viernes, 2 de junio de 2017

Jesús Negro: La oración, alimento de nuestro optimismo

FIRMAS INVITADAS 
No soy pesimista

Jesús Negro Marco (sacerdote escolapio)

 Sería el año 1978 –o 1979–. Entonces, oí de un buen hombre de pueblo: «Ahora ya sé que España no tiene solución». Y, yo, joven, pensaba: «qué pesimista; claro, es ya viejo». Pero ahora pienso: «Cuánta razón llevaba». También recuerdo muy bien esto: Corría el año 1981, y dijo otro hombre de pueblo: «Lo que nos pasa ahora a los españoles es que nos hemos olvidado de Dios y por eso nos pasa lo que nos pasa». Pero en esta ocasión le di toda la razón.  

  Ahora veo que nuestros políticos no saben ni por dónde les da el aire, por haber perdido la fe católica como punto de referencia para conocer si gobiernan bien o mal; simplemente, gobiernan, como sea, pero gobiernan. Veo que hay mucho desbarajuste entre ellos. 

 Por donde vivo ahora, los pueblos están semivacíos, con vecinos viejos y solos. A veces se caen en sus casas y llaman a alguien que los levante, si lo encuentran. Cada vez hay menos vocaciones para sacerdotes y monjas, de manera que los fieles se sienten desamparados espiritualmente. Oigo cada vez, con más frecuencia: «O parimos, o, desaparecemos».

 Sin embargo, por ser yo cristiano, que se esfuerza por tener viva la fe católica, no soy pesimista. No
"Por ser yo cristiano, que se esfuerza por tener
viva la fe católica, no soy pesimista"
Dibujo: Fernando Negro Marco
puedo. Me está terminantemente prohibido. Y ello, por varias razones. Porque Dios es autor y protagonista de la vida de cada español y de la Historia de España; porque sé bien que el mal hace mucho ruido y aturde; en cambio el bien no hace ruido; y sé muy bien que hay más bien que mal, porque Dios existe y es
«lo Bueno». Y el mal no existe, pues es sólo carencia de bien.

 Y también sé que los que quieren hacer lo malo, si no se arrepienten, están condenados a desparecer; y que sólo triunfan los buenos, porque sólo a ellos los sostiene y favorece Dios, y, deja sueltos a su aire, a los que quieren ser malos.

 Y para remate, yo alimento mi optimismo a diario, rezando lo que Dios nos enseña por el Profeta Habacuc: «Aunque la higuera no echa yemas /  y las viñas no tienen fruto / aunque el olivo olvida su aceituna /  y los campos no dan cosechas /, aunque se acaban las vacas en el redil / yo exultaré con el Señor / me gloriaré en Dios mi salvador».    

 Por todo eso, no soy pesimista, sino completamente optimista; mejor dicho: «yo espero contra toda esperanza», según nos lo enseña Abraham, nuestro padre en la fe, y también Nuestro Señor Jesucristo, que dice que Dios puede hacer hijos de Abraham, hasta de una piedra.

 ¡Ah!, pero para mantener viva esa esperanza, ni te imaginas la cantidad de rosarios que rezo al día, porque gracias a Dios y a la Virgen  María, tengo fe y querencia para rezarlos. Y a propósito: también tú puedes rezar un rosario al día. Pero si se te hace largo, no dejes de rezar cada día las tres «Ave María», y, así la Virgen te llevará al cielo. No te rías que es verdad esto, pues es devoción aprobada por la Iglesia. ¿Puede haber algo más barato para ir al Cielo?  

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