Juguetes, un mundo de sueños y fantasía
Luis Negro Marco / Zaragoza
Ya llegaron los Reyes Magos, cargados de sus regalos para los niños... y los no tan niños. Las videoconsolas de última
generación, ganan puestos en las preferencias respecto al juguete tradicional.
Por eso, quizás sea bueno recordar cómo ha ido evolucionando la idea del
juguete tradicional. Por ejemplo, para las enciclopedias españolas de finales
del XIX, la palabra “juguete” no significaba más que: «alhajilla curiosa y de
escaso valor, que sirve, por lo regular, para el entretenimiento de los niños»;
«chanza o burla»; «canción alegre o festiva»; «capricho dramático o ligera
producción representable»; «persona o cosa
dominada por fuerza material o moral, que la maneja a su arbitrio». Como
vemos, los juguetes han evolucionado a
lo largo del último siglo, tanto en su significado semántico como en su presentación,
constituyendo un claro indicador de los cambios y hábitos sociales. Pero ¿Jugar
es sólo cosa de niños? ¿Quién, hombre o mujer, ahora en la barrera de los
cincuenta no se acuerda de los anuncios navideños? Los de
las «Muñecas de Famosa» (la primera se llamó Güendolina, y se fabricó en 1958), “Mariquita Pérez”, «Geyperman», los «Madelmán»,
o el “juguete completo, juguete «Comansi»”,
además de los trenes, coches y camiones «Payá»,
o de los «Juegos Reunidos Geyper», el
«Exin Castillos», o del «Cine Exin? La plastilina comenzó a fabricarse en un
antiguo molino de Bathampton, en el Reino Unido en mayo de 1900. Y un año después, en enero de 1901, el
fabricante inglés de juguetes Frank Hornby, creaba el “Meccano”, un juego de construcciones que se haría famoso y que
perdura todavía. Cómic y juguetes irían indisolublemente unidos en el prodigioso
siglo XX. Así, el 18 de noviembre de 1902, una tira cómica de Cliford Berryman,
aparecida en el periódico “Washington Post”, inspiraba un nuevo juguete para
niños. En los dibujos se veía al presidente Theodore (Teddy) Rooselvelt
negándose a disparar a un osezno en cautividad durante una cacería. Los
avispados fabricantes de juguetes pronto
transformarían el oso de los dibujos en un juguete de peluche con brazos y
piernas articulados, el famoso osito “Teddy”.
Como
no podía ser menos, en el país en el que se inventó la máquina de vapor, a
partir de 1923 cualquier niño británico podía ya tener su propio tren.
Fabricadas en Inglaterra, las maquetas de trenes en miniatura podían ser
eléctricas o a vapor. También se vendían a partir de aquel año, vagones, estaciones
y señales por separado. Y para los amantes del «sillon-ball», los franceses
inventaron en 1924 el «fútbol-mesa». El nuevo juego, se practicaba en un
tablero de bayeta verde con jugadores de plomo móviles. Y en 1935 salía a la
venta, por dos dólares y medio, un nuevo y aún hoy muy popular juego de mesa:
el «Monopoly». Durante la II Guerra Mundial, los
juguetes escaseaban , a pesar de lo cual, los niños se divertían coleccionando
las banderas que regalaban los periódicos. Las usaban para señalar las
posiciones aliadas y
enemigas sobre un mapamundi. Y el mundo del juguete
también invadió el del espionaje; así agentes británicos en Europa, utilizaban
mapas secretos escondidos en naipes; tras el conflicto bélico se popularizaron
los juegos con muñecos militares. , siendo la empresa inglesa, «Action Man» la que más despuntó
en la fabricación de este tipo de juguetes. También es muy interesante la mutua influencia entre las industrias del cine y el juguete.
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En 1928, saltaba a la
fama«Mickey Mouse», creado por Disney e Iwerks. Lo hacía en una película sonora, en la que la voz de Mickey era la de su propio creador: Walt Disney. Un año después surgía la figura de «Tintin», de la mano de George Remi (Hergé), y poco después, la del marinero comedor de espinacas «Popeye», con su inseparable «Olivia» siempre huyendo de «Brutus». Y todos estos dibujos pronto pasarían a ser muñecos. El 21 de diciembre de 1937, en plena Guerra Civil española, el celuloide americano estrenaba un cuento de hadas: la película de dibujos animados: «Blancanieves y los siete enanitos», de Walt Disney. «El Mago de Oz», daría un paso más, al recrear personajes no humanos, con dotes animadas. Y esto gracias al maravilloso viaje de Dorothy al país de «Munchkins», donde conoce a un espantapájaros, a un hombre de hojalata y a un león cobarde. La película se estrenaba el 17 de agosto de 1939. Y siguiendo con los juguetes y el cine, el colosal «King Kong» (película estrenada el 2 de marzo de 1933 en Nueva York) no era sino un minúsculo gorila articulado de juguete, fruto del genio del animador Willis O´Brien. Tras la Guerra Civil española, los años de posguerra en nuestro país estuvieron marcados por una fuerte influencia religiosa, por lo que fueron frecuentes los juguetes que permitían celebrar misas, dar comuniones, y practicar de este modo, quizás, la futura vocación de cura o monja. Y por supuesto, no faltaban las muñecas de trapo, los recortables, soldaditos de plomo, reproducciones de coches en hierro fundido, mecanos, los clásicos motoristas de hojalata, proyectores antiguos de cine, y ositos de peluche.
Pero no fue hasta las Navidades de 1949, cuando
llegó la gran creación del juguete, de manos de los japoneses. Se trataba del
primer robot de juguete; tenía un motor de cuerda que le permitía caminar por sí mismo; estaba
construido en hojalata y presentaba un aspecto humanoide. Era el preludio de la
revolución en el mundo del juguete. Así, en 1953, se lanzaban con gran éxito,
en los Estados Unidos, los coches de juguete «Match Box». Pero el «boom» llegaba en 1958, y de nuevo en los
Estados Unidos, con el aro «Hula-Hoop»,
del que en tan sólo 4 meses se vendieron 25 millones de unidades. Y al mismo
tiempo se popularizaban los discos de lanzar, «freesbis» y el «yoyó». La
primera muñeca «Barbie», una muñeca modelo que podía vestirse con diferentes
atuendos, fue fabricada en 1959; de ella, tan solo en su primer año de vida, se
vendieron 350.000 unidades. Asimismo, la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética
(que había comenzado en 1959 por la conquista de la Luna ) no sólo se libraba en
la estratosfera, sino también a ras de suelo, en las alfombras de juego de las
habitaciones de los niños. Surgían así los juguetes de cohetes espaciales y
platillos volantes de hojalata, con luces que los hacían mucho más atractivos. Ya en la década de los sesenta, hasta Los Beatles recurrieron a un juguete: el submarino amarillo, como
protagonista de su célebre canción y película de animación del mismo nombre, en
la que “los cuatro de Liverpool” efectuaban un fantástico viaje al país de “Pepperland”. Y en 1962, tras el éxito de
la primera película del «Agente 007»
(Bond, James Bond), se popularizaría la miniatura de su coche: el descapotable «Aston Martin». Finalmente, la película «Toy story» (1996) se convertía en el primer filme creado
íntegramente por ordenador. Sus protagonistas, «Woody» y «Buzz Lightyear»,
encantaron al público y se convirtieron
en el juguete navideño más vendido. Ellos abrieron las puertas a la nueva saga
de cine animado que triunfa ahora en las pantallas de todo el mundo.
Y es que jugar, volar con la imaginación, jamás pasará de moda.
Y es que jugar, volar con la imaginación, jamás pasará de moda.
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