miércoles, 22 de enero de 2014

El informe Pisa y la Educación desde la infancia impulsada a fines del siglo XVI por san José de Calasanz


 La Educación en España: de Calasanz a PISA 

El santo aragonés José de Calasanz, pionero de la Pedagogía moderna, fundó en el otoño de 1597, en Roma, la primera Escuela pública y gratuita de Europa

Luis Negro Marco / Zaragoza

 
A san José de Calasanz (1557-1648) se le debe no
solo la fundación de la primera escuela popular y
gratuita del mundo, sino también la creación de la
Enseñanza de primera etapa o Educación Infantil
El reciente informe PISA ("Programa Internacional para la Valoración de los Estudiantes”) elaborado por la OCDE (“Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico”) vuelve a situar a España en los  furgones de cola en cuanto al rendimiento de los alumnos en las aulas. Y respecto al porqué de las preocupantes estadísticas, podrían aducirse toda una serie de posibles motivos: falta de dotaciones presupuestarias para la docencia y la investigación, planes de estudio desfasados, necesidad de mayores incentivos para la cualificación y motivación de los docentes, una mejor aptitud de los alumnos durante su aprendizaje, infraestructuras que necesitan de urgente mejora, mayor implicación de los padres en la educación de sus hijos…y así un largo etcétera, cuyo análisis de conjunto podría ayudar, sin duda, a establecer unos criterios objetivos de actuación a nivel estatal para elevar el nivel educativo existente ahora en España. Pero la desalentadora realidad educativa que vivimos a día de hoy entraña además la paradoja de que fue un español, y más concretamente un aragonés: san José de Calasanz (Peralta de la Sal, 1557Roma, 1648) quien en el otoño de 1597 abrió  en la ciudad de Roma (en la iglesia de “Santa Dorotea”) la primera escuela popular y gratuita de Europa. Aquella iniciativa la concretó pocos años más tarde José de Calasanz, a través de la fundación de las Escuelas Pías (aprobadas por el papa Gregorio XV en 1622) siendo en su día la primera Orden religiosa dedicada exclusivamente a la instrucción y educación de los niños con especial predilección hacia los más pobres y necesitados. La “Escuela para todos” de José de Calasanz, fue un acontecimiento revolucionario cultural y socialmente en medio de una Europa agitada por la
San José de Calasanz abrió sus escuelas para
que los niños de familias pobres y sin recursos
  gozaran de las mismas posibilidades de promoción
social. Un principio universalmente reconocido
por la UNESCO
Reforma protestante y la consiguiente Contrarreforma católica que emanó del largo Concilio de Trento (1545-1563). Y es que la propuesta pedagógica de Calasanz (que inauguraba la moderna escuela elemental) anticipó en dos siglos la institución de la Escuela pública por parte de los Estados modernos. Aquella primera escuela popular instituía, de modo sistemático, el derecho fundamental de la Infancia a la Educación gratuita y a la Cultura, eliminando de este modo las diferencias de clase hasta entonces existentes en cuanto al acceso a la Educación, y posibilitando (con sus mismos derechos y deberes) la inserción plena de los niños y niñas pobres en la sociedad. Este modelo educativo pronto se extendió por muchas ciudades de Italia, y otros países de Europa Central, y en cuanto a España, se puede considerar a la de los padres Escolapios de Barbastro, que abrió sus puertas en 1677, como la primera escuela popular y gratuita que existió en nuestro país. 
Para desarrollar su ideal educativo, Calasanz se preocupó de buscar aulas adecuadas para la enseñanza y el estudio; creó un cuerpo docente competente, al tiempo que la asistencia de los alumnos debía ser diaria y ajustarse a los horarios de clase
La Educación es el único medio posible para el desarrollo
y prosperidad de las naciones, como fuente de alegría y
confianza ante el futuro para las actuales y generaciones
venideras
establecidos; los planes y programas  de estudio, muy elaborados, tenían en cuenta los tramos de edad de los estudiantes, así como la formación continua del profesorado con el fin de mejorar sus métodos de enseñanza. Y todo ello con la finalidad de transmitir la cultura científica y literaria necesarias para que niños y niñas, una vez finalizados sus estudios, pudiesen ya buscar un empleo, ya continuar su formación en los ciclos superiores. Y lo más importante,
Calasanz no solo se ocupó de la enseñanza reglada sino también de la educación en valores, adelantándose en casi cuatro siglos al concepto de Educación integral. Por esta misma razón, las clases de las escuelas calasancias fueron frecuentadas indistintamente por cristianos, hebreos y protestantes, quienes conviviendo en las mismas aulas, desarrollaban fuertemente los valores de tolerancia y respeto. 
Otra destacada cualidad de aquellas escuelas, y que definen la modernidad del pensamiento de su fundador, consistía en la plena aceptación de los entonces definidos –nos encontramos a finales del siglo XVI y comienzos del XVII– como saberes profanos (ciencia y filosofía) considerados por el pedagogo aragonés como necesarios  instrumentos de elevación humana e independientes de las consideraciones propiamente religiosas. De este modo, Calasanz fue pionero en la introducción de la enseñanza de las Matemáticas, ausentes hasta entonces en los programas de la escuela tradicional. Asimismo, y preocupado por las nuevas formas del conocimiento fomentadas por el humanismo renacentista, el aragonés envió a muchos de sus religiosos a formarse junto al italiano Galileo Galilei (1564-1642) en cuya defensa, y anteponiendo la razón de la cultura a la del poder de la autoridad, salió José de Calasanz cuando el astrónomo fue llamado por la Inquisición para que se retractase de su defensa del heliocentrismo. El científico, efectivamente, se desdijo de sus teorías ante la Inquisición por 
Portada del libro-cómic publicado por la Orden de las
Escuelas Pías, fundadas por san José de Calasanz; una
divertida biografía del  santo aragonés, de 1982, con
 guión del sacerdote escolapio José Pascual Burgués

 
“causas de fuerza mayor”, pero al salir del Tribunal pronunció la célebre frase: “ E pur si muove” / “Y sin embargo se mueve” (se refería Galileo a la traslación de la Tierra alrededor del Sol). Pero no fue la de Galileo la única “amistad peligrosa” que mantuvo Calasanz en Roma, siendo de entre éstas la más relevante, la que cultivó con otro gran filósofo de la época perseguido: el dominico italiano Tommaso Campanella (1568-1639), a quien el pedagogo aragonés confió la formación teológica de sus religiosos. Campanella defendió siempre  el mensaje pedagógico de san José de Calasanz (quien también fue acusado por poderosos detractores de su obra educativa ante el Santo Oficio) así como la Orden religiosa por él fundada –las Escuelas Pías–. Y es que Campanella veía en las escuelas calasancias el fundamento para el renacimiento de una nueva realidad sociocultural que entroncaba con su propio ideal de una sociedad emanada de un Dios creador sustentada en el irrenunciable principio de la igualdad natural de todos los hombres y mujeres de la Tierra, independientemente de su clase. 


  Pasados ahora 416 años del nacimiento de la “Escuela para todos” creada por el universal e ilustre santo aragonés,  y a tenor de la gravedad de los datos expuestos por el Informe PISA,  sería muy positivo que los actuales responsables políticos del sistema educativo español renovasen a día de hoy el mensaje que ya plasmó Calasanz hace siglos a través de su obra pedagógica. Porque una sólida Educación es la única garantía posible para el desarrollo de hombres y mujeres, y el de las sociedades que habitan.

        

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