas ciudades de Italia, y otros países de
Europa Central, y en cuanto a España, se puede considerar a la de los padres
Escolapios de Barbastro, que abrió sus puertas en 1677, como la primera escuela
popular y gratuita que existió en nuestro país. Para desarrollar su ideal educativo, Calasanz
se preocupó de buscar aulas adecuadas para la enseñanza y el estudio; creó un
cuerpo docente competente, al tiempo que la asistencia de los alumnos debía ser
diaria y ajustarse a los horarios de clase
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La Educación es el único medio posible para el desarrollo y prosperidad de las naciones, como fuente de alegría y confianza ante el futuro para las actuales y generaciones venideras |
establecidos; los planes y
programas de estudio, muy elaborados, tenían
en cuenta los tramos de edad de los estudiantes, así como la formación continua
del profesorado con el fin de mejorar sus métodos de enseñanza. Y todo ello con
la finalidad de transmitir la cultura científica y literaria necesarias para
que niños y niñas, una vez finalizados sus estudios, pudiesen ya buscar un
empleo, ya continuar su formación en los ciclos superiores. Y lo más
importante, Calasanz no solo se ocupó de la enseñanza reglada sino también de
la educación en valores, adelantándose en casi cuatro siglos al concepto de
Educación integral. Por esta misma razón, las clases de las escuelas
calasancias fueron frecuentadas indistintamente por cristianos, hebreos y
protestantes, quienes conviviendo en las mismas aulas, desarrollaban
fuertemente los valores de tolerancia y respeto. Otra destacada cualidad de aquellas escuelas,
y que definen la modernidad del pensamiento de su fundador, consistía en la
plena aceptación de los entonces definidos –nos encontramos a finales del siglo
XVI y comienzos del XVII– como saberes profanos (ciencia y filosofía) considerados
por el pedagogo aragonés como necesarios instrumentos de elevación humana e
independientes de las consideraciones propiamente religiosas. De este modo,
Calasanz fue pionero en la introducción de la enseñanza de las Matemáticas, ausentes
hasta entonces en los programas de la escuela tradicional. Asimismo, y preocupado
por las nuevas formas del conocimiento fomentadas por el humanismo
renacentista, el aragonés envió a muchos de sus religiosos a formarse junto al
italiano Galileo Galilei (1564-1642) en cuya defensa, y anteponiendo la razón
de la cultura a la del poder de la autoridad, salió José de Calasanz cuando el
astrónomo fue llamado por la Inquisición para que se retractase de su defensa
del heliocentrismo. El científico, efectivamente, se desdijo de sus teorías
ante la Inquisición por
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Portada del libro-cómic publicado por la Orden de las Escuelas Pías, fundadas por san José de Calasanz; una divertida biografía del santo aragonés, de 1982, con guión del sacerdote escolapio José Pascual Burgués |
“causas de fuerza mayor”, pero al salir del Tribunal
pronunció la célebre frase: “ E pur si
muove” / “Y sin embargo se mueve” (se refería Galileo a la traslación de la
Tierra alrededor del Sol). Pero no fue la de Galileo la única “amistad peligrosa” que mantuvo Calasanz
en Roma, siendo de entre éstas la más relevante, la que cultivó con otro gran filósofo
de la época perseguido: el dominico italiano Tommaso Campanella (1568-1639), a
quien el pedagogo aragonés confió la formación teológica de sus religiosos. Campanella
defendió siempre el mensaje pedagógico
de san José de Calasanz (quien también fue acusado por poderosos detractores de
su obra educativa ante el Santo Oficio) así como la Orden religiosa por él
fundada –las Escuelas Pías–. Y es que Campanella veía en las escuelas
calasancias el fundamento para el renacimiento de una nueva realidad
sociocultural que entroncaba con su propio ideal de una sociedad emanada de un
Dios creador sustentada en el irrenunciable principio de la igualdad natural de
todos los hombres y mujeres de la Tierra, independientemente de su clase.
Pasados ahora 416 años
del nacimiento de la “Escuela para todos” creada por el universal e ilustre
santo aragonés, y a tenor de la gravedad
de los datos expuestos por el Informe PISA,
sería muy positivo que los actuales responsables políticos del sistema
educativo español renovasen a día de hoy el mensaje que ya plasmó Calasanz hace
siglos a través de su obra pedagógica. Porque una sólida Educación es la única garantía
posible para el desarrollo de hombres y mujeres, y el de las sociedades que
habitan.
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